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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Historia de dos hermanas

"Mata no juega en ninguno de nuestros equipos, sino que es el verdugo de ellos. Es un ejemplo de la crisis: talento nacional que trabaja en el extranjero"

Boris Izaguirre
Juan Mata, centrocampista español del Chelsea.
Juan Mata, centrocampista español del Chelsea.PATRIK STOLLARZ

Hablamos estos días de dos hermanas, María Austeridad y María Austeridad con Crecimiento. Nacieron con años de diferencia. Una es rubia, la otra aún no, porque, como su nombre indica, está en fase de crecimiento, justo lo contrario que María Austeridad, la mayor, que no quiere ni ganar peso ni crecer. María Austeridad dirige el colegio privado –muy mono , por cierto– al que va la niña de Rajoy. Mientras, María Austeridad con Crecimiento comparte universidad con las hijas de Zapatero, y su mayor deseo es crecer.

El encierro de los rectores las halla en las llamadas terrazas de Madrid. “No consigo entender la fascinación por comer en la calle”, expone María Austeridad, a lo que María Crecimiento, Creci, responde: “Lo que no se entiende es que se le llame terraza a una acera. Es como tratar de confundir reforma con recorte. Te veo como molesta por el smog o la primavera porque tienes mala cara, María Austeridad”. La mayor se defiende: “¡A mí me preocupa España, Creci! La reunión de Hollande, Rajoy y Merkel no ha ido bien porque la alemana no se baja de la burra”. Creci intenta calmarla, pero María Austeridad estalla. “Estoy empezando a arrepentirme de mi voto. No avanzamos. No sabemos adónde nos dirigimos. ¿Encuentras normal que todos los líderes se entrevisten en despachos protegidos por moqueta y madera y Mariano se reúne con Merkel en un barco turístico cruzando el río de Chicago?”. “María Austeridad, no te pongas así, es un paseo muy lindo que hemos hecho, recuerda. Cuando te enseñan el rascacielos de Calatrava sientes ese orgullo español y valenciano creciéndote casi tan alto como el edificiote”. “Estás tonta, Creci”, lanza María Austeridad. “¿No te das cuenta de que a Mariano no necesitan protegerlo los del FBI ni nada, porque nadie da un céntimo de credibilidad por nosotros? Todos vimos que con el balanceo Angela iba de lo más relajada, maravillada por saber mantenerse a flote. Y feliz de saber que quienes pagaban el coste del barco serían los mismos que pagaban los escoltas de Dívar. Lo que le dijeran Mariano y sus chicos se mezclaba con el runrún del motor y la suave brisa, haciéndola sonreír embobada al sol de América, al sol que más calienta”. “Ay, María Austeridad, tienes que cambiar de chip. Angela se veía estupenda vestida de rosa con el río verde, simpática, siempre con esperanza”.

María Austeridad se levantó dejando plantada a su hermana. A media tarde ya estaban reconciliadas para ver un episodio de Mad men. “Aunque me gustaría, María Austeridad, revisar aquel Barça-Chelsea, porque me encanta Mata”. “¿Jaume Matas?”, increpó María Austeridad. “No, qué anticuada, de verdad. Mata, el futbolista que no juega en ninguno de nuestros equipos, sino que es el verdugo de ellos en el Chelsea”. María Austeridad accedió a pulsar el play en su DVD de finales de los noventa, cuando los regalaban en las cajas de ahorros. Fue dándose cuenta de que el juego de piernas de este caballero Mata es algo digno de comentar.

Es pelirrojo y también peligroso. “En Inglaterra es todo un tema ser ginger, como califican a los pelirrojos. Mi teoría es que Mata lo exagera para gustar más a los ingleses”, dijo Creci. “¡Qué chorrada!”, espetó María Austeridad, “qué lástima que un talento así tenga que jugar en un equipo extranjero. ¿¡Cómo es que no estaba en nuestra selección, Creci!?”. “Mi amor, el fútbol es una cosa complicadísima. Quién te dice que este chico no tocó puertas, no hizo pruebas con Guardiola ni con su técnico, al que desde que Mourinho le metiera un dedo en el ojo es como si le hubiera puesto un maleficio. ¡Mata es un ejemplo de la crisis: talento nacional que trabaja para empresas extranjeras”, expuso Creci, refrescando la garganta con un poquito de agua con gas.

María Austeridad preguntó: “Creci, ¿el fútbol es una nueva burbuja?”. María Crecimiento no evitó un gesto de hinchazón. “Llegas tarde a todo, hermana, ahora la burbuja que importa es la de Facebook. Los nuevos millonarios de la red social serán casi igual de pobres que los de la primera burbuja punto.com”. Austeridad sintió un escalofrío recorrer su espalda. En la pantalla, Mata metió ese gol tremendo que desbancó al Barça de la Champions. María Austeridad preguntó si ese gol dolió más que el de Torres. “Por supuesto, allí comenzó Guardiola a pensar en retirarse y Mourinho a gestionar dos años más de permanencia”. Entonces María Austeridad entendió el porqué de su escalofrío.Fue mucho rato sentada al fresco entre corrientes en las terrazas y con la fiebre vio como si una luz radiante, muy pálida, abarcara toda la habitación.

“¿Estás viendo una aparición?”, gritó María Crecimiento. “No, Crecimiento, estoy sufriendo una realización, que es algo así como un repunte de conciencia. Y es que en España todo se mide por la vara del fútbol”. “¿Y necesitas tanta luz y fiebre para tener esa realización?”. “Sí, porque lo mismo pasará con Rajoy. Ahora estamos negros con él, pero apenas cambien las cosas, por el milagro que sea, llámese Hollande, Merkel o río verde de Chicago, volveremos a vender pisos y a llenarlos de niños deseosos de jugar al fútbol”. María Crecimiento, absorbiendo más burbujas, sentenció: “Tanta austeridad no te quita las ganas de seguir creyendo en milagros”.

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