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Escuelas en red
Coordinado por Rodrigo J. García

Estudiantes del instituto tinerfeño de San Benito aprenden Matemáticas luchando contra el cambio climático

Una secuencia de aprendizaje de la asignatura sustentada en la resolución de problemas y ambientada en un entorno virtual de aventuras épicas de lucha contra el cambio climático

Ilustración elaborada por Joseba García Plazuelo.
Ilustración elaborada por Joseba García Plazuelo.

“Profe, nosotras queremos volver este año a la Mesa Mota y seguir colaborando con el Proyecto Dubini, ¿podemos?”, preguntaba la alumna Zayra Albelo, al encontrarse en el pasillo del instituto con su anterior profesor de Matemáticas y haber recibido el aviso en la plataforma web.

”¿Acaso lo dudas? Ustedes son el proyecto, lo hablamos con Beatriz [Acosta] la vice [vicedirectora] y adelante”, le responde Juan Francisco Falcón León, profesor del Instituto de Educación Secundaria San Benito de San Cristóbal de La Laguna, en Santa Cruz de Tenerife.

En esos momentos no cursaban una materia de Matemáticas, “se habían ido a letras”, como decían ellas. Sin embargo, querían seguir formando parte del proyecto; de “algo grande” que para ellas era valioso.

Yo quiero aprobar Mates. El Proyecto Dubini

Juan Francisco Falcón evoca el primer día de clase, de un año atrás, cuando presentaba el proyecto por primera vez al grupo de Matemáticas Orientadas a las Enseñanzas Aplicadas de cuarto de la ESO. “Hablaba con pasión de grandes retos, de cómo hacer actividades juntos, cuidar la naturaleza, hacer que nuestra voz se escuchara, luchar contra el cambio climático, ser ejemplo para otros muchos… Hasta que nuestra añorada alumna Betsaida Rodríguez levantó la mano y dijo: ‘Profe, todo eso está muy bien. Pero de qué sirve hacer tantas cosas, si los demás no hacen nada ¿Acaso nosotros solos vamos a lograr cambiar algo?’ Fue la mejor pregunta que me habían hecho en mucho tiempo”, explica Falcón

La intervención de esta alumna le brindaba la ocasión de responder con convicción. “Tienes razón, solos no podemos cambiar nada, pero la idea es empezar poco a poco y, si realmente creemos en ello, otros muchos se unirán. El entusiasmo es algo que se propaga muy rápido”, le respondió.

Como profesor de Matemáticas, estaba pensando en diseñar una secuencia de aprendizaje sustentada en la resolución de problemas y ambientada en una serie de aventuras épicas de lucha contra el cambio climático. Sería una nueva Aventura matemática en la que ya tenía experiencia de anteriores proyectos.

Juan Francisco Falcón consigue vincular los aprendizajes curriculares de matemáticas con un proyecto aprendizaje-servicio de lucha contra el cambio climático, mediante la utilización del conocimiento, la lógica y el ingenio necesarios para prosperar en un Escape Room audiovisual, alojado en una de las páginas de su blog de Matemáticas Yo quiero aprobar Mates. Diseña, entonces, una aventura ambientada en el futuro, con una máquina del tiempo que permite viajar al pasado (nuestro presente) para cambiarlo, promoviendo hábitos sostenibles y salvar el planeta. Una máquina que funciona con biocombustibles creados con microalgas por la científica Alexandra Dubini.

Una aventura secuenciada en 14 bloques de información —episodios—, agrupados en cinco misiones. Cada episodio se soporta en un vídeo con descripciones de sucesos e incidentes y referencias a las contribuciones de científicos y matemáticos de renombre que sirven de marco para la resolución de un problema acorde con la programación curricular (combinatoria y probabilidad, números reales, álgebra, funciones y geometría). En lo posible, acuden a mujeres científicas relevantes, dando valor a su encomiable y dificultada labor en la ciencia.

La acertada resolución de cada problema permite avanzar en el proyecto y acceder, misión tras misión, a un reto climático, que presenta en vídeo la doctora Dubini. Una valiosa y oportuna manera de potenciar el valor formativo de una secuencia de aprendizaje.

La transcripción del anterior vídeo (Episodio 12.- El cometa Halley) nos puede ayudar a comprender mejor este proceso: “Edmund Halley era un científico (…) al que le tenía intrigado un cometa de trayectoria elíptica del que no era capaz de definir cada cuánto tiempo sería visible desde la tierra. Cierto día buscó ayuda en el gran físico, Isaac Newton. Tras muchas deliberaciones, Newton realizó un sinfín de cálculos que lograron dar en el clavo. El número de años coincide con la mayor de las antiimágenes del valor y = 10 de la función parabólica f(x) = x2 - 75x + 10, dos cifras que cierran el cuarto código de la doctora Dubini. A cambio Halley ayudó a pagar la publicación de aquellos cálculos, lo que hoy conocemos como el principio de Newton ¿Te han ayudado a ti también?”

Con la resolución de cada situación matemática, se obtienen códigos que, puestos en orden y unidos, se trasladan a un formulario virtual encriptado. Al escribir la secuencia correcta en el formulario (para acceder a un reto climático, en este caso podría ser el número cinco de limpieza de las playas, la secuencia sería: @@@146) y pinchar en enviar, se accede a la dirección del vídeo, en el que la doctora Dubini presenta el nuevo reto climático. Su ejecución colectiva contribuye siempre a familiarizarse con acciones de lucha contra el cambio climático.

Para resolver, por ejemplo, los tres episodios que conforman la primera misión del proyecto, relacionados con la combinatoria y probabilidad, se trabajan en clase previamente los conceptos matemáticos correspondientes y como colofón, durante unos 30 minutos por episodio, se aborda individual y colectivamente la resolución del problema visionado. En general, el tiempo dedicado a resolver los tres episodios y destapar el reto de la misión nunca supera los 90 minutos. En ese tiempo se gana en motivación, y se promueven valores de compromiso medioambiental, trabajo en equipo, respeto, igualdad y práctica en colaboración.

Los vídeos con las cuestiones matemáticas para resolver se proyectan en el aula y se abordan en grupos cooperativos (de tres estudiantes) que cuentan con unos cinco minutos de tiempo. A continuación, se realiza una puesta en común en la que se fomentan enfoques de solución diferentes. En el caso de conseguir crear el código completo, con todas las soluciones, se sube al formulario y se termina proyectando el reto climático correspondiente.

#Cambio es el nombre de un videoclip creado por los estudiantes, como una de las misiones del proyecto; pasó a convertirse en la producción audiovisual que lo identifica. La letra fue escrita por 60 estudiantes de tres centros diferentes de San Cristóbal de La Laguna (Colegio Salesiano San Juan Bosco, IES San Benito y el IES Padre Anchieta). Cada estudiante aportaba una décima espinela (la forma estrófica acordada como patrón) con cuyos versos convenientemente ensamblados forjaron la creación final.

Somos muchos los que trabajamos juntos

El Proyecto Dubini es una tarea colectiva, resultado de la implicación de muchos profesionales. Más allá de los mencionados, la profesora de Matemáticas Mérari Afonso Socas, del Colegio San Juan Bosco de Tenerife, es otra genuina impulsora de este proyecto. En la puesta en práctica de esta iniciativa pedagógica han participado 292 estudiantes y 11 docentes de siete centros educativos, de seis países (España, Italia, Chile, India, Túnez y Senegal).

En el tiempo de pandemia aprendieron a conectarse por videoconferencia, compartiendo preocupaciones y experiencias. Ahora conectan con estudiantes y profesores de centros extranjeros interesados en la lucha contra el cambio climático como Jeny Allemand, profesora de español en el Lycée Francais International de Nueva Delhi, que comenta cómo en su centro utilizan purificadores de aire en las clases para mitigar la contaminación; con Michel Diagné, el director del Complexe Éducatif Ker Don Bosco de Dakar (Senegal), que informa del aumento de la población en Dakar por el avance del Desierto del Sáhara y la escasez de lluvia; con los profesores Víctor Maulen en Santiago de Chile, Laura Parente del Liceo A. Meucci en Aprilia (Italia) y Fathia Arfaoui del centro educativo Les Écoles Ideales de Túnez.

Comentario a comentario y usando una aplicación de mensajería, los estudiantes han seguido contagiándose su interés por el medio ambiente; se han unido en una causa común y, al tiempo, han colaborado en el estudio del castellano.

El reto climático de la Mesa Mota

En marzo de 2023, como consecuencia de la acertada resolución de una serie problemas matemáticos, un grupo de estudiantes del IES San Benito, emprenden una misión. Realizan una marcha a pie hasta el vecino paraje natural de la Mesa Mota. Les acompañan Ana García y otros voluntarios del Grupo Montañero de Tenerife. Se trata de cumplir con el reto climático —así lo llaman— de celebrar en toda su plenitud el Día del Árbol. Colaborarán en las labores de reforestación con estudiantes de otros centros educativos de Tenerife.

Son 60 los estudiantes del Instituto San Benito que participan en este recorrido. Cursan segundo de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y primero del Programa de Mejora del Aprendizaje y del Rendimiento (PMAR). A ellos se unen las alumnas Iris González, Iria Mesa y Zayra Albelo; las protagonistas del diálogo inicial de este relato.

Estas alumnas, ahora de Bachillerato, asistían el curso anterior a la materia de Matemáticas Orientadas a las Enseñanzas Aplicadas. Junto al resto de sus compañeros, fueron pioneras en el desarrollo del Proyecto Dubini, iniciativa curricular que hace referencia, en su denominación, a la bióloga molecular Alexandra Dubini, “involucrada en numerosas acciones divulgativas para la defensa de las mujeres en la ciencia y la lucha contra el cambio climático”.

La subida al paraje de la Mesa Mota transita por un sendero de más de una hora y media. A lo largo del camino, Ana García y Miguel González del Grupo Montañero de Tenerife les van informando sobre el relieve, la fauna y la flora del lugar, las tradiciones y leyendas de los caminos.

Al llegar a la Zona de Custodia del Grupo Montañero, Ana García se les acerca y pregunta: “Mira Juanfra, ¿sabes qué árbol es ése?”, mirando de reojo a las tres alumnas de Bachillerato. Zayra Albelo responde, dando muestras de un cierto orgullo, responde: “Este es el lugar donde plantamos, hace un año, nuestro árbol del Proyecto Dubini”. Se detienen, entonces, a contemplar un arbusto de unos 70 centímetros de alto, de cuyas ramas, finas aún, se encuentran repletas de hojas. Iris Mesa con una amplia sonrisa afirma asombrada: “Nuestro proyecto crece y da frutos”. A continuación, se hicieron una foto junto al arbusto; “lo importante había que compartirlo en las redes”, apostillan.

En estos momentos nuestra rememorada estudiante Betsaida Rodríguez (sirva esta mención de recuerdo a esta antigua alumna, fallecida recientemente y que tanto se involucró en el Proyecto Dubini) tomaba conciencia de que el cambio climático no era un documental de YouTube o una noticia de televisión, era una realidad global que afectaba a estudiantes como ella, con otro huso horario y otra localización. “El proyecto había encendido una luz, una conexión poderosa entre estudiantes para creer que un cambio es posible: la empatía”, añade Juan Francisco León.

El camino hasta la Mesa Mota continúa y llegan a la cumbre, se reagrupan en el punto de encuentro donde esperaban los responsables de la Oficina de la Participación y el Voluntariado Ambientales del Cabildo de Tenerife. Los estudiantes del ciclo de jardinería de Formación Profesional del IES El Sobradillo, les explican cómo reforestar. Lo ponen en práctica, en pequeños grupos, con más de 50 plantas autóctonas.

Al finalizar, les esperaba con una gran sonrisa José Luis Hernández, el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de La Laguna. Un viejo conocido de estos estudiantes, con los que había mantenido acalorados debates sobre las iniciativas conservacionistas del Ayuntamiento y quien manifiesta con complacencia: “Estoy encantado con el Proyecto Dubini”.

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