En la comunidad educativa de Alpartir se educa en el bienestar
Para el colegio Ramón y Cajal del municipio aragonés, la participación significa convivencia activa y un propósito común que se sustenta en el respeto y la aceptación de las normas consensuadas y surge de la acción colectiva a favor de los cuidados, la empatía y la colaboración en el colegio y con su entorno
“La implicación de los vecinos y las familias es muy fuerte y eso hace que lo difícil en muchos casos se vuelva fácil, al poder trabajar juntos, solventando dificultades y estar todos tan implicados. Es verdaderamente una gran comunidad educativa en la que aprendemos todos de todos y nos beneficiamos de nuestras diferencias. La diversidad nos enriquece”, afirma Cristina Pérez, maestra del colegio de Alpartir en el curso 2022-23.
“Me ha gustado mucho observar que las familias participan en la vida escolar, entran en el aula y ayudan en la mejora del aprendizaje, organizan talleres, recuperan recetas tradicionales, aportan información sobre cómo era la escuela en su infancia y sobre el pueblo, ayudan a conservar el patrimonio. Las relaciones que se generan entre el alumnado de distintas edades dentro del aula, en los recreos y en el propio pueblo, crean una red de apoyo a la vida de las personas”, comenta Alberto Moreno, estudiante de Magisterio en prácticas.
“El que Alpartir tenga la escuela rural que tiene, con el equipo docente y el proyecto educativo que hay, es un privilegio. Estas cosas es que no pasan en todos los sitios, es un premio maravilloso. Es el mejor regalo que se le podía hacer, al regalo que es Alpartir”, afirma con rotundidad Marta Gimeno, que fue alcaldesa del Alpartir durante 20 años.
Nos encontramos en el Colegio Público de Educación Infantil y Primaria Ramón y Cajal de Alpartir (Zaragoza). Un pueblo situado a las faldas de la Sierra de Algairén, a 6 kilómetros de La Almunia de Doña Godina y a 58 de Zaragoza, con una población de casi 600 habitantes en crecimiento vegetativo negativo. El 20,3% de sus habitantes son inmigrantes, procedentes sobre todo de Marruecos y Rumanía. El 50% de los escolares es de origen extranjero.
En Alpartir prefieren hablar de comunidad educativa. Se ajusta más al proyecto y a la actividad que despliegan. Una escuela rural integrada por cinco docentes (uno de ellos ejerce funciones directivas), 40 escolares, distribuidos en tres grandes niveles (12 en educación infantil, 14 en primero, segundo y tercero de primaria, y otros 14 en cuarto, quinto y sexto), además de los 455 vecinos restantes del pueblo y los profesionales del tejido asociativo y del Ayuntamiento. Una escuela repleta de posibilidades, que trabaja de manera inclusiva en complicidad con su comunidad educativa. En el año 2017, el Gobierno de Aragón les concedió la Medalla a la Educación Aragonesa como ejemplo de escuela innovadora y modelo para los centros rurales.
La condición de ruralidad, de la que se sienten muy orgullosos, posibilita la escucha y el espacio a iniciativas formativas que, según Ana Calatayud, maestra del Ramón y Cajal, “surgen de cualquier persona de nuestra comunidad, por ejemplo, de las asociaciones de la localidad, y nos llevan a una mejora de la participación de la población escolar y de sus familias, una mayor implicación y un aumento del sentimiento de pertenencia a la comunidad con cierto orgullo rural” (Para cuidar a nuestras niñas y niños hace falta el pueblo entero. Proyecto de bienestar emocional).
La escuela rural se transforma, entonces, en un agente educativo que crea y potencia redes de relación entre los diferentes agentes socioeducativos, que amplía el horizonte de las necesidades comunes y que favorece la construcción colectiva de respuestas.
En el colegio se recurre a la asamblea de aula y centro, consecuentes con el mandato de la Declaración de los Derechos de la Infancia, que insta a que la niñez participe, tenga voz, en todo aquello que le afecta.
“Que el alumnado se sienta escuchado y que sepa los derechos que tiene y participe en las mejoras de la escuela y de su pueblo hace que se sienta parte de la comunidad y llega a crear vínculos con el medio rural, en el que crece y se desarrolla”, manifiesta Juan Antonio Rodríguez, director del Colegio Ramón y Cajal.
Las decisiones de la vida cotidiana se toman por consenso. Desde educación infantil hasta sexto de primaria debaten y deciden colectivamente; por ejemplo, el uso del aparca bicis, o las normas de funcionamiento y convivencia del colegio. Aprenden que tener razón no tiene que ver con gritar mucho, sino con el valor y la fundamentación del argumento que se utiliza.
Los libros de texto son un recurso didáctico más, son materiales de consulta. Su interés es que aprendan en contacto con la realidad ambiental, social, cultural y científica. “Parece que al no utilizar el libro de texto no estamos desarrollando el currículo, cuando es todo lo contrario. Trabajar por proyectos, como hacemos, es abordar el currículo en profundidad y con mayor sentido”, según Juan Antonio Rodríguez.
El aprendizaje se sustenta en la búsqueda de respuestas y de nuevas preguntas sobre situaciones que consideran relevantes. Surgen proyectos como el apadrinamiento de un olivo centenario del pueblo. El Ayuntamiento se siente llamado y decide colaborar, haciendo suya la preocupación de los escolares.
Este mismo interés por hacer preguntas-construir respuestas-hacer nuevas preguntas lo aplican a otros aspectos del patrimonio del pueblo, que investigan, documentan y suben a Internet. “Si accedéis a la Wikipedia, la entrada de Alpartir, la estuvimos editando desde el colegio. Nada de lo que hacen se queda en un cajón. Lo que trabajamos, por ejemplo, con la cocina solar del colegio nos sirve en el currículum de ciencias, porque la cocina hay que orientarla, en el de matemáticas porque están midiendo, pesando y aplican proporciones, en lengua española cuando escriben informes, recetas...” comenta el director.
Son tres los planes de mejora que guían al centro: los de Convivencia, Digital y Lingüístico. No obstante, en los últimos cursos han decidido dar un paso adelante y ocuparse del bienestar emocional; algo que se venía trabajando desde el plan de convivencia, pero al que ahora pretenden dar más entidad. Optan por desplegar una ambiciosa tarea colectiva y globalizadora de promoción de cuidados, empatía y colaboración en el colegio y con su entorno.
Después de la dura experiencia del confinamiento por el covid-19, la comunidad educativa, con el Consejo Escolar a la cabeza, quiso hacer frente al deterioro emocional que se había generado. Conseguir que el alumnado se sintiera seguro, acogido y considerado en el entorno escolar. A partir del curso 2020-21, desde el colegio se articula un proyecto pedagógico de “Bienestar emocional”.
Alpartir, un pueblo y una escuela. Una comunidad educativa
En el Colegio Ramón y Cajal saben que cualquier iniciativa que persiga mejorar la vida de los escolares y vecinos necesita construirse con la comunidad.
El Consejo Escolar, que actúa como comisión de convivencia, asume el liderazgo del proyecto. Toma conciencia de la importancia de la formación y decide, que las tradicionales jornadas pedagógicas anuales de Alpartir, a las que están invitados todos los vecinos, aborden la temática del bienestar emocional.
“La celebración de las jornadas es una fecha importante. Están las Navidades, los cumpleaños, las vacaciones… Y están las jornadas pedagógicas, que hacemos en nuestro pueblo, en Alpartir”, comenta Marta Gimeno.
El proyecto era ambicioso. Necesitaba estar bien integrado en los documentos programáticos del centro, tanto en el proyecto educativo, como en el plan de acción tutorial, en el proyecto de convivencia y en la programación general anual. En esta última incorporan, además, el trabajo educativo de efemérides como la celebración, en las vísperas del Día de la Constitución Española, de las elecciones a representantes en el Consejo Escolar; o las tradiciones propias de Aragón replicando la comparsa de “Los cabezudos”.
Con esta urdimbre el proyecto “Bienestar Emocional” asume un fuerte compromiso (“al final, la educación no es lo que puedas hacer, sino lo que quieras hacer”), que abordan definiendo tres ámbitos de desarrollo: Las personas (educación cognitivo-afectiva), las relaciones interpersonales dentro y fuera del colegio (educación sociopolítica) y el cuidado del entorno (educación ecológica).
El extenso desarrollo que hacen del proyecto de bienestar emocional nos obliga a resumir mucho su relato y a mencionar solo algunas acciones. En todas ellas se observa una concepción global e integrada del significado del bienestar en la vida de los escolares, algo que no suele ser habitual en otros programas formativos con similar enunciado; la mayoría se ocupan más del entrenamiento técnico y estratégico de las emociones, de manera yuxtapuesta al currículo escolar y descontextualizada de las circunstancias personales, sociales y ambientales. No es éste el enfoque que nos ocupa. Tienen claro que su finalidad es más transcendente: consolidar una comunidad escolar segura, acogedora, colaboradora y estimulante en la que todos y cada uno de sus miembros se sientan valorados.
En referencia al primero de los ámbitos (bienestar de las personas), abordan, por ejemplo, el significado de las producciones plásticas y cómo afectan a sus emociones y bienestar personal. Para asegurar un buen desarrollo se guían de las experiencias desplegadas por otros centros que forman parte de un programa, con tradición en el campo de la innovación educativa, denominado “EmocionArte: Sentir y expresar a través de las obras artísticas”. Forman parte de la red de Aulas Felices, que aporta recursos y experiencias de reconocimiento y utilización de las fortalezas personales, como fuentes de bienestar. Las asocian al sentimiento de autoestima, a la capacidad de empatía y a la práctica de valores prosociales y democráticos.
En colaboración con el Instituto Amaltea organizan talleres de educación afectivo sexual con el alumnado, profesorado y familias sobre cómo establecer vínculos sanos, sensaciones corporales y emociones para construir una red afectiva sana. Participan, en la Red Aragonesa de Escuelas Promotoras de Salud. El acuerdo comunitario y el contenido del proyecto guía, además, el ejercicio de las funciones de coordinación bienestar y protección fijado en la LOMLOE.
En el segundo de los ámbitos (las relaciones interpersonales) destacamos la gestión colegiada y democrática de centro y aula. De ahí la ‘puesta en escena’ que hacen de la elección de los estudiantes para el Consejo Escolar. El consenso en asamblea de las normas de funcionamiento. La revisión colectiva, los años impares, de su constitución escolar, previo estudio de la Constitución Española, y su aprobación en los años pares en el Ayuntamiento con asistencia de las familias.
“Creemos que la escuela como organización social es mucho más que un edificio, un mobiliario y un currículo, son relaciones e interacciones entre personas, por lo que el proceso de aprendizaje viene determinado por la calidad e igualdad de esas relaciones”, afirma Juan Antonio Rodríguez.
Cuentan con un equipo de mediadores con formación en la resolución de conflictos de convivencia y ponen en marcha iniciativas singulares como las del ‘Banco de la Paz’, disponible en el espacio del recreo, para que cualquier alumno que viva una situación de malestar pueda sentarse y recibir la ayuda de los compañeros.
Las relaciones interpersonales con escolares de otros centros se practican, junto a otras 15 escuelas rurales aragonesas, en el programa Territorio Mudéjar, diseñando una visita por la localidad de Alpartir y mostrando su vinculación con la cultura mudéjar. El colegio dinamiza el Consejo de Infancia de Alpartir, que cuenta con una representante en el Consejo Estatal de la Infancia y Adolescencia. Forman parte de la red de escuelas asociadas de la UNESCO (redPEA), en contacto con centros educativos de todo el mundo para promover la paz, el diálogo intercultural, el desarrollo sostenible y la educación de calidad. Los estudiantes de cuarto, quinto y sexto de primaria, junto al consejo local de adolescencia, asumen la tarea de Hateblockers, agentes de cambio que tratan de frenar la curva del odio en redes sociales.
En referencia al tercero de los ámbitos (cuidado del entorno), las actuaciones son cuantiosas. Entre otras, la de “Basuraleza”, de concienciación y mantenimiento de un entorno libre de residuos. La protección de árboles singulares. La promoción de un consumo responsable, con la presentación, por parte del alumnado de los niveles más altos de primaria, de una propuesta de aplicación móvil orientada a mejorar la salud, mediante el consumo responsable de frutas y verduras de cercanía. El análisis y estudio colectivo de las manifestaciones del cambio climático en su entorno.
“Queremos disfrutar, cuidar y aprender de nuestro entorno, de nuestra sierra, colaborando con distintas asociaciones. Con la de medio ambiente de Alpartir, recuperamos senderos de la localidad y tomamos conciencia de la riqueza de vida de nuestro paisaje y, al tiempo, todo esto es curricular”, comenta Juan Antonio Rodríguez
La incorporación del Colegio de Alpartir a múltiples redes escolares y socio educativas, permite que sus iniciativas sean conocidas, difundidas y se utilicen de referencia. Además de ser escuela asociada de la UNESCO, forma parte de la red de escuelas de Greenpeace (GreenRed), de la Red de Escuelas pro Derechos Humanos de Amnistía Internacional, de la Estrategia Aragonesa de Educación Ambiental y contra el cambio climático del Gobierno de Aragón. Es Centro Embajador de Save the Children, centro reconocido por UNICEF como referente en educación en derechos de infancia, Escuela Changemaker, etcétera.
Comparten sus prácticas de enseñanza en jornadas, seminarios, talleres, cursos. Actividades organizadas por diversas entidades e instituciones como el Centro de Profesores de Santander, la Confederación General de Trabajadores de Aragón, la Fundación Santillana, la Universidad de Verano de Teruel, la Fundación Princesa de Girona, el Gobierno de La Rioja, la Generalitat Valenciana, la Universidad de Zaragoza, entre otras.
Publican en revistas profesionales como el “Fórum Aragón”, revista digital del FEAE-Aragón sobre organización y gestión educativa”, “Participación educativa”, del Consejo Escolar del Estado, “Cuadernos de pedagogías”, etc. Han participado en programas emitidos en medios de comunicación nacionales como: ‘Por tres razones’ de RNE, “Mi cole es rural” en rtve play, “Scott y Milá: La buena educación” en Movistar Plus+, “Maneras de educar” en rtve play, entre otros.
En junio de 2023 el Ministerio de Educación y Formación Profesional concede al Colegio Público Ramón y Cajal de Alpartir el segundo Premio Nacional de Bienestar Emocional en el Ámbito Educativo.
Tal y como decía su director, ‘Nada de lo que hacen se queda en un cajón’.
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