Empieza la renovación de los anticuados temarios de las oposiciones a profesor: “En el de Informática no aparece ni internet”
El Gobierno actualizará los temas, que se remontan a los años noventa, y modernizará el formato de las pruebas
Cuando Juan Luis García aprobó las oposiciones para ser profesor de Informática en secundaria, en 2002, el temario de la especialidad, publicado en 1996, estaba un poco desfasado. Desde entonces ha llovido mucho, los temas siguen siendo los mismos, y se ha llegado a un punto más bien absurdo. “Se da la situación de que al profesor no se le está preguntando, en el examen teórico de la oposición, nada o casi nada de lo que luego tiene que impartir en clase. No recoge la mayoría de lo contenidos que se ven en secundaria ni en los ciclos formativos. Los temas no mencionan ni internet”, dice García, que dirige un instituto público en Albacete, ha sido preparador de aspirantes a docente de Informática, y miembro de tribunales de oposición.
El Ministerio de Educación ha empezado a negociar con los sindicatos de enseñanza una profunda reforma del profesorado en múltiples terrenos, que incluirá, según la previsión del Gobierno, la muchas veces postergada modernización de las oposiciones docentes. Los trabajos para actualizar los temarios comenzarán, en principio, este mismo año. Y la revisión del formato de los exámenes, para, sin dejar de valorar el conocimiento de la disciplina, hacerlos más prácticos, competenciales y orientados a evaluar cómo se desenvolvería el aspirante a profesor en un aula se producirá, probablemente, en 2026.
La obsolescencia de los temarios de las especialidades docentes, publicados en el Boletín Oficial del Estado entre 1993 y 1996 en buena parte de los casos, afecta en cierta medida a casi todas las especialidades. Pero resulta especialmente evidente en las que tienen carácter tecnológico o en las que están muy orientadas al mundo laboral, como las de FP.
El de Informática, paradigma del problema, contiene epígrafes anticuados, como el tema 33 (de un total de 74) referido a la “programación en lenguaje ensamblador”, un sistema de programación que ha caído en desuso y no se enseña en los institutos. Y, al mismo tiempo, no dice ni una palabra de internet, las redes sociales, la inteligencia artificial, la robótica, las redes inalámbricas o lenguajes de desarrollo web como HTML, Python, CSS o JavaScript, básicas hoy en distintas asignaturas de la especialidad, señala Paqui Barrera, profesora de instituto en Valencia, y que también ha participado en tribunales de oposición.
“Hablar de disquetes”
En el examen que aprobó en 2021, Álvaro Real, profesor funcionario de Informática en Castilla-La Mancha, de 33 años, se vio enfrentado a uno de esos anacronismos. “Me salió un tema sobre memorias, y no sabía cómo me iban a evaluar. Podía ser innovador o hablar sobre las memorias que se utilizaban en los años noventa. Hablar de disquetes o hablar de lo de ahora”. Real hizo lo mismo que casi todos los opositores que se topan con temas desfasados: descartarlo, gracias a que en el examen teórico se extraen una serie de bolas (en su caso, cinco) de las que tiene que elegir uno.
Los videojuegos, el big data y el desarrollo de aplicaciones web, que constituyen el núcleo de titulaciones actuales de Formación Profesional, tampoco se mencionan en los temarios, dice García. El director del instituto Leonardo da Vinci de Albacete destaca, sin embargo, que aunque los temarios se hayan quedado obsoletos, estos consisten solamente el epígrafe del asunto que debe explicar el opositor. Es decir, que no hay unos contenidos oficiales sobre dicho tema que deba responder. “Y lo normal es que, una vez elegido el tema, tanto el examinador como el opositor tengan claro que va a adaptar ese enunciado antiguo a las nuevas tecnologías”.
Ejercicios no desfasados
La oposición, además, subraya García, no se limita al examen teórico, sino que tiene otras pruebas que no están desfasadas y sí responden a lo que se ve en clase. Se trata del ejercicio práctico; de la presentación de la programación didáctica ―en la que el examinado defiende la planificación, sesión por sesión, que ha elaborado para un curso concreto de la asignatura―, y de la unidad didáctica ―en la que explica cómo enseñará en el aula uno de los temas―. A lo que hay que añadir la fase de concurso, en la que se valoran los méritos del candidato, entre los que pesa especialmente su experiencia previa como docente.
En una especialidad como la suya, admite García, es hasta cierto punto inevitable que los temarios se queden regularmente obsoletos. “Nos pasa lo mismo con el contenido de los ciclos de FP. En las enseñanzas que ofrecemos online, por ejemplo, los contenidos desarrollados por el ministerio y las comunidades autónomas se nos quedan obsoletos a los tres años. Son los docentes los que salvan la situación adaptando ellos mismos los contenidos. De otra forma, estarías impartiendo contenidos obsoletos. En Informática, como te quedes parado te cambio completamente el panorama”.
Para afrontar de forma sostenible el problema, Miguel Soler, que ha ocupado diversos cargos educativos en el Gobierno y la Generalitat valenciana, cree que sería útil poner en marcha el nuevo organismo previsto en el artículo 6 de la Lomloe, la Ley de Educación, cuya finalidad, según la norma, sería precisamente “la actualización permanente de los currículos”. Esto es, los contenidos y la forma de evaluar cada asignatura. Soler cree que dicho organismo ―que en la Lomloe se menciona como “unidad” y durante la tramitación de la ley se pensó que podría llamarse Instituto de Desarrollo Curricular― debería ocuparse también de la actualización periódica de los temarios de oposición. “Se trata de reflexionar sobre el currículo y lo que se le pide a una persona para ejercer como profesor. Una de las cosas que se les pide para ser funcionarios de carrera es que aprueben un temario. Y por tanto ese temario tiene que estar ligado al currículo escolar”.
Inteligencia artificial
La actualización, prosigue Soler, es necesaria en los temarios de todas las especialidades, y debe abarcar no solo cuestiones puramente académicas, sino otras que hoy se consideran muy importantes. Por ejemplo, cómo llevar a la práctica del aula la educación inclusiva. O la competencia para saber buscar, seleccionar y analizar información. O la inteligencia artificial, no solo en cuanto a tema teórico para los aspirantes a docentes de Informática, sino para que los los opositores de todas las especialidades planteen qué implicaciones tendrá en la enseñanza “y cómo se puede utilizar y trabajar con ella”.
El responsable del gabinete de estudios de CC OO y profesor de secundaria en Cantabria, Alonso Gutiérrez, añade que la reforma de las oposiciones debe encaminarse también a que, además de un conocimiento sólido del contenido de la especialidad ―que es imprescindible exigir, entre otras cosas, porque la ley no impide que alguien que haya estudiado Filología Inglesa se presente a las pruebas para ser profesor de Física y Química o a la inversa―, se evalúen otras competencias que alguien que quiere ser docente debería tener. “Tener empatía, saber transmitir, saber gestionar grupos complejos, enfrentarse a contextos con una gran diversidad cultural… Nada de eso está ahora en los sistemas de acceso, pero es el día a día de los centros. Y también se necesita, sobre todo en secundaria, una mayor inmersión en los centros educativos de los futuros docentes. Para que conozcan los institutos, tomen contacto con el alumnado, y se formen una idea sobre si quieren y pueden ser docentes”.
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