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Sergio Fuster: “No sería ninguna sorpresa que Codorníu se integrara en un grupo más grande”

El consejero delegado de la firma señala que hay incertidumbres sobre el proceso de venta abierto por Carlyle pero aboga por explorar alianzas empresariales

Marc Rovira

El grupo Raventós Codorníu acelera para preparar la habitualmente febril campaña de Navidad, mientras aún brinda por los datos del último ejercicio, cerrado en el mes de junio y dado a conocer recientemente: 44 millones de euros de beneficio bruto de explotación (ebitda) y un beneficio neto de 12 millones, lo que supone un récord, con unas ventas totales por valor de 232 millones. Además de Codorníu, la compañía controla marcas como Viña Pomal, Raimat, Legaris, Bodegas Bilbaínas o Parxet, y vende 57 millones de botellas a 63 países. Buenas cartas para el proceso de venta que explora el fondo de capital riesgo Carlyle, controlador desde hace siete años del 68% de las acciones de la histórica empresa familiar.

Pregunta. Usted llegó a Codorníu de la mano de Carlyle. ¿La evolución de la compañía seguirá con usted al frente?

Respuesta. Yo soy empleado 100% de Codorníu y, por lo tanto, independiente del fondo Carlyle. Dicho lo cual, un proceso de cambio de accionistas puede traer cambios en el liderazgo de la compañía. Los que formamos parte del equipo de gestión actual nunca hemos trabajado para el corto plazo. Las botellas que estamos elaborando hoy se venderán mucho después de que haya un cambio de accionistas, si es que lo llega a haber.

P. Cuál es el escenario más posible: ¿Que Carlyle se venda todo el paquete accionarial, que venda solo una parte o que opte por no vender nada?

R. Hay un proceso de análisis en marcha y todas las posibilidades están abiertas. Incluso la de no vender, porque la compañía está siendo bastante exitosa y, si se quedaran los accionistas y sigue esta tendencia, probablemente dentro cinco años el valor habrá crecido más. Lo que me dice mi intuición es que en los próximos años, en la categoría del cava y el vino, van a haber fusiones de empresas.

P. ¿Está planteando la posibilidad de que alguien absorba a Codorníu o de que Codorníu absorba a un competidor?

R. Todas las opciones están encima de la mesa. No sé si será el caso, pero no sería ninguna sorpresa que Codorníu se integrara en un grupo más grande. El término absorber tiene connotaciones negativas para el absorbido, pero ya hemos visto como se integró alguno de nuestros competidores en un grupo más grande.

P. ¿Estos procesos no suelen comportar una pérdida de identidad de la compañía?

R. No, creo que no. El grupo Raventós Codorníu tiene 75 marcas y la consolidación con un grupo más grande o que sea de igual tamaño al nuestro lo vería como algo positivo.

P. ¿Sería más fácil si ese grupo fuera extranjero?

R. No tiene por qué. Puede ser un grupo español o uno de fuera. Cada uno tendría sus ventajas y desventajas desde el punto de vista de sinergias y oportunidades comerciales. Creo que hay que hablar sin tapujos de la oportunidad de fusiones o escisiones. Si yo fuera un inversor multimillonario no me lo pensaría porque creo que la industria del cava y el vino puede estar a las puertas de una etapa de consolidación que sería muy positiva.

P. ¿Está pensando en alguien que pudiera ser un cónyuge ideal para Codorníu?

R. Puede haber muchos. También podría ser una consolidación con industrias adyacentes, spirits (licores destilados) o cervezas, por ejemplo, con quien pudiera haber sinergias a nivel comercial o logístico.

P. Alude a la necesidad de hablar sin tapujos, pero hay operaciones que rebasan el marco empresarial. En el caso de la opa del BBVA al Banco Sabadell el intento de fusión se ha visto, a menudo, como la pérdida de una señal de identidad para un territorio.

R. Contar los efectos positivos de una consolidación ayuda a entender las razones empresariales de esa operación. Porque, por defecto, puede darse una connotación negativa para el comprado que no tiene porque ser así. Por lo general, el comprador adquiere una empresa porque ve una oportunidad de desarrollo. Puedes encontrar casuísticas de todo tipo pero, en principio, comprarla para dañarla no tiene sentido.

P. ¿Han dado con la clave para escapar del trasnochado cliché que presenta al cava como un producto inferior al champán?

R. El cava está en un buen momento porque, aparte de su buena calidad, aprovecha la inflación que ha habido con el champán y la saturación de un mercado que no puede absorber más incrementos de precio. La apuesta de calidad del cava es tan potente como la del champán. Y no es cosa de hace dos días ni tres, sino de años, el hecho que los enólogos hayan descubierto que un cava, sobre todo cuando se usan uvas de calidad, se pueda envejecer tanto como un champán. Todo ello ha posibilitado que el segmento del cava premium, el de más valor, haya registrado un mayor auge en los últimos años.

P. La calidad puede servir para atraer el consumidor iniciado, ¿pero cómo se atrapa al público joven o a aquellos que son reacios a las burbujas?

R. Se puede tender a pensar que es un producto para gente más mayor, pero los datos demuestran que la entrada en la burbuja es muy consistente entre todas las generaciones. Modas como el tardeo han puesto en el centro a los espumosos. Pues, si tu ofreces un espumoso de calidad a un precio aceptable, tienes números para atraer también a las generaciones más jóvenes. En el mundo de los vinos tranquilos pasa algo parecido con los blancos, que se imponen a los tintos. De hecho, el bum del vino está evolucionando de manera muy fuerte hacía blancos, rosados y espumosos. Y en Codorníu nos aprovechamos de ello porque el 75% de nuestro portofolio encaja ahí.

P. ¿Es un lastre para el sector que haya competidores que sigan teniendo el bajo precio como principal arma para vender más botellas?

R. En el mundo de los vinos y los cavas la calidad es muy detectable por el consumidor promedio. Si tú pruebas a ciegas un cava de 3 euros y uno de 12 euros, diría que vas a saber cuál es cuál, con un porcentaje muy alto de éxito. Los vinos y los espumosos de menor calidad no engañan al paladar. Esto no se da en otras categorías de alimentación con las que yo estoy muy familiarizado.

P. ¿Iniciativas como la de las bodegas que se marchan de la DO Cava para crear el sello Corpinnat erosionan el prestigio de la marca cava?

R. Siempre he defendido que las marcas que se escindieron de la DO Cava hacían un diagnóstico correcto de la situación, porque la asignatura pendiente del cava ha sido y sigue siendo la creación de valor. Y por eso Codorníu se centra en trabajar ahí. Pero difiero de la manera como esas marcas enfocaron la solución porque nuestros competidores no son los otros cavistas, son el champán y el prosecco. Si ya es un reto enorme contar a nivel mundial la historia del cava, imagínate además contar historias mucho más pequeñas. El gran reto que tiene el mundo del cava y del vino es la excesiva fragmentación. En España hay 4.000 bodegas.

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Sobre la firma

Marc Rovira
Corresponsal económico de EL PAÍS en Cataluña, encargado de seguir la información relacionada con la actualidad empresarial y política. Licenciado en Derecho, durante una etapa en la prensa local trabajó en Girona y en Tarragona. Ya en EL PAÍS, tuvo un paso por la sección de Deportes, cubriendo el Mundial de MotoGP. Colaborador en la SER y en TV3.
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