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Los negocios fluyen en el MWC pese a la guerra comercial y los aranceles de Trump

El congreso recupera el volumen de congresistas chinos y propicia encuentros entre empresarios que vienen de países enfrentados

En la imagen, el stand de Samsung en el Mobile World Congress 2025 en Barcelona con teléfonos, relojes, anillos y tablets.
En la imagen, el stand de Samsung en el Mobile World Congress 2025 en Barcelona con teléfonos, relojes, anillos y tablets.Massimiliano Minocri
Josep Catà Figuls

Hubo una época en la que el té era una obsesión tan grande como lo son hoy los chips. Hasta mediados del siglo XIX había una sed tan imperiosa por este brebaje en Europa, y en especial entre los británicos —y por otros productos como la seda o la porcelana— , que la balanza comercial estaba totalmente decantada en favor de China. Esta nación lejana custodiaba los secretos del té y tenía el monopolio de su comercio. El Imperio Británico logró romperlo mediante un duro enfrentamiento comercial y físico —las Guerras del Opio— y mediante las artimañas de un botánico, Robert Fortune, que se disfrazó para cruzar la frontera y estuvo varios meses recolectando muestras de plantas de té y convenciendo a maestros chinos para replicar los cultivos en Darjeeling, en la India británica. Hoy, la misma sed anhela otros bienes y servicios, sobre los que se ciernen también los recelos geopolíticos: chips, procesadores, supercomputadores, inteligencia artificial, 5G... Pero en medio de la guerra comercial que ya está en marcha, con aranceles cruzados y regulaciones proteccionistas, ya no hace falta disfrazarse para seguir haciendo negocios. Solo es necesario llevar una acreditación del Mobile World Congress (MWC) para que todo fluya.

En el tercer día del congreso mundial de móviles, que empezó el lunes en Barcelona y espera reunir hasta este jueves a más de 100.000 personas, ya se empiezan a ver maletas y bolsas de viaje. Para muchos congresistas este es el último día, y después de las citas y las conferencias de la jornada irán directos al aeropuerto. Cristian Sánchez trabaja para Concepto Móvil, una empresa mexicana que provee servicios a empresas como los mensajes SMS para validar una compra, entre otras cosas. Considera que el MWC es una buena oportunidad para hacer contactos y, potencialmente, negocios, y se muestra muy tranquilo ante la guerra comercial que afecta en parte a su país. “No es algo que haya sido relevante en nuestras conversaciones con clientes, colegas y socios. También porque nosotros nos hemos preparado: tenemos una empresa en EE UU y otra en México, y facturamos localmente”, explica.

Este año, muchos de los asistentes son chinos. Antes de la pandemia, el volumen de congresistas y empresas chinas era muy relevante para el MWC, pero la irrupción de la covid-19 hace cinco años y las mayores restricciones que se impusieron luego en ese país impidieron que en las últimas ediciones del congreso pudiesen venir tantos asistentes de China como antes. La patronal de la industria del móvil, GSMA, que organiza el congreso, no detalla cuántos congresistas hay ahora por nacionalidad —el año pasado, el 25% eran de origen asiático—, pero la cantidad de empresas chinas, el amplio espacio que ocupan algunas de ellas y el flujo de asistentes de este país hacen pensar que el volumen se ha recuperado. La organización ha hecho mucho para que esto pase, retrasando el congreso unos días frente a lo que es habitual, para evitar que coincidiese con el Año Nuevo chino.

Congresistas en uno de los espacios del MWC.
Congresistas en uno de los espacios del MWC.Massimiliano Minocri


El MWC es un lugar idóneo para hacer negocios, o al menos, para tener encuentros informales. “Quizá no es el sitio donde se cierran los grandes tratos, pero sí que es sin duda un lugar en el que te ves de forma muy cercana con tus socios o con posibles socios”, explica Jordi Romero, cofundador y consejero delegado de la startup catalana Factorial. La GSMA tiene muy claro que el objetivo principal es que las empresas conecten al más alto nivel, y por eso se congratula al destacar que el 51% de los asistentes son directivos y el 21% son altos ejecutivos.

En este sentido, no es de extrañar que las empresas hablen entre ellas, incluso en el caso de que vengan de países enfrentados. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha impuesto esta semana nuevos aranceles a China —país con el que tiene su mayor déficit comercial— hasta el 20% sobre las importaciones de sus productos, y China ha respondido a su vez con nuevas tasas. Pero en el pasillo central del pabellón 3 del MWC se ven las caras, durante cuatro días seguidos, empresas estadounidenses como Cisco, Intel o Microsoft y compañías chinas como ZTE, Honor o Xiaomi, que tienen los espacios expositores justo delante. Lo mismo ocurre con las empresas tecnológicas de Canadá o México presentes en el congreso, dos países a los que Trump también ha impuesto esta semana una dura política arancelaria.

Un asistente al MWC fotografía un teléfono móvil.
Un asistente al MWC fotografía un teléfono móvil.Massimiliano Minocri


Igal Medad es el consejero delegado de Capzul, una startup canadiense que lleva ocho años desarrollando soluciones de ciberseguridad. Es la segunda vez que acude al MWC: “Con lo que está pasando, es una forma interesante de posicionarnos. Antes ser de Canadá era un detalle, pero ahora es relevante. Primero en nuestro país, donde está surgiendo un sentimiento patriótico importante, y luego en Europa, porque podemos ser una alternativa al negocio de Estados Unidos”, apunta.

Las empresas chinas

La mayoría de los portavoces de empresas chinas consultadas prefieren no hacer comentarios sobre la situación geopolítica, pero admiten que si están aquí es para verse con todo el mundo. “Estamos abiertos para hablar con todos los socios”, dice Yahui Meng, responsable del negocio internacional de China Mobile, aunque recuerda que no quiere hablar de política. Muestra un mapa que ilustra dónde tiene negocios esta empresa, especialmente en el ámbito de los cables de fibra submarinos: “Estamos en el sudeste asiático, en África, en Europa, y también en Estados Unidos”, explica. Esta empresa de propiedad estatal china, que tiene la sede en Pekín —y una sede para negocios internacionales situada en Hong Kong— cubre muchos metros cuadrados en el MWC, y varias azafatas ataviadas con vestidos tradicionales de la dinastía Ming invitan a hacer contactos y negocios. “Estos días estamos presentando nuestros proyectos a nuestros socios, es una gran oportunidad porque todo el mundo está aquí, y es muy eficiente porque tenemos conversaciones rápidamente”, explica Meng.

Olivier Lamarre es un comercial de China Telecom, el operador de telecomunicaciones de referencia en China, que ayuda a empresas francesas a desarrollar negocios en el país asiático. “El MWC es un buen lugar para hacer negocios en un nivel más ejecutivo. Nosotros estamos aquí para mostrar la tecnología que tenemos y para darnos a conocer”, explica. La compañía no puede vender productos en Estados Unidos, y Lamarre admite que existe cierta preocupación en el sector de las telecomunicaciones acerca de la guerra comercial. “Pero los negocios se pueden llevar a cabo incluso si hay embargo, hay maneras de hacerlo, con rutas distintas, por ejemplo. Los chinos no ven el mundo igual que lo vemos en Europa, y por ejemplo el negocio en Rusia continúa”, añade.

Otras empresas, más pequeñas, no miran a Estados Unidos simplemente porque el mercado chino y asiático es tan grande que no les hace falta ir a otros lugares. Yi-Chen Lin trabaja en la compañía china Hosin Global, que fabrica sistemas de almacenaje de memoria para teléfonos y otros aparatos. “Las relaciones entre China y EE UU no son buenas, así que nuestro foco es hacer negocios primero en China, y luego ya veremos”, dice, destacando que se lleva del MWC muchas tarjetas “de potenciales clientes”.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.
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