La historia de poder y opio de la familia que ‘inventó’ Hong Kong
Los Keswick poseen aún el máximo estatus en la excolonia británica, el "pequeño paraíso" de Ian Fleming y "una de las sociedades más exitosas de la Tierra", según el príncipe Carlos de Inglaterra
¿Puede una sola familia crear la cultura y la economía de una nación-estado al completo? La historia dice que sí. Ahí están los Medici en Florencia, los Borgia en Roma y... los Keswick en Hong Kong. Los Medici tenían grandeur y buen gusto. Los Borgia tenían deseo de poder y maestría para la intriga. ¿Y los Keswick? Ellos comenzaron con el opio y acabaron en la Corporación Bancaria de Hong Kong y Shanghái.
Casi a la mitad de su secuela de libros de James Bond, Ian Fleming visitó Hong Kong. O Honkers, como a los británicos les gusta llamarlo a veces. Voló en un de Haviland Comet y el viaje duró 26 horas. Fleming descubrió lo que denominó un "pequeño paraíso" e incluyó Hong Kong en su libro Thrilling Cities, una obra maestra de la literatura de viajes.
Como 007, Fleming se tomó muy en serio los placeres de la carne. Estaban las carreras y los clubes de campo. Los ruidosos bares de Lockhart Street, en Wanchai, también le atrajeron. Y tal vez incluso sus guaridas del opio. Y, por supuesto, las mujeres. El tradicional cheong-sam de seda, con un corte hasta la cintura que revela ampliamente el muslo, prestaba a su portadora una "belleza hábil y tosca". Para Fleming, Hong Kong fue "la última fortaleza del lujo feudal en el mundo".
"Hong" en realidad significa "casa comercial" en chino Han. Las cosas han cambiado desde los días de Fleming. Ahora se encuentra a unas 12 horas sin paradas en un A350... pero ellos no han cambiado tanto. Incluso la RPC comunista no puede erradicar esas huellas feudales, ni el compromiso esencial de Hong Kong con los negocios y el hedonismo. Ese comercio comenzó con arroz y algodón, pero pronto se pasó al opio.
Y el comerciante responsable de ello fue William Keswick. Nacido en Dumfries, Escocia, en 1834, Keswick estaba relacionado por el lado de su madre con la compañía comercial Jardine Matheson que se habían establecido en Cantón, el moderno Guangzhou, desde 1832. Keswick llegó a Hong Kong en 1855, surcando en un vapor el Delta del río Perla. Comercialmente hablando, su ambición era llenar el vacío que había dejado el declive de la antigua Compañía de las Indias Orientales, cuyo negocio se había concentrado en sus últimos tiempos en el opio.
Durante la primera década, las Guerras del Opio definieron la colonia. Aquí los británicos hicieron una demostración de poderío colonialista, superioridad militar y ceguera moral. Durante la Primera Guerra del Opio, las concesiones obtenidas de la dinastía Qing, entonces en el gobierno, permitieron que Hong Kong se estableciera como un territorio independiente. Aquí, las ambiciones comerciales superaron fácilmente el escrúpulo moral: Jardine Matheson no dejó de comerciar con opio hasta 1870. Y más tarde, cualquier puritanismo escocés que quedara en Hong Kong logró de alguna manera acoger a las prostitutas de Ian Fleming, llamadas Miss Ten Thousand Fun y Safety o Miss Soft Warm Village ("señorita Mil Diversiones y Seguridad o señorita Aldea Suave y Caliente").
En 1922, Somerset Maugham, una especie de reliquia colonial en sí mismo, escribió una historia corta llamada Tai Pan, basada en Jardine Matheson y los Keswick. "Tai Pan" significa "mandamás" y desde los días de William, los Keswick han sido los mandamases de Hong Kong. Recuerdos de un pasado en Hong Kong son la milicia privada que conservan y la tradición del disparo del mediodía. Un cañón Hotchkiss de 3 libras, rescatado de la batalla naval de Jutlandia en 1917, se dispara diariamente desde un punto cerca del Causeway Bay Typhoon Center. Históricamente, el arma se disparaba cada vez que llegaba un Tai Pan. Ahora lo disparan de todos modos.
La influencia de Jardine Matheson está en todas partes en Hong Kong. Jardine House está cerca de la famosa terminal de Star Ferry y a veces se la conoce como "the house of a thousand arseholes" (literalmente, la casa de los mil "anos", que también tiene en inglés la acepción de gilipollas), no como un insulto contra sus habitantes, sino como una descripción de la elaborada fenestración que se asemeja al orificio rectal. Por supuesto, Jardine Matheson también es dueña del Star Ferry.
Hong Kong dejó de ser un territorio británico en 1997. Pero la influencia de la familia Keswick y de Jardine Matheson permanece. La casa posee, por ejemplo, Zung Fu, el distribuidor dominante de Mercedes-Benz en China continental. También es dueña de la inmobiliaria Hong Kong Land y de Mandarin Oriental Hotels (que tienen entre otros el Ritz en Madrid y un lujoso hotel con interiorismo de Patricia Urquiola en el Paseo de Gracia, en Barcelona). Y, aunque oculta tras complejas estructuras de participación accionarial, la familia Keswick puede afirmar que "posee" HSBC de la misma manera que los Medici poseían la Florencia renacentista.
El poder en Hong Kong lo ostentan, por orden, el Club Jockey, Jardine Matheson, HSBC y los remanentes de los colonialistas británicos. La familia Keswick dominó y domina a cada uno de ellos. Como en la mayoría de las familias patricias británicas, los nombres vuelven de generación en generación, de William a Henry a William y de regreso a Henry. Hoy, Sir Henry, el sexto Keswick Tai Pan, vale 6.350 millones de libras (casi 6.900 millones de euros) y su familia ha mostrado una extraordinaria capacidad de resiliencia que no siempre acompaña a las empresas coloniales británicas. Hay una palabra china Han "gweilo", despectiva para los europeos, que se puede traducir aproximadamente como "fantasma". Los Keswick apenas son fantasmas, más bien, presencias materiales.
El príncipe Carlos describió a Hong Kong como "una de las sociedades más exitosas de la Tierra". También podría haber dicho que los Keswick son una de las familias más exitosas de la tierra. Quizás son menos distinguidos como mecenas del arte que los Medici o los Borgia, pero hicieron posible lo que Ian Fleming llamó "la ciudad más vívida y emocionante que he visto".
De todos modos, tal vez Hong Kong es una obra de arte.
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