El FMI insta a Europa a acelerar su integración para impulsar el crecimiento
Una nueva ronda de ampliación podría reducir la brecha de renta per cápita con EE UU, estancada desde la crisis financiera, en hasta en 10 puntos porcentuales
Europa necesita un empujón. El proceso de convergencia entre los Estados miembros y el crecimiento de la productividad se han gripado tras la crisis financiera, y la manera de revitalizarlo puede pasar por incluir a más países en el bloque y profundizar en el mercado único. “Podrían generar nuevas fuentes de crecimiento”, señala el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe Regional Economic Outlook para Europa, publicado este martes. Una nueva ronda de ampliaciones podría reducir la brecha de renta con EE UU en hasta 10 puntos porcentuales. “Si se combina con una integración más profunda para reducir las barreras restantes dentro de la UE, los beneficios podrían magnificarse”, calcula el organismo con sede en Washington.
El documento del FMI hace un recorrido histórico de la integración europea y los efectos positivos que ha tenido sobre los niveles de PIB per cápita. “La integración efectiva y las reformas estructurales abrieron las economías y mejoraron su conectividad, beneficiando tanto a los Estados miembros anteriores como posteriores a la ampliación de 2004″, señala. Gracias a la integración de nuevos socios, la mejora en la productividad y la abundante inversión de capital, el nivel medio de renta creció en cerca de un 30% en los últimos 15 años, permitiendo recortar la brecha de renta con EE UU y entre las regiones más ricas y más pobres, las principales beneficiarias del proceso de convergencia. A partir de 2011, sin embargo, el ritmo se detuvo: hoy en día, el PIB per cápita en el Viejo Continente sigue siendo un tercio inferior al de la mayor economía del mundo.
Esta brecha es, además, muy desigual. Los socios que entraron a formar parte del bloque comunitario antes de 2004 están 20 años por detrás de la trayectoria de ingresos de EE UU, mientras que los que se integraron después tienen una situación parecida a la del país norteamericano a finales de los años ochenta. Los candidatos a la adhesión están más de medio siglo por detrás. “Dicho de otro modo, hoy el ingreso per cápita promedio de los antiguos Estados miembros, los nuevos y los actuales candidatos a la adhesión se sitúa en el 80%, el 57% y el 41%, respectivamente [con respecto a EE UU]. Se trata de enormes brechas, pero también de oportunidades para recuperar el terreno perdido”, matiza el Fondo. De hecho, los nuevos socios fueron los que más contribuyeron a la reducción de la distancia en renta entre 1998 y 2011, y la convergencia ha sido más rápida que en otros lugares del mundo, por ejemplo en el caso de Asia.
De esta manera, si una mayor integración podría generar nuevas fuentes de crecimiento por un lado, la ampliación del mercado único ayudaría a todo el bloque, por el otro, a adquirir nuevas tecnologías y beneficiarse de economías de escala con el acceso a un mayor número de consumidores y factores de producción. También a repartir de forma más eficiente el capital humano y financiero gracias a la libre circulación de personas y capital. Si los efectos de las nuevas incorporaciones de los actuales 10 países candidatos fuera parecida a la de 2004, el PIB por habitante de la nueva UE-37 podría crecer en hasta un 14% en 15 años.
El éxito del mercado único
El mercado único en la UE, que permite la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, ha sido el gran artífice del proceso de convergencia. El FMI destaca los efectos benignos de la eliminación de las barreras al comercio y a los movimientos, así como la armonización de la regulación en muchos ámbitos, un cóctel de factores que genera más beneficios que un simple acuerdo de libre comercio. A ello se añaden los fondos comunitarios, principalmente aquellos destinados a las regiones más rezagadas.
“Los beneficios de la adhesión a la UE y la transformación económica relacionada son grandes”, incide el documento. “Durante los 15 años posteriores a la adhesión [en la ronda de ampliaciones de 2004], las regiones de los nuevos Estados miembros ganaron un 23% en PIB per cápita, en promedio, y la ganancia superó el 10% después de cinco años y del 30% después de 15 años. La ganancia equivale a una tasa de crecimiento del PIB 1,7 puntos porcentuales más alta por año, manteniendo todo lo demás constante, lo que acelera considerablemente la convergencia dentro de Europa. Todas las regiones se beneficiaron, y las mayores ganancias se registraron en los países bálticos y Rumania”.
Sin un golpe de timón, sin embargo, el futuro no pinta bien. El rebote que ha experimentado la economía europea tras la pandemia se ha agotado, y el avance de la actividad de los Veintisiete continuará siendo endeble en los próximos años, sobre todo en las mayores economías, como Alemania e Italia. España se salva de esta dinámica, pues será el país entre los grandes que más crecerá este año y el siguiente, pero la salud de los vecinos puede generar contagios.
La mirada sigue puesta en la baja productividad. Su aumento fue uno de los impulsores de la convergencia, pero su crecimiento se acabó desacelerando en los últimos años, partir de la crisis de 2008 y otra vez golpeada por la recesión causada por la pandemia. Una conclusión a la que también han llegado los numerosos informes encargados por Bruselas para encontrar la receta que la saque del estancamiento. Uno de los últimos, el del expresidente del BCE Mario Draghi, es rotundo: hay que profundizar en el mercado único como herramienta para impulsar la economía.
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