Las siete amenazas para la economía global: de la inflación a las criptomonedas
La actividad va perdiendo fuelle en el mundo a la vez que crecen los riesgos para la estabilidad por la crisis climática, las tensiones geopolíticas o la banca en la sombra
Una crisis en principio acotada a un parque temático de Lego acabó golpeando a toda la economía de Corea del Sur. Ocurrió a principios de otoño. La empresa promotora del centro de ocio, participada por el gobierno de la provincia de Gangwon, dejó sin pagar un bono de 137 millones de euros. La decisión no solo puso contra las cuerdas al proyecto. En un mercado con menos liquidez por las subidas de tipos, las arterias por las que circula el crédito a empresas quedaron congeladas y el Gobierno y el Banco Central de Corea se vieron forzados a intervenir.
El impago de Legoland ha quedado, al menos por ahora, en un susto. Otro más. Casi en paralelo a esa crisis, la City de Londres se sumía en el caos después de que la ex primera ministra Liz Truss revelara sus planes para reducir impuestos. Las turbulencias en el Reino Unido, que también requirieron de la intervención del Banco de Inglaterra, volvían a poner de manifiesto la fragilidad en la que se mueve la economía global.
En la era postcovid hay varias amenazas latentes. Y la combinación de dos o tres shocks pueden poner en riesgo la estabilidad financiera. En el Reino Unido, confluyeron la desconfianza de los mercados, la menor liquidez y la magnitud de la banca en la sombra. “Bienvenidos al mundo de la policrisis”, escribía recientemente el historiador Adam Tooze, de la Universidad de Columbia en el Financial Times, recuperando un término que empleado por el expresidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
La palabra más repetida en todas las previsiones formuladas por los organismos internacionales es incertidumbre. Aparece plasmada en cinco ocasiones en las previsiones de la Comisión Europea, 30 veces en las del Fondo Monetario Internacional (FMI) y hasta en 96 en las de la OCDE. Tras el rebote posterior a la pandemia, las proyecciones apuntan a que la economía vuelve a enfriarse. Las últimas, de la OCDE, indican que el mundo crecerá un 2,2% en 2023, frente al 3,1% de este año. El frenazo se notará sobre todo en Estados Unidos y Europa, cuyas economías se prevé que apenas avancen un 0,5%. La crisis, en esta ocasión, se apoya en varios fenómenos. Unos son visibles y otros latentes; unos van escampando y otros cobran intensidad. Y el peligro está en que unos sigan interactuando con los otros.
Inflación. Se erige como el principal enemigo de las instituciones internacionales. “La prioridad número uno sigue siendo la lucha contra la inflación. No seremos capaces de aguantar el crecimiento económico sin restablecer la estabilidad de precios”, afirma Daniel Leigh, director de la División de Estudios de la Economía Mundial del FMI. A pesar de que tanto en EE UU (7,7%) como en Europa (10%) el alza de precios se ha moderado en noviembre, el nivel alcanzado sigue siendo muy elevado. El economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), Philip Lane, afirmó esta semana que el “pico” podría estar cerca, pero también advirtió de que los precios seguirán altos en 2023 y 2024. Los mercados esperan que la escalada inflacionista se modere y los bancos centrales suavicen la subida de los tipos de interés, que incluso podrían desatar otra de las amenazas para la economía: la recesión.
Recesión. El otoño ha resultado ser menos gris de lo esperado a ambos lados del Atlántico, pero las previsiones siguen recogiendo una ralentización de la economía para 2022. Incluso una recesión técnica para la zona euro. Esta semana, la OCDE advertía de que los indicadores adelantados de la mayoría de las economías avanzadas reflejaban una pérdida de impulso de la actividad. “Esperamos ver varios matices diferentes de recesión en 2023″, afirma Carsten Brzeski, jefe global de Macro en ING. Eso, añade, se traduce en una depresión “de manual” en EE UU provocada por la Reserva Federal para enfriar la economía y otra más leve en la zona euro. El objetivo parece ser claro: evitar a toda costa la estanflación.
Crisis climática y energética. Carsten Brzeski considera que Europa puede adentrarse en una recesión por los “desafíos estructurales y transiciones” que debe afrontar. La UE se propone pisar el acelerador para ir abandonando los combustibles fósiles ante el elevado coste que ha supuesto la dependencia del gas ruso. Según la OCDE, el gasto en energía equivale al 17,7% del PIB, una cota nunca vista desde las dos crisis del petróleo. Esa factura es la que ha espoleado la tasa de inflación hasta cotas que jamás había vivido el euro. Las organizaciones internacionales advierten de otro peligro derivado del cambio climático: la proliferación de nuevas pandemias, como los brotes de cólera detectados ya en 30 países.
Deuda. El FMI estimó en 2021 que la deuda mundial alcanzaba los 226 billones de euros, lo que supone un 256% del PIB global. Se aceleró la deuda pública, que equivalía a toda la riqueza mundial. En esos parámetros se halla también Europa, donde las obligaciones de los países dejaron de ser un problema mientras los tipos permanecieron bajo cero. “El BCE ha comprado grandes cantidades de bonos gubernamentales mientras los tipos han estado en terreno negativo”, afirma el profesor de la London School of Economics y exsecretario del Tesoro italiano, Lorenzo Codogno. Atrás quedó ya esa era, y las subidas de tipos vuelven a situar a esa montaña de deuda dentro del mapa de riesgos.
Ucrania. Ninguna hoja de ruta puede desechar ya los riesgos geopolíticos. Este año había dos en la agenda de los analistas: la guerra en Ucrania y las elecciones en Estados Unidos, donde los demócratas han logrado salvar los muebles. “La guerra es el principal factor hoy en Europa. Y casi todo está conectado a ese conflicto”, afirma Nicolas Veron, investigador de Bruegel y del Peterson Institute for International Economics. Los ataques de Rusia provocaron una crisis en los mercados de las materias primas y la energía que amplificaron las tensiones inflacionistas y revirtieron el proceso de recuperación económica, en especial en Europa.
China. Las recientes protestas en las calles de las principales ciudades del gigante asiático fueron vistas hace apenas unas semanas como un nuevo foco de inestabilidad. Sin embargo, los mercados tardaron apenas horas de pasar del rojo al verde. En solo un día vieron que esas manifestaciones iban a ser un revulsivo para que las autoridades del país se decidieran a empezar a levantar los estrictos confinamientos por la política de covid cero. “China va a crecer un 5,5%, más de lo que esperábamos. A Europa ese avance le va a beneficiar menos, porque supondrá más demanda de energía y mantendrá los precios más altos de lo que pensábamos”, afirma Alicia García-Herrero, economista jefe de Natixis. Persisten las dudas, no obstante, sobre la burbuja inmobiliaria del país, que ha lanzado ya varias señales de fatiga.
Banca en la sombra y criptomonedas. Las instituciones tienen identificados todos los riesgos anteriores. La preocupación está, sin embargo, en aquello que no ven: todos los activos que permanecen en la sombra, fuera de los balances de la banca. El pasado mes de octubre, la Junta Europea de Riesgo Sistémico emitió por primera vez desde su creación en 2010 un aviso al identificar “un número de riesgos graves para la estabilidad financiera”. El deterioro económico, a su juicio, podía hacer emerger burbujas como la inmobiliaria, pero también de productos depositados en entidades no financieras. “Hay un riesgo financiero creciente, que podría provocar otro shock importante”, afirma García-Herrero. Los bancos centrales están en guardia. El Banco Internacional de Pagos (BIS) ha advertido de que hay 65 billones de euros de deuda oculta en operaciones con divisas fuera del balance de la banca. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha recordado esta misma semana el colapso de plataformas de criptomonedas como FTX. Y ahí quedan todavía muchas alfombras por levantar.
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