Pagar por prestar dinero: la incógnita de los tipos negativos
La deuda con rentabilidad bajo cero supera ya los 15 billones de euros y anticipa una época de bajo crecimiento e inflación
Hipotecas en Dinamarca a coste cero; o incluso que le salen a pagar al banco que las concede. Un Gobierno alemán que se plantea si debe ilegalizar la posibilidad de que el banco cobre a los pequeños ahorradores por depositar su dinero. Una curva de tipos insólita según la cual la deuda estadounidense a tres meses ofrece una rentabilidad superior que la de 30 años. O unas hipotecas españolas que, para algunos de los que compraron casa en los años del boom,ahora ofrecen unos tipos en negativo, es decir, que es la entidad la que está pagando al cliente por haberle prestado dinero.
Hace tiempo que el mercado de deuda parece haberse vuelto loco. Algo que a primera vista parece contraintuitivo —pagar por prestar dinero— se está convirtiendo ya en una nueva normalidad. La deuda que ofrece rentabilidades negativas avanza a un ritmo imparable. Inexistente en 2014, se ha disparado en muy poco tiempo. Según Bloomberg, en agosto superó de largo los 15 billones de euros, el equivalente a entre 12 y 13 veces el PIB español.
Pero, ¿qué efectos tendrá esta anomalía en unos mercados donde abunda la liquidez; y la inflación y los tipos de interés están en mínimos? Además de ser una bendición para familias, empresas y Estados que tengan que endeudarse, las consecuencias de esta nueva era de tipos negativos son por ahora bastante desconocidas. El Bank of America alertaba en un informe reciente de que el fenómeno de los tipos de interés bajo cero se ha convertido en una de las “grandes preocupaciones” para las economías avanzadas.
“Si alguien nos dice hace años que estaríamos en esta situación, no habríamos dado crédito”, reconoce Francisco Vidal, economista jefe de Intermoney. Este analista solo se explica este fenómeno “tan atípico” por el escenario de muchos bancos centrales que se han visto obligados a instaurar los famosos tipos negativos.
Nuevos riesgos
Todo apunta, además, que la tendencia ha llegado para quedarse. Los riesgos geopolíticos que no dejan de crecer impulsan a los inversores a refugiarse en valores seguros, como la deuda. Al ser más demandados, los bonos se encarecen y sus rendimientos caen. “El nerviosismo por el Brexit y los débiles datos de inflación en Alemania servirán como gasolina en este proceso”, decía Commerzbank la semana pasada.
Los analistas desconfían del crecimiento a medio y largo plazo en Europa. Y de la capacidad para generar inflación, que se resiste machaconamente a acercarse al objetivo del 2% fijado por el Banco Central Europeo (BCE).
Se da por descontado que en su próxima reunión del 12 de septiembre el organismo que encabeza Mario Draghi anunciará un paquete de estímulos monetarios que seguramente incluirá un paso más allá en la política de tipos negativos y retomar, por culpa de los renovados problemas de la economía global, la compra masiva de deuda que abandonó en diciembre de 2018.
Todo esto refuerza la dinámica actual en el mercado de deuda. La preocupación es triple: por la baja inflación, el bajo crecimiento y los bajos tipos, una conjunción de datos anémicos que se refuerzan unos a otros y que alimentan el fantasma de la temida japonización de la economía europea.
No es para menos. Alemania, con el bono a diez años en el -0,7%, ya cobra por financiarse en todos los tramos de deuda: desde la que tiene el plazo de devolución más corto hasta la más larga. España tiene en negativo los bonos de cinco años. En los diez, que ofrecen una rentabilidad del 0,1%, llevan semanas acercándose sospechosamente al suelo del 0%. La deuda a diez años de países como Francia (-0,4%), Holanda (-0,56%) o Suiza (-1,09%) también cotiza ya en rendimientos bajo cero.
Este proceso trastoca todo lo que hasta ahora parecía racional. Así, cada vez más empresas tienen que pagar a los bancos por dejar su dinero en ellos. Según datos de julio del BCE, el 20% de los depósitos de compañías en la zona euro ya abonan un interés a su entidad financiera, una práctica que no se ha extendido a los particulares.
“¿Cuál es la relación entre tipos negativos y crecimiento?”, se pregunta en su informe el Bank of America. Sus analistas admiten que la política de tipos bajos ha podido evitar un frenazo aún mayor en la economía. Pero también el riesgo de que este escenario se interprete como una confirmación de que la debilidad económica va a continuar. “El riesgo es que los rendimientos de la deuda continúen su carrera hacia el suelo, inflando una burbuja en el mercado de deuda, lo que supone otro riesgo para la economía global”, concluye.
La paradoja de bancos que pagan por dar hipotecas
Este verano se rompió un tabú. Jyske Bank, el tercer banco de Dinamarca, ofreció la primera hipoteca en el mundo con rentabilidad negativa. La entidad lanzó un préstamo a diez años con un interés negativo del -0,5%. Esto implica que es el prestamista el que cobra por pedir dinero, y no al revés como es habitual. "No es que te regalemos dinero directamente, sino que cada mes tu deuda se reduce más rápido de lo que pagas", explicó Mikkel Hoegh, economista de la entidad, según The Guardian. El banco finlandés Nordea también ha anunciado otra hipoteca a 20 años al 0%, y una de 30 a 0,5%.
No parece que este vaya a ser un caso único. El banco central alemán, habitualmente guardián de la ortodoxia monetaria, aseguró la semana pasada que no tiene nada en contra de hipotecas con tipos negativos, y que no intervendría en caso de que algún banco las ofreciera en su país. "Económicamente, puede tener sentido para un banco aplicar intereses negativos en los créditos en lugar de pagar intereses aún más altos en otros productos", dijo Joachim Wuermeling, consejero del Bundesbank, al Stuttgarter Zeitung.
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