El FMI rebaja las previsiones de crecimiento mundiales y alerta del riesgo de recesión
Georgieva apunta que la próxima amenaza tras la pandemia y la guerra es una crisis financiera
Pintan bastos para la economía mundial. Los ministros de Economía de todo el mundo están citados la semana próxima en Washington para la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI). Tras dos años de encuentros telemáticos, uno de los cónclaves con mayor poder del mundo vuelve a ser presencial. Las previsiones meteorológicas anuncian algo de lluvia a mediados de semana. Las económicas, negros nubarrones. El FMI se dispone a rebajar de nuevo las previsiones de crecimiento para 2023 y alerta del riesgo de recesión, según ha adelantado este jueves Kristalina Georgieva, su directora gerente.
“La economía mundial es como un barco en aguas agitadas”, ha dicho Georgieva en el discurso que tradicionalmente sirve de prólogo a las reuniones, y que esta vez ha pronunciado en la Universidad de Georgetown, en Washington. No se ha andado con rodeos: “Ya hemos rebajado tres veces nuestras previsiones de crecimiento, a solo el 3,2% para 2022 y al 2,9% para 2023. Y como verán en nuestra actualización de Perspectivas de la Economía Mundial la próxima semana, rebajaremos el crecimiento para el próximo año”, ha añadido, con la voz un poco afónica y un poco de tos, por la que se ha disculpado, aunque ha aclarado: “No tengo covid, me hice un test ayer y otro esta mañana, pero cuando llega la asamblea me paso todo el día hablando con gente”.
Con la excepción de 2020, el año del estallido de la pandemia, en que la economía mundial retrocedió, el dato de crecimiento va a ser el peor desde 2009, el de la Gran Recesión. Esta última palabra ha vuelto a sonar en boca de la directora gerente del FMI: “Los riesgos de recesión están aumentando. Estimamos que los países que representan alrededor de un tercio de la economía mundial experimentarán al menos dos trimestres consecutivos de contracción este o el próximo año. Y, aun cuando el crecimiento sea positivo, se sentirá como una recesión debido a la disminución de los ingresos reales y el aumento de los precios”. La temida estanflación, estancamiento económico acompañado de alta inflación, toma cuerpo.
Las previsiones son eso: previsiones. Y Georgieva ha reconocido que el Fondo se ha equivocado con ellas. Hace un año sus economistas esperaban que, tras el fuerte crecimiento de 2021, la recuperación continuaría siendo sólida y las subidas de precios, transitorias. Ha ocurrido todo lo contrario, en parte por la guerra de Ucrania. La economía se ha enfriado y la inflación se ha enquistado.
Los elevados precios de la energía y los alimentos, el endurecimiento de las condiciones financieras y las persistentes limitaciones de la oferta han frenado el crecimiento. Georgieva ha repasado cómo todas las grandes economías del mundo tienen problemas. La zona euro se ve gravemente afectada por la reducción del suministro de gas de Rusia, China sufre interrupciones relacionadas con la pandemia y una profunda caída de su mercado inmobiliario y la inflación y la subida de los tipos de interés están lastrando a Estados Unidos.
Por si fuera poco, “es más probable que las cosas se pongan peor a que mejoren”, sostiene Georgieva. “La incertidumbre sigue siendo muy alta en el contexto de guerra y pandemia. Podrían producirse aún más choques económicos”, ha señalado, apuntando a los riesgos de una crisis financiera. “El ajuste de precio rápido y desordenado de los activos podría verse amplificado por las vulnerabilidades preexistentes, como la elevada deuda soberana y la preocupación por la liquidez en segmentos clave del mercado financiero”, ha dicho.
El Fondo destaca tres recetas para hacer frente a la crisis, cuyo impacto cifra Georgieva en cuatro billones de dólares hasta 2026. En primer lugar, mantener una política monetaria dura para controlar la inflación. Es lo que ya están haciendo los grandes bancos centrales. Aunque el Fondo cree que no Subir los tipos con decisión sería mucho peor, Georgieva también advierte del riesgo de pasarse de largo y provocar “una recesión prolongada“, especialmente por la acción simultánea de los diferentes bancos centrales.
En segundo lugar, una política fiscal responsable, algo en lo que le están haciendo menos caso. Georgieva ha alertado expresamente de los riesgos de tener una política expansiva para tratar de compensar el frenazo del crecimiento: “Mientras la política monetaria está pisando el freno, no debería haber una política fiscal que esté pisando el acelerador. Esto supondría un viaje muy duro y peligroso”. La directora gerente del FMI pide que los esfuerzos se centren en los vulnerables, nada de rebajas de impuestos generalizadas o ayudas indiscriminadas: “No den beneficios fiscales a los ricos”, ha dicho, reclamando además que las medidas de apoyo sean temporales. Y, en tercer lugar, a apoyar a los mercados emergentes y a las economías en desarrollo.
“Estamos viviendo un cambio fundamental en la economía mundial: De un mundo de relativa previsibilidad, con cooperación económica internacional, bajos tipos de interés y baja inflación, a un mundo más frágil, con mayor incertidumbre, mayor volatilidad económica, enfrentamientos geopolíticos y catástrofes climáticas más frecuentes y devastadoras, un mundo en el que cualquier país puede desviarse del camino con mayor facilidad y frecuencia”, ha resumido Georgieva.
La directora gerente del FMI ha hecho referencia a la pintura de la diosa Atenea del imponente Gaston Hall de la Universidad de Georgetown en que pronunciaba su discurso. Ha apelado a su sabiduría, primero, y luego a su faceta de diosa del tejido: “Si queremos atravesar este periodo de fragilidad histórica, debemos tejer un nuevo tejido económico y social que sea más fuerte y resistente a las tensiones a las que se enfrenta nuestro mundo en la actualidad”, ha concluido.
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