¿El triunfo de los ‘halcones’?
No parece haber fisuras en el BCE en cuanto al gran objetivo: aplacar la inflación con una política monetaria restrictiva
Comenzó más tarde pero va tomando velocidad y de qué manera. Así ha sido el proceso de endurecimiento de la política monetaria del BCE. Y, en unas últimas semanas de vértigo, con empeoramiento de previsiones macroeconómicas, el cruce de mensajes de varios responsables del banco emisor de Fráncfort —salvo Lagarde, que lleva dos meses sin hablar— ha generado una enorme expectativa sobre la reunión del Consejo de Gobierno de la institución de este jueves.
Decidirá una subida de, al menos, 50 puntos básicos, aunque un aumento de 75 es perfectamente posible. La señal será clara: el BCE está muy preocupado por la inflación y las subidas de tipos serán más intensas y urgentes de las esperadas inicialmente. Las anteriores ya afectaron al euríbor y la deuda soberana. Ahora se vaticina un impacto negativo considerable sobre la economía real, de lo que se lleva hablando un tiempo —incluido vaticinios catastróficos— aunque, en este momento, la zona euro está en mínimos históricos de desempleo, un factor positivo.
El marcado viraje en el rumbo del BCE desde hace unos meses se podría interpretar como una cierta victoria de los miembros más halcones de la institución (el entorno de Alemania y el norte de Europa). Por diferentes circunstancias —crisis de la deuda soberana, prolongado periodo de inflación cercana a cero—, quizás han marcado menos la agenda desde 2012. Sin embargo, en este momento es difícil no ser halcón, con una inflación desbocada.
El último grado de diferenciación está en la intensidad y frecuencia de las subidas de los tipos de interés. No parece haber fisuras en el BCE en cuanto al gran objetivo: aplacar la inflación con una política monetaria restrictiva. Aplicar las dosis que hagan falta hasta rebajar la subida de precios no explicada por el aumento de costes de la energía. La geopolítica y las acciones de los gobiernos y de la Comisión son fundamentalmente los que determinarán el devenir de los precios de los combustibles y gas. Si tienen éxito, el BCE puede tener algo más fácil su labor de vuelta a la estabilidad de precios. Fráncfort poco puede hacer en este sentido. Depende también del tino del resto de políticas aplicadas.
Agosto evidenció una fuerte subida del euríbor tras las medidas del BCE de julio. Es muy probable que esta senda alcista continúe durante meses. Se van a encarecer créditos e hipotecas a tipo variable, con el consiguiente efecto de “enfriamiento” en el consumo y en la economía. El ahorro bancario, eso sí, va a poder volver a tener rentabilidades positivas, algo que celebrarán los países europeos del norte, más frugales. Hay que tener muy en cuenta en el ámbito europeo el efecto asimétrico de las subidas de tipos sobre las deudas soberanas, con la rentabilidad de la italiana cerca del 4%. El BCE quiere vigilarlo para evitar la fragmentación financiera, pero tal vez se haga con menos vehemencia que hasta ahora, porque la lucha contra la inflación es la prioridad, con los riesgos que ello pueda tener para el sur de Europa.
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