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El FMI cifra en 5.000 millones de dólares mensuales la ayuda que Ucrania necesita para mantener su economía

La directora gerente del Fondo afirma que la cooperación global “debe continuar” en el G-20, pese a la agresión rusa

El presidente del Banco Mundial (BM), David Malpass, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Kristalina Georgieva
El presidente del Banco Mundial, David Malpass, y la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, el martes, durante un acto en Washington.Lenin Nolly (EFE)
Iker Seisdedos

El lenguaje meteorológico se ha impuesto al económico en la presentación este miércoles de la Agenda de Políticas Globales de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), institución que esta semana celebra su reunión de primavera en Washington. Kristalina Georgieva ha dado un parte con lluvia de crisis energéticas, vientos de inflación racheados, tempestades en los suministros y, en definitiva, la tormenta global perfecta. “El mundo se enfrenta a una crisis sobre otra crisis. A la pandemia le ha seguido una guerra. Es como si nos golpeara una borrasca sin habernos recuperado de la anterior”, ha sentenciado ante la prensa.

Y en medio del sombrío panorama general, Georgieva se ha detenido en el ojo del huracán. La directora gerente ha calculado en “5.000 millones de dólares mensuales” (4.600 millones de euros) la ayuda financiera que Ucrania necesita para “mantener su economía en funcionamiento”. “La prioridad es asegurarse de que ese apoyo cubra los próximos tres meses”, ha afirmado.

¿Y después? Poco a poco, ha dicho la economista búlgara, que ha prometido que el FMI trabajará “con sus socios para conseguir el dinero” para Kiev, al tiempo que ha alabado la gestión de sus autoridades, que han logrado en las ocho primeras semanas de guerra “mantener la estabilidad macroeconómica y financiera en un país sometido a un enorme estrés”. “Ya estamos discutiendo con Ucrania un programa de seguimiento y recuperación. De momento, la incertidumbre es muy alta, pero eso no debería impedirnos comenzar a trabajar en un paquete de reconstrucción”.

Georgieva ha recordado los negros presagios compartidos el martes por el FMI en su informe de perspectivas: la guerra en Europa, una catástrofe que la institución no vio venir en su última reunión de octubre, recortará un punto el crecimiento global previsto “para este año y el que viene”, hasta dejarlo en el 3,6%.

“Un total de 143 países han visto reducidas sus expectativas como consecuencia del conflicto”, que ha traído, según Georgieva, “además de un enorme sufrimiento” para las víctimas en Ucrania y para los “países vecinos más afectados”, “la aceleración de la inflación y un aumento en los precios del petróleo y de los alimentos que está estrangulando las economías familiares, así como un endurecimiento de las políticas financieras de los países” provocado por todo lo anterior. “A eso hay que sumar”, ha añadido la jefa del FMI, “los brutales confinamientos que ha impuesto China, que causan cuellos de botella aún más graves en las cadenas de suministro globales”.

A Georgieva, que ha pedido “acciones por parte de los bancos centrales para mantener el pulso de la economía” y reflejos a las autoridades financieras nacionales para “ajustar sus políticas sobre la marcha si es necesario”, también le preocupa “el riesgo de fragmentación geopolítica que podría poner en peligro los avances en materia de desarrollo de los últimos 75 años”. Por no hablar de “desafíos globales apremiantes como el cambio climático”, que han quedado aplazados por las citadas urgencias.

Por eso, considera que la cooperación mundial en el G-20 “debe continuar y continuará”, aunque algunos ministros Economía hayan amenazado con boicotear reuniones del bloque de países desarrollados a las que asistan representantes rusos, como la prevista para este miércoles en Washington. Hay una larga lista de asuntos que “ningún país puede resolver por sí solo”, dijo Georgieva. “Puedo dar fe de que es más difícil cuando hay tensiones, pero [la cooperación] no es imposible”.

La prueba de que la tormenta de la pandemia aún no ha amainado del todo la ha ofrecido el propio formato de la reunión del FMI de esta semana, aún predominantemente virtual. También la situación de China, cuya previsión de crecimiento se ha recortado hasta el 4,4% por los severos confinamientos decretados por sus autoridades para detener el avance de la covid, más de dos años después de su entrada en escena. Georgieva ha recomendado a Pekín que estimule fiscalmente el consumo “ya que se enfrenta una desaceleración provocada por las nuevas cuarentenas”. “Lo que vemos en China es que el consumo se está quedando corto, y que no se recupera con la fuerza necesaria”, ha advertido Georgieva.

Sobre Argentina, acostumbrada a los temporales económicos de aire permanente, la directora ha explicado que la inflación es el “gran riesgo” al que se enfrenta el país y ha adelantado que el diseño de un programa económico del FMI para este debe ser reajustado “rápidamente” para reflejar los cambios en la economía global provocados por la guerra en Ucrania.

Para despedir su discurso, Georgieva ha recurrido a otro lenguaje, el de la poesía, en busca de algo de esperanza entre tantas malas noticias. Lo ha hecho con los versos tal vez más citados (e impresos sobre tazas de desayuno e imanes para la nevera) de la poeta afroamericana Maya Angelou: “Toda tormenta se queda / sin lluvia”. “Y esta tormenta”, ha añadido Georgieva, “no será una excepción”.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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