La acebuchina, el oro líquido de Murcia
Una explotación entre Lorca y Caravaca de la Cruz comercializa uno de los aceites más raros y buscados de España, desconocido para el público en general
Tomás Navarro Oliver, uno de los cuatro dueños de la empresa familiar Acebuche Campo Coy, recibió un encargo directo de su abuelo. Pasara lo que pasara, no podían perderse los ejemplares de acebuche que habían salvado a centenares de personas durante la famosa fiebre española de 1918. Este coronel retirado de la Guardia Civil se levanta todos los días a las seis y media de la mañana y comprueba que las 100 hectáreas de este antecesor del olivo estén en perfectas condiciones. Pese a su bajo rendimiento, se ha convertido en un oro líquido, apreciado por sus cualidades antioxidante, para luchar contra la hipertensión e incluso contra el alzheimer.
Los cuatro hermanos Navarro Oliver tienen una finca de 100 hectáreas situada a unos 900 metros de altitud entre Caravaca de la Cruz y Lorca dedicada al cultivo ecológico del acebuche. Esto lo convierte en el mayor bosque de esta especie en España. El acebuche es un árbol de secano, que imperó en la península ibérica hasta la llegada de los fenicios. Estos introdujeron el olivo, que tiene una producción mayor de aceite. Si cada 100 kilos de aceituna dan entre 19 y 21 litros de aceite, en el caso del acebuche se reducen a unos seis o siete litros. Además, la recolección es mucho más difícil. “Mi padre decía que estaban unidas al árbol con pegamento. Aquí no sirve varearlo y que caigan. Hemos tenido que crear unos rastrillos especiales para recoger el fruto”, reconoce Tomás Navarro.
El fruto es pequeño y se caracteriza por su escasísima pulpa. De ahí, su bajo rendimiento en la almazara. Es casi todo hueso y piel. Al paladar resulta amargo y ácido. La recolección se inicia en octubre y se hace toda de manera manual, lo que supone 2,7 veces más tiempo que un olivo. El acebuche tampoco es un árbol regular: “Es conocido como vecero. Unas veces da mucha producción y al año siguiente puede que no dé nada”, reconoce el copropietario de Campo Coy.
Al ser agricultura ecológica, no se pueden utilizar nada que altere la producción natural de la planta. La polinización se hace por el aire, por lo que si llueve mucho en primavera el polen cae al suelo y no se produce la germinación del fruto. “Al haber recuperado la zona, se ha reactivado toda la fauna de la zona. Hay mucho zorzal, ciervo, jabalí, liebres y conejos, que se alimentan de los acebuches”, añade el productor.
Una vez que el fruto ha sido recolectado, se lleva a la almazara. Allí hay que esperar a que se enfríe y que se limpie previamente toda la instalación. Solo de esta forma se eliminan los restos de otros prensados que alterarían el sabor y las propiedades de la acebuchina. Por eso, el trabajo comienza por la mañana y siempre que el fruto tenga un temperatura inferior a 26,5 grados. Si se sobrepasa, se corre el riesgo de que se prense demasiado y se mezcle con el hueso o la piel. El aceite que sale es denso, amarillento y con un olor potente. Tiene un sabor afrutado con tonos amargos y que al principio llama la atención por su intensidad. “Es ideal para desayunar con pan. El torero Paquirri tenía una plantación de acebuches en Cantora, con la que sacaba 107 kilos de aceitunas. Le daban seis litros de aceite y siempre decía lo mismo: “El verdadero señorito andaluz desayuna con acebuchina”, afirma Navarro.
El aceite es guardado en barriles de acero inoxidable hasta que es envasado bajo la marca de Oleum Deos (aceite de los dioses). Solo así se impide la oxidación. Las botellas, caracterizadas por una factura elegante -negras y muy estilizadas-, son un diseño de otro copropietario, Agustín Navarro. Se comercializan entre 12,5 euros los 100 mililitros; 17,5 los 200 y 29,5 el medio litro. “Antes sacábamos unos 140 o 150 litros por cosecha, pero la primera grande fue el año pasado con 3.000 litros cuando introdujimos mejoras en la parcela y actuamos en los árboles para que dieran más producción”, afirma el coronel retirado.
Acebuche Campo Coy tenía toda la producción vendida a una empresa alimenticia dedicada entre otros campos a las cestas de navidad. Iba a incluir botellas en todos los lotes, sobre todo de 100 y 200 mililitros. La llegada de la crisis hizo estragos y esa compañía rechazó la compra. Eso obligó a agudizar el ingenio de los responsables de la compañía y a tirar de conocidos. Algunas grandes firmas, entre ellas una conocida constructora, lo incluyó como regalo de Navidad y causó sensación. Casi todos los que recibieron alguna botella del aceite de los dioses agradecieron el detalle al que se lo había regalado. “El urólogo Enrique Pérez-Castro lo definió como la heroína de los aceites, porque una vez que lo pruebas ya no quieres otro. Creo que acertó de pleno”, concluye Navarro, que lo consume a diario.
Gran poder antioxidante
Las características del aceite de acebuchina son numerosas, según describe Tomás Navarro. Mejora la salud cardiovascular, reduce el colesterol, tiene hasta 4,8 veces más de tocoferoles (vitamina E) con su poder antioxidante, mejora el sistema inmunitario, previene el envejecimiento celular y favorece el control de la hipertensión arterial, entre otras propiedades. De hecho, su consumo ha sido recomendado por la Fundación Española del Corazón.
Eso en el interior del cuerpo, porque también tiene un uso externo. Regenera la piel por sus propiedades cicatrizantes y reparadoras, calma la irritación cutánea, se puede utilizar como mascarilla capilar y facial y es un hidratante natural.
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