La Reserva Federal de EE UU acelera el ritmo de la retirada de estímulos y prevé tres subidas de tipos de interés en 2022
La decisión del banco central obedece “a la evolución de la inflación y la mejora adicional del mercado laboral”
La Reserva Federal de EEUU (Fed, banco central) acelera sus planes de retirada de estímulos empujada por una coyuntura en la que se combinan una elevada inflación y una tasa de desempleo en mínimos. En la última reunión del año del comité de política monetaria, la Fed ha anunciado una desconexión más rápida de lo previsto, adelantando a marzo de 2022 un tapering (retirada de estímulos) que estaba previsto concluyese en junio. Aunque por el momento se mantienen en torno al 0%, el banco emisor también ha confirmado sus planes de subida de los tipos de interés, principal herramienta de lucha contra la inflación, con tres ajustes el año próximo —el primero probablemente en el primer trimestre, al concluir el tapering— y otros tres el siguiente. La decisión se ha tomado “a la luz de la evolución de la inflación y la mejora adicional en el mercado laboral”.
En cuanto a las previsiones macroeconómicas en el año I de la recuperación de la pandemia —una recuperación relativa por el factor sorpresa de la variante ómicron—, el comité ha revisado a la baja las estimaciones previas. Las anunciadas en septiembre contemplaban una subida del PIB del 5,9% y una tasa de inflación del 4,2% para finales de este año, lo que ha obligado a ajustarlas al 5,5% en el caso del PIB, cuatro décimas menos que en septiembre, y al 5,3% en la inflación, un punto más. Para 2022, se contemplan un crecimiento del 4% y una inflación del 2,6%.
La Fed había venido comprando 120.000 millones de dólares al mes en bonos para mantener bajas las tasas de interés desde marzo de 2020, primer pico de la pandemia en EE UU y prólogo de una breve pero acusada recesión. En la última reunión del año del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, en inglés), que establece la política monetaria de la Fed, el volumen de la reducción, que en noviembre se fijó en 15.000 millones de dólares menos al mes, se ha multiplicado en diciembre por dos, hasta llegar a un ritmo de 30.000 millones de dólares menos. A partir de enero, la compra será de 60.000 millones al mes.
“La economía está fuerte y ya no necesita ese apoyo monetario”, ha explicado el presidente de la Fed, Jerome Powell, tras las presentación de las conclusiones del FOMC. “Una retirada más rápida [de estímulos] permite a la Fed abordar una gama completa de resultados plausibles”, ha dicho Powell, para quien la evolución reciente de la economía exige un ajuste más ágil de las compras de activos por la Fed.
Powell ha subrayado que la inflación se ha “generalizado” a todos los sectores de la economía estadounidense y ha pronosticado que se mantendrá elevada “hasta bien entrado 2022″. La Fed había mantenido hasta ahora que el alza de precios se limitaba a los sectores más afectados por la pandemia, si bien retiró la calificación de “transitoria” en noviembre. El dólar, que se había revalorizado al conocerse las conclusiones de la reunión del FOMC, volvió a caer con la comparecencia de Powell.
En noviembre la tasa de inflación interanual alcanzó el 6,8%, la más elevada desde 1982. A finales de ese mes, Powell, confirmado como responsable de la Fed por el presidente Joe Biden, admitió que el calentamiento de la economía podría ser más duradero de lo previsto por culpa de la aparición de la variante ómicron de la covid-19, que se añade a la congestión del comercio mundial y sus efectos en la temporada navideña, además de una crisis energética. La persistente presión de los precios se sustancia en datos como los relativos al precio que los productores pagan por los suministros. Indicadores publicados este martes constatan un aumento del 9,6% en noviembre, en relación con el mismo mes de 2020.
Elevar los tipos de interés —nunca antes de completarse la retirada de estímulos, en marzo, ha subrayado Powell— es la herramienta más poderosa en manos de la Fed para hacer retroceder la inflación, porque desaceleraría la demanda y el crecimiento al filtrarse en el resto de la economía, elevando el coste del endeudamiento de hipotecas y préstamos comerciales. Un giro no tanto copernicano, sino pragmático: la entidad pasaría de una política de mantenimiento a flote de la economía, con el respirador automático del Quantitative Easing (QE), a otra destinada a enfriarla, manteniendo la inflación bajo control. Del ingreso prolongado en la UCI de una economía comatosa, a tratar un episodio de fiebre persistente.
“Dado que la inflación ha excedido el 2% durante algún tiempo, el comité espera que sea apropiado mantener este rango objetivo [de la tasa de referencia] hasta que las condiciones del mercado laboral hayan alcanzado niveles consistentes con las evaluaciones de pleno empleo”, señala la Fed en el comunicado.
En una semana decisiva, con reuniones coincidentes de la Fed, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo (BCE), muchos esperaban una acción coordinada, para evitar el salto en el vacío de quien se atreviese a dar el primer paso, la subida de tipos. “Creemos que el panorama es más claro en el frente de la Fed”, señalaba en vísperas de la reunión Gilles Moëc, economista jefe de la gestora de fondos AXA Investment Managers. “Esperamos que la institución anuncie un tapering más rápido, que finalizará a principios del segundo trimestre de 2022, creando un espacio técnico para subir tipos antes del verano si es necesario. En principio, la variante ómicron debería ser motivo de pausa, mientras que la oleada [de la covid] en curso está lejos de terminar: las hospitalizaciones han comenzado a aumentar nuevamente en EE UU. La huella de la inflación de noviembre, con otro aumento significativo de los precios en gastos clave como las rentas, probablemente haya consolidado la determinación del banco central de prepararse para un ajuste preventivo, incluso si seguimos pensando que la mayoría del FOMC aún espera que la inflación se desacelerará significativamente en 2022″.
Así pues, la Fed ha debatido este martes y miércoles en Washington no el contenido, sino las formas: cuándo y cuánto subirá el precio del dinero para mantener la economía en equilibrio, en pleno recalentamiento inflacionario. Los tipos de interés en torno al 0% (en la franja técnica entre el 0% y el 0,25%) llevan sin variación desde marzo de 2020.
Endurecer la política monetaria es hoy más arriesgado que antes, por el endeudamiento de los Estados a consecuencia de la pandemia, subraya Philippe Waechter, jefe de investigación Económica de Ostrum. “La primera reacción a la aceleración del IPC es endurecer la política monetaria, hacerla menos acomodaticia. Esta estrategia es más compleja de aplicar hoy que en el pasado. La primera razón es que la mayoría de los actores de la economía están muy endeudados. Es el caso, en particular, de los Estados que vieron aumentar fuertemente su endeudamiento durante la pandemia. Invertir la estrategia monetaria es poner en riesgo la normalización económica mientras la crisis sanitaria no haya terminado”.
“Todos los bancos centrales han condicionado la subida de los tipos al fin de la flexibilización cuantitativa [QE]. Por lo tanto, en la fase económica actual les resulta imposible subir los tipos de interés de forma preventiva”, de ahí que se acelere la retirada del QE, subraya Waetcher.
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