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La crisis energética aviva el temor a un repunte mayor de la inflación

La luz batirá hoy un nuevo máximo y el crudo sube más del 50% en lo que va de año

Ignacio Fariza
Un pozo petrolero en Karnes City
Un pozo petrolero en Karnes City (Texas, EE UU).Eric Gay (AP)

La presión sobre los precios de la energía, de largo la mayor responsable del notable repunte de la inflación en los últimos meses, aumenta en todos los frentes. El crudo brent, la referencia del mercado petrolero en Europa, ha rebasado este martes los 80 dólares por barril por primera vez en tres años debido al incremento de la demanda y a una oferta limitada. El gas natural, uno de los principales causantes de la escalada sinfín en los mercados eléctricos europeos, prolongó en las últimas sesiones su vertiginosa espiral alcista. Y en España, el coste de la luz tocará este miércoles un nuevo techo histórico en los 189,9 euros por megavatio hora (MWh).

Los mercados de energía están entrando en una fase de aumentos ininterrumpidos de los precios que amenaza con trabar la recuperación económica tras el brutal mazazo propinado por la pandemia. En paralelo a la mejora de las perspectivas globales y a rebufo de una demanda que sobrepasa con creces la capacidad de oferta de los productores, la evolución del petróleo es quizá la que mejor ilustra la aceleración de los últimos tiempos.

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Si en la primavera de 2020, pocas semanas después del estallido definitivo de la pandemia, los inversores llegaron a pagar por deshacerse de los barriles que les sobraban y que no tenían forma de almacenar, menos de un año y medio después la situación no podría ser más distinta. A lomos de las crecientes dudas sobre si la oferta actual —limitada artificialmente por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)— será suficiente para colmar el renovado apetito global y de unas reservas mucho menores de lo que se pensaba, en lo que va de 2021 el brent acumula una subida superior al 50%. A esa cifra hay que sumar las alzas registradas en el tramo final del año pasado, cuando la incipiente recuperación y las noticias positivas sobre la vacuna ya habían empezado a calentar los precios.

Cóctel peligroso

En estas últimas semanas se han sumado dos factores más al peligroso cóctel que supone para Occidente el encarecimiento de la energía: la creciente demanda de crudo y gas por parte de China, y de Asia en su conjunto, y un creciente temor al desabastecimiento de combustibles en el Reino Unido, que ha hecho saltar las alarmas y que ha desatado las compras de pánico. La respuesta de las Bolsas ha sido clara: este martes el Ibex 35 se ha dejado casi un 2,6% en su segunda peor sesión en lo que va de año. Una energía más cara supone un coste añadido en las cuentas de resultados de las empresas y añade presión sobre los hombros de los bancos centrales en un momento crítico: justo cuando las voces más ortodoxas empiezan a urgir a retirar estímulos y subir el precio del dinero.

En el caso del crudo, pese a la subida acumulada prácticamente nadie en el mercado se atreve a dar por concluida la escalada. El último gran nombre en elevar sus expectativas para el crudo ha sido el gigante estadounidense de la inversión Goldman Sachs, que ya apunta a los 90 dólares por barril como próxima meta en un horizonte nada lejano: finales de 2021. “Aunque nuestra visión sobre el petróleo siempre ha sido alcista, el desequilibrio actual entre la oferta y la demanda es mayor de lo que habíamos previsto”, escriben sus analistas en un informe para clientes.

La demanda se recupera más rápido de lo previsto

Ni la variante delta del coronavirus ni los temores en torno al efecto adverso de los cuellos de botella en las cadenas de suministro parecen suficientes para aliviar la presión alcista. La recuperación de la demanda global de crudo ha sido “incluso más rápida de lo que decían nuestros pronósticos”, completan los especialistas en energía de Goldman Sachs. Y la escasez de reservas almacenadas en algunos de los principales países de Europa tampoco ha ayudado a estabilizar las fuerzas en el mercado petrolero. Todo lo contrario.

El estirón del gas natural en las últimas jornadas, que ha introducido más tensión en los mercados europeos de electricidad, también ha sido la puntilla para el crudo. Aunque distan mucho de ser sustitutos perfectos, ante el encarecimiento acelerado del gas “algunos países asiáticos se están lanzando a comprar grandes cantidades de crudo para utilizarlos en plantas de generación de electricidad con fuel-oil”, explica por teléfono Gonzalo Escribano, especialista en energía del Real Instituto Elcano.

A diferencia de octubre de 2018, la última vez que el crudo rebasó los 80 dólares, en esta ocasión el horizonte luce despejado de riesgos geopolíticos de relevancia para los países productores. “Es todo una cuestión de fundamentales de mercado. Hay mucha más demanda, y los temores sobre un posible resurgimiento del virus están muy atenuados. Y la oferta está restringida por una OPEP que no tiene incentivos para aumentar la producción y a la que le interesan los precios altos, y por unos productores de fracking en Estados Unidos que no están bombeando como otras veces”, explica Escribano.

Nuevo máximo de la luz

En esta tesitura, el mercado eléctrico español continúa encadenando récords. Impulsada por unos precios del gas que en Europa ya han rebasado su máximo histórico, la luz rozará este miércoles los 190 euros MWh, una cifra impensable hace solo unos meses. El máximo por tramos horarios se producirá entre las ocho y las nueve de la noche, cuando sobrepasará los 208 euros, según los datos publicados este martes por el Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad (OMIE), pero el MWh costará más de 200 euros durante seis de las 24 horas del día.

El encarecimiento del gas natural en Europa y la subida de los derechos de emisión de CO₂ son, además de la ausencia de viento para propulsar los molinos eólicos, los dos factores que explican el encadenamiento de máximos históricos. Por primera vez desde que hay datos, el coste de la energía supera ya la suma de impuestos y otros recargos y supone más de la mitad del recibo.

El enésimo capítulo en la escalada de la luz iniciada en primavera afecta al mercado mayorista, en el que negocian los precios las empresas suministradoras y las comercializadoras. Sin embargo, también impacta directamente a quienes tienen tarifa regulada, 10,7 millones de hogares cuya factura fluctúa al son de ese indicador. El resto de abonados (16 millones), cuyo suministro se negocia en el mercado libre, no enfrentan un incremento inmediato en lo que pagan por cada kilovatio hora, pero sí sufrirán la sacudida cuando expire su contrato de suministro y tengan que firmar uno nuevo, presumiblemente más caro. Antes o después, por tanto, empresas y familias se verán afectadas.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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