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Un imperio a base de hamburguesas

Carpisa Foods, especializada en carne de vacuno, vende en más de 25 países y espera recuperar la facturación previa a la pandemia, de 110 millones de euros

Empleados en el control de calidad de las hamburguesas de Carpisa.
Empleados en el control de calidad de las hamburguesas de Carpisa.Goyo Conde

Carpisa Foods lleva 35 años construyendo su pequeño imperio cárnico hamburguesa a hamburguesa, su producto estrella. Esta empresa familiar, especializada en carne de vacuno y que vende en más de 25 países, lleva 15 en manos de la segunda generación, que ha multiplicado por cinco la facturación heredada, hasta llegar a los 110 millones de euros en 2019. En estos momentos la compañía está inmersa en un plan de inversiones de 10 millones y, a pesar del impacto de la covid-19 en la actividad y en las cuentas del año pasado, espera crecer a doble dígito anualmente y aspira a doblar su facturación en un lustro.

Al otro lado de la pantalla, Jorge Castelló y Carlos Quintas, codirectores generales, cuentan que sus respectivos padres se conocieron en el colegio mayor mientras cursaban estudios que nada tenían que ver con el sector. Después de varios años de experiencia laboral por separado en sus campos, decidieron emprender juntos y abrieron una serie de negocios entre los que figuraba Carpisa, cuya principal finalidad era suministrar hamburguesas a una famosa cadena de comida rápida.

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Tras casi 20 años al frente de la compañía, los fundadores quisieron dar un paso atrás y sus hijos, ajenos hasta entonces al mundo de la carne, tomaron las riendas. En su falta de experiencia vieron más una oportunidad que un inconveniente. “Nosotros no veníamos con vicios del sector cárnico. Aportamos a la empresa una visión objetiva, neutral, sangre nueva y seriedad”, relata Castelló. “Creo que eso nos ha permitido dar una visión nueva a un negocio que siempre ha sido muy tradicional”, señala Quintas.

“Tuvimos que hacer una empresa seria como la que es ahora. Ir construyendo e ir ampliando y captando nuevos clientes, iniciar una actividad comercial…”, dice Castelló sobre el aterrizaje. Durante años, la compañía creció en paralelo a su principal cliente y, aunque la relación continúa en la actualidad, los codirectores sabían que era mejor no depender de un único comprador. “Nuestra apuesta principal fue un director comercial, que fue un proceso de selección muy largo, y nos ayudó a diversificar la cartera de clientes. Eso fue, digamos, el primero o uno de los factores que nos han ayudado a ese crecimiento”, comenta.

En la fábrica de la compañía, en el municipio madrileño de Griñón, a la que se trasladaron en 1999 desde Alcorcón y que ocupa alrededor de 12.000 metros cuadrados, deshuesan más 120 toneladas de carne y producen más de un millón de hamburguesas al día. Los animales provienen de mataderos homologados en España y alguno en Europa, y sus productos se venden en países del continente, siendo Francia y Portugal los principales en la UE, África y Asia. En su catálogo también tienen diferentes cortes de vacuno, albóndigas, carne picada, carne de kebab y halal, que proviene de animales sacrificados según los ritos prescritos en el Corán.

Su principal canal de venta es el de empresa a empresa. “Nosotros estamos focalizados en el foodservice y la hostelería, que es lo que nos ha hecho crecer y donde tenemos grandes clientes por toda Europa”, cuenta Castelló. Sin embargo, en 2016 se abrieron también al retail con la marca Brooklyn Town, de cuya última propuesta, una hamburguesa disponible en tres variedades y lista para comer tras un golpe de microondas, han vendido más de un millón de unidades desde el año pasado. El parón de bares y restaurantes causado por la covid-19 hizo que acelerasen sus inversiones enfocadas en este canal para llegar más rápido al consumidor final.

La crisis sanitaria que hirió de gravedad a la hostelería se tradujo en una caída del 30% de los ingresos de la compañía en 2020, pero aseguran que se han sobrepuesto rápido. “En este momento estaría recuperándose ya toda la actividad en cuanto a facturación, para volver otra vez a las cifras óptimas que había en 2019 y, obviamente, con rentabilidad”, señala Castelló. Aunque no desvelan la cuantía de los beneficios, afirman que Carpisa Foods es una empresa solvente y que reinvierten todo lo que ganan en seguir creciendo.

“El público español es eminentemente cárnico. A la gente le gusta la carne y eso creemos que no va a cambiar”, comenta Quintas sobre la demanda de productos vegetales, que aún consideran menor y que cubre su marca Vegreen. Sin embargo, dice, sí es más exigente y presta atención al bienestar animal, la sostenibilidad, a que la carne sea local, tenga una etiqueta más limpia, con menos conservantes, etcétera. “Y claro, satisfacer todas esas facetas de un consumidor que es muchísimo más sofisticado que hace 20 años… es cada vez más complicado”.

Para hacerle frente a este y otros desafíos y cumplir sus objetivos de crecimiento, están inmersos en el plan de inversiones que pusieron en marcha hace dos años, con especial foco en el consumidor final. “Vamos diversificando en productos, en canales y ahora en congelado y en fresco”, cuenta Castelló, que explica que la nueva línea de frescos está destinada tanto al sector minorista como a la hostelería. Además, han añadido una rama para el autoservicio mayorista, Carpisa Professional Solutions, y tras el verano ampliarán su oferta de productos ya cocinados. Parte de estos fondos se emplea también en mejoras productivas para poder dar una respuesta a las nuevas demandas de los clientes con precios competitivos.

Sus miras más a largo plazo están puestas en la ampliación de cuota de mercado tanto en despiece de vacuno como en hamburguesas para el canal Horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías) y en seguir introduciendo referencias en la línea dedicada al cliente final. “En el canal internacional queremos seguir aumentando en los países en los que estamos y entrar en nuevos, como pueden ser Suecia, Finlandia y Dinamarca, Canadá, Hong Kong y Filipinas”, añade.

Aunque aseguran que Carpisa Foods seguirá siendo una empresa familiar, una condición de la que están orgullosos, no habrá una tercera generación que les dé el relevo. “Nuestra idea es que la profesionalización de una empresa tiene que pasar por la gestión profesional en todos los sentidos”, asevera Quintas. “Lo lógico sería que la sucesión de Jorge y mía no fuese un miembro de la familia. De hecho, no hay ningún miembro de la familia que trabaje en Carpisa excepto nosotros”.


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