El FMI eleva hasta el 6,4% su previsión para España en 2021, pero será uno de los países de la UE que más tarden en recuperarse
Junto con Italia, queda rezagada frente al resto de economías del Viejo Continente y no regresará al nivel de PIB precrisis hasta 2023. Otros países del sur, como Portugal o Grecia, lo lograrán un año antes
Algo más cerca, pero todavía lejos de los augurios del Gobierno para 2021. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado este martes ligeramente al alza su previsión de crecimiento para la economía española en el primer año de la recuperación pospandemia. El organismo comandado por Kristalina Georgieva espera ahora que la economía española se expanda un 6,4% tras la severísima contracción del 10,8% registrada en 2020, la mayor de todo el bloque de países ricos. La cifra es cinco décimas mejor de lo pronosticado en enero —aunque también ocho décimas peor de lo previsto en octubre del año pasado, antes de que la última ola de contagios obligase a nuevas restricciones—, y sigue siendo sensiblemente menor al 7,2% (9,8% si se incorporan los fondos europeos, un número que hoy luce imposible) que el Ejecutivo de Pedro Sánchez mantiene como escenario central. Con todo, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ya ha dejado caer que tendrá que ser revisada a la baja.
La mejora aplicada por el FMI a su previsión para España en 2021 es superior a la de Alemania (a la que revisa una décima al alza, hasta el 3,6%) y ligeramente más alta que la de Francia (tres décimas al alza, hasta el 5,8%). Pero también notablemente inferior a la de Italia (1,2 puntos de subida, hasta el 4,2%) y, sobre todo, a la de Estados Unidos, donde los potentes planes de estímulo de Joe Biden elevan el crecimiento en 1,3 puntos porcentuales, hasta el 6,4%.
Para 2022, el escenario central del Fondo para España sigue siendo un crecimiento del 4,7%, sin cambios respecto a su previsión de principios de año aunque —ahí sí— ligeramente mejor de lo previsto el otoño pasado. Sobre estas previsiones, sin embargo, pesan importantes factores de incertidumbre que, en el caso español, pueden sintetizarse en uno solo: si el calendario de vacunación y la constante aparición de nuevas cepas permitirán una temporada turística más o menos al uso. De ese condicional dependerá en gran medida que la economía española pueda o no acercarse al rango bajo de la proyección gubernamental y a la del FMI, un organismo que —incluso en condiciones normales, sin pandemia de por medio— tiende a pecar de procíclico: cuando las cosas van bien suele pasarse de optimista y cuando van mal, de pesimista.
Paro al alza, inflación controlada
2021 será el primer año en la senda de la recuperación, pero el mercado de trabajo español tardará algo más en absorber por completo el golpe de la pandemia. Los economistas del FMI creen que —con el final de muchos ERTE— el paro seguirá subiendo este año, hasta terminar en el 16,8%. Es la cifra más alta de toda la eurozona, por encima de Grecia (16,6%) y a años luz de Italia (10,3%). En 2022, este porcentaje bajará en alrededor de un punto, hasta el 15,8%, una caída insuficiente para recuperar el pulso prepandemia, cuando el desempleo rondaba el 14%.
Los precios subirán tanto este año como el próximo (un 1% y un 1,3%, respectivamente), en buena medida por el encarecimiento de las materias primas. Sin embargo, el incremento en el coste de la vida quedará lejos de los augurios de quienes creen que la inflación se desbocará con el avance de la recuperación. Y lejos también de la tasa objetivo del Banco Central Europeo (”un nivel inferior pero próximo al 2%”).
La herida no sanará en 2022
Con el nuevo cuadro macroeconómico en la mano, España terminará el año próximo a un paso (algo menos de un punto porcentual) de recuperar íntegramente el nivel de PIB previo al virus. Pero la fuerte recuperación de este año y el próximo no será suficiente para reconquistar en dos años todo el terreno perdido durante la recesión, un hito que sí conseguirán el resto de países de la eurozona salvo dos. La otra excepción es Italia, una economía que comparte con la española su elevada exposición al turismo y al sector servicios, y a la que no le bastará con la rápida recuperación de sus manufacturas para volver a la senda anterior al estallido sanitaria.
Como España, el país transalpino tendrá que esperar —como pronto y si las cosas no se tuercen— hasta principios de 2023: incomparablemente menos que tras la última crisis, pero algo más que el resto de socios europeos. La asimetría es especialmente llamativa con otros países del sur de la Unión como Portugal o Grecia, donde la pandemia también laminó el sector turístico y la recesión fue igualmente de aúpa, pero que sí lograrán regresar en solo dos años a los niveles de 2019, cuando el virus ni estaba ni se le esperaba. En todos los casos, sin embargo, el rebote será mucho más rápido que tras la Gran Recesión: frente a la W de entonces, en el abecedario de la recuperación la V tendida —similar al logo de Nike —, se antoja hoy la letra más plausible. Siempre, claro, que no haya más sobresaltos en el horizonte.
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