Madrid y Barcelona acumulan casi un tercio de los ERTE activos en febrero
Las dos provincias superan los 120.000 afectados cada una, muy por encima del resto dado el tamaño de su mercado laboral
La cifra de trabajadores incluidos en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) cerró febrero con una media de más de 900.000 afectados. Tras el aluvión de suspensiones durante la Gran Reclusión, en verano aflojó el número de empresas que tiraban de esta herramienta para reducir sus costes. Pero en la parte final del año, con el incremento de los contagios en la tercera ola, se endurecieron las restricciones a la movilidad y a la actividad comercial para contener los contagios. La consecuencia: nuevo repunte de los ERTE, que suman 909.661 de media durante el segundo mes del año, un 11% más que en enero, según el Ministerio de Seguridad Social.
Si se analizan los datos, se pueden realizar varias lecturas con un denominador común: sin economía no hay salud y sin salud no hay economía. Como ejemplo, la mala situación epidemiológica del inicio de 2021 que ha derivado en un deterioro notable del mercado laboral. Por sectores, los que más se acogen a los ERTE son los relacionados con el turismo (alojamiento, bares y restaurantes, así como el comercio). Y por provincias, las más perjudicadas son las que más dependen del sector servicios y de la llegada de visitantes: Barcelona, Madrid, el levante y las islas.
En número de trabajadores en ERTE, Barcelona se lleva la palma. En la provincia se contabilizaron de media en febrero 151.067 expedientes. En su caso el golpe llega por una triple vía: fuertes restricciones en el inicio del año, zona de costa muy golpeada por la crisis del coronavirus y la ciudad de Barcelona, con un turismo bajo mínimos desde el inicio de la pandemia. Le sigue Madrid, en su caso algo por debajo aunque cuenta con un tamaño de población activa comparable: 120.058 trabajadores con el empleo suspendido de media. La diferencia entre ambos se puede explicar por una serie de medidas más laxas del Gobierno de Díaz Ayuso que ha permitido mantener algo más de actividad económica.
Tras el aluvión de ERTE en Madrid y Barcelona (entre ambos suman 271.125, un 29% del total), las provincias más afectadas son las islas, Valencia, Alicante y Málaga. En los territorios insulares, cuya economía gira en torno a la actividad turística, el golpe de la pandemia es indudable. Y aunque se han beneficiado de todas las ayudas del Gobierno, como los ERTE, el tejido productivo necesita más gasolina en forma de ayudas directas para sobrevivir. Entre las provincias de las islas, Las Palmas es la que más ERTE acumula (52.726 empleados con su puesto suspendido). Entre las provincias insulares, la que menos afectados por ERTE de media contabilizó en febrero fue Santa Cruz de Tenerife, con 37.465. Se trata, en todo caso, de un dudoso premio, ya que está en el top de los más damnificados de España. En el caso de Canarias la situación es dramática, ya que debería estar ahora en su temporada alta turística y sin embargo sigue prácticamente cerrada a cal y canto.
Baleares cuenta con 39.044 afectados por ERTE. Aquí, la preocupación se centra en la posición con la que llegará al próximo verano, en el que se juega buena parte de su futuro. Hay muchas dudas de que su sector —y la economía española en su conjunto— pueda soportar otra temporada estival casi nula.
Tras estas zonas, con un embate considerable se encuentran el levante y la Costa del Sol. En concreto, Valencia (46.862), Alicante (42.675) y Málaga (41.516). En el polo opuesto, donde se ha tirado menos de los ERTE, se encuentran Soria (1.456) y Teruel (1.960). Solo las ciudades autónomas de Ceuta (625) y Melilla (973) tienen menos afectados, en su caso gracias también a una economía y un mercado laboral reducido.
Lo que sí ha seguido un patrón común para todo el territorio ha sido la evolución, que ha corrido en paralelo a las medidas que se han ido tomando en las diferentes comunidades autónomas: a más restricciones tras la Navidad, la actividad pisó el freno y los ERTE aceleraron. Así hasta llegar al máximo el 29 de enero (933.940). Tras ese día, la tendencia se invirtió y fue a la baja, aunque la cifra se ha reducido a duras penas dado el poco aire que han dado las restricciones que se han mantenido durante febrero. El último día del mes había activos 899.383 expedientes.
Por género, el golpe también ha sido desigual y afecta más a las mujeres que a los hombres. En febrero hubo una media de 477.132 mujeres con el empleo suspendido o reducido, mientras que entre los hombres se contabilizaron 422.251.
Y por tipo de ERTE, desde la prórroga acordada en septiembre por agentes sociales y Gobierno se incluyeron nuevos expedientes: de impedimento, de limitación de la actividad, para las actividades más afectadas por la crisis del coronavirus y para las empresas que justifiquen que forman parte de su cadena laboral. El uso de estas tipologías ha ido al alza. Tanto que en febrero sumaban 645.744, un 71% del total. Entre los tipos que se añadieron, el más usado es el de las ramas de actividad más afectadas (234.300), lo que indica que hay sectores que siguen con su negocio bajo mínimos y no ven todavía la luz al final del túnel.
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