¿Se beneficia Madrid del efecto capitalidad?
La región atrae a grandes empresas y concentra funcionarios y empleos mejor retribuidos, pero existe un intenso debate sobre si eso beneficia fiscalmente a la Administración de la Comunidad
La baja fiscalidad de la Comunidad de Madrid sobre sus impuestos cedidos ha vuelto a desatar la polémica estos días. Muchos políticos acusan a la autonomía gobernada por Isabel Díaz Ayuso de aprovechar el efecto capitalidad para permitirse bajar impuestos, algo que otras comunidades no pueden hacer por carecer del músculo suficiente. No están, como Madrid, dopadas fiscalmente, dicen sus detractores. El debate ha saltado de la competencia fiscal a la baja al centralismo y el poder centrípeto de Madrid para atraer riqueza de otras autonomías, lo que a su vez le ha permitido tener más recursos y explotar sus privilegios fiscales para tener una política tributaria más laxa, según los críticos con la dirigente del PP.
Es evidente que la tracción económica de Madrid está marcada por el efecto capitalidad. El año pasado dio el sorpasso a Cataluña como primera locomotora económica de España. En los últimos años ha mostrado más dinamismo, ha atraído más empresas, ha creado más empleo y ha crecido más que el resto. Pero, ¿recauda más la Comunidad de Madrid por tener la sede de las grandes empresas? ¿Influye en sus cuentas que en su territorio se concentren más de medio millón de funcionarios del Estado, generalmente con una alta cualificación y mejor retribuidos que la media del sector privado?
Adelanta a Cataluña como la más rica
Nadie debate que el efecto capitalidad, el hecho de aglutinar los centros de decisión, le otorgue un vigorizante extra a Madrid. No hay una estadística económica en la que no figure la primera o, como mínimo, en el podio de los territorios con mejor evolución. La tensión política en Cataluña le ha favorecido para salir mejor retratada en las clasificaciones. Aunque el pulso independentista ha perjudicado más a Cataluña que beneficiado a Madrid. Un estudio de Andrés Rodríguez-Pose y Daniel Hardy, investigadores en Geografía Económica de la London School of Economics concluye que “Madrid, aunque no exenta de problemas, ha conseguido crear una sociedad más maleable, lo que ha permitido la creación de una ciudad más dinámica económicamente, más abierta y más conectada internacionalmente”.
Pero una cosa es la economía madrileña y otra son sus finanzas públicas. Ángel de la Fuente, uno de los mayores expertos de España en financiación económica, defiende que la institución madrileña no se ve beneficiada por el efecto capitalidad. “Es verdad que el hecho de ser la capital hace que tenga más sedes de empresas y más empleos cualificados. Pero eso no le da una mejor financiación a la comunidad autónoma, ni más margen para subir o bajar impuestos”.
De la Fuente dirige la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), desde donde publica periódicamente informes sobre financiación de las comunidades. Explica que el hecho de que las grandes empresas se asienten en Madrid no ofrece grandes ventajas, porque el impuesto de sociedades va a parar directamente a las arcas del Estado (algo que no ocurre en los territorios forales). El IRPF de sus trabajadores va a la autonomía donde estos trabajen. Por ejemplo, los empleados de una gran empresa con sede en Madrid, pero destinados en fábricas o negocios por toda España pagarán el IRPF allí donde residan, con independencia del domicilio social de la empresa. El IVA y los impuestos especiales se reparten en función de criterios que combinan el consumo relevante y la equidad.
El sistema de financiación corrige las diferencias
Este experto admite que las grandes empresas tienen en sus sedes trabajadores mejor remunerados. Una circunstancia parecida a lo que ocurre por el hecho de que el Gobierno central, sus ministerios y todos los grandes organismos públicos estén en Madrid. Los empleados públicos y funcionarios mejor pagados están en la capital y en promedio cobran más que los del sector privado. Pagan más IRPF, consumen más (IVA) y desarrollan más riqueza. “Esto tampoco garantiza una mejor financiación autonómica”, sostiene De la Fuente. El sistema de financiación es complejo, poco transparente y genera desigualdades, pero busca garantizar cierta equidad. Todas las comunidades aportan a la bolsa común el 75% de su recaudación normativa (la calculada como si no tocaran los impuestos), y aunque se quedan con el 25%, lo que podría favorecer a Madrid, el sistema cuenta con un alambicado sistema de fondos de reparto que provoca que los recursos finales que recibe una Administración no tengan mucha relación con su nivel de renta, según este doctor en Económicas por la Universidad de Pennsylvania.
De la Fuente aporta datos: Si 100 es la media de financiación por habitante ajustado entre todas las comunidades —que tienen en cuenta aspectos como la población en edad escolar, el grado de envejecimiento de la población, la dispersión geográfica....—, Madrid sería el territorio con mayor capacidad fiscal con un índice de 132,9, pero la realidad es que su financiación final por habitante ajustado se situaba en 100,7, prácticamente en la media. Este experto recuerda que las cifras están calculadas con un modelo que mide los ingresos que las comunidades percibirían sin haber legislado para bajar o subir impuestos.
Competencia fiscal a la baja
Pero siempre que se abre un debate territorial surgen diferentes sensibilidades y disparidad de criterios. Francisco Pérez, director del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), opina lo contrario que De la Fuente. “Indudablemente hay un efecto capitalidad del que Madrid se beneficia”, explica por teléfono. Pérez esgrime un reciente estudio difundido por el IVIE titulado Madrid: capitalidad, economía del conocimiento y competencia fiscal para defender su postura. El documento, de 196 páginas, analiza de forma pormenorizada “las ventajas que obtiene Madrid en su desarrollo económico por su condición de capital del país y cómo estas pueden actuar en detrimento de la igualdad entre regiones”.
Pérez insiste en que el dinamismo de Madrid, el papel protagonista de su sector privado y el papel que ha desempeñado el sector público en la última década permiten a la región jugar con cierta ventaja. Recuerda la importancia de que en Madrid se concentre la Administración General del Estado, a diferencia de lo que ocurre en Alemania o en otros países de la UE. Pone como ejemplo que más del 60% de los contratos del Estado son a empresas madrileñas, lo que provoca que la Administración estatal sea un imán para atraer firmas a la capital.
Deja de recaudar más de 4.100 millones
Los autores de este estudio, liderados por Francisco Pérez, analizan el efecto de la competencia fiscal que, a su juicio, ha desarrollado la Comunidad en los últimos años. “Madrid destaca como la autonomía que más ha utilizado su capacidad normativa en ciertos tributos para introducir beneficios fiscales, especialmente en el IRPF, el impuesto sobre patrimonio y el impuesto sobre sucesiones y donaciones, en especial en los dos últimos tributos”, señala el documento, que calcula en más de 4.100 millones los recursos que esta autonomía ha dejado de recaudar el último año por las rebajas tributarias.
“Estas rebajas fiscales son más fáciles de asimilar por los presupuestos autonómicos gracias al dinamismo y los niveles de renta y riqueza de Madrid”, explica Pérez. Esta estrategia impositiva supone “una competencia fiscal para las bases imponibles de otras comunidades, al incidir sobre bases tributarias como las patrimoniales, que son más móviles, en especial las de los contribuyentes con mayores niveles de renta y patrimonio”.
En resumen, parece evidente que Madrid disfruta de más dinamismo económico por el efecto capitalidad, la concentración de grandes empresas y el entramado de la arquitectura del Estado que integran los centros de poder. Pero es más discutible que Madrid reciba más recursos del sistema de financiación por ese motivo. Lo que si es verdad es que el sector privado tiene mayor protagonismo en Madrid en servicios como la sanidad, educación y otros servicios esenciales. Esto ahorra esfuerzos a la Comunidad de Madrid, que puede gestionar sus recursos de forma diferente al del resto de autonomías.
Diego Martínez, profesor de Economía de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, no ve una repuesta clara a este debate. “No hay suficiente evidencia académica que determine con claridad que la Comunidad de Madrid tenga mejor financiación que el resto por el efecto capitalidad”, asegura. Y recuerda que en el trabajo sobre las balanzas fiscales, el método de coste beneficio (el que defienden la mayoría de académicos, pero que es denostado en Cataluña) arroja un saldo deficitario hacía Madrid. Es decir, que los madrileños aportarían más de lo que reciben de las administraciones públicas. “El saldo de la balanza fiscal de un territorio con la Administración Central es la diferencia entre los beneficios que sus residentes derivan de la actuación de esta administración y su contribución tributaria al sostenimiento de la misma”, explica De la Fuente. El último dato público sobre balanzas fiscales fue publicado en 2017 por el ministerio de Hacienda y concluía que Madrid tenía un saldo deficitario de en torno a 19.000 millones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.