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Europa camina hacia un rebote dual a la espera del fondo de recuperación

Los países más dependientes del turismo quedan atrás frente a los manufactureros

Ignacio Fariza
Un comerciante en la puerta de su tienda, el 29 de septiembre en Valencia.
Un comerciante en la puerta de su tienda, el 29 de septiembre en Valencia.BIEL ALIÑO (EFE)

Alemania resistió más y salió mejor parada de la última crisis que sus socios de Europa meridional. Y la historia, ya se sabe, no se repite pero rima: mucho tienen que torcerse las cosas para que, casi una década después, la película no acabe igual. Mientras las economías del arco mediterráneo —con España a la cabeza— vislumbran una salida del túnel lenta, sus vecinos del norte —con el país germano al frente— se apuntan un rebote inicial notablemente más vigoroso, aupado por las exportaciones de bienes industriales y una segunda ola de contagios hasta hoy más contenida que en Francia o en la propia España.

La foto fija de la recuperación apunta a un regreso a la vida de la economía a dos o más velocidades: el norte y el este del continente, industriales y menos golpeados por el virus, por un lado; el sur, muy dependiente del turismo y el sector servicios, por otro. Solo los primeros desembolsos del fondo europeo de recuperación, previstos para 2021, pueden darle la vuelta a una asincronía que amenaza con profundizar las brechas en una UE ya de por sí desigual.

El mapa de calor de los rebrotes del virus marca una línea divisoria en el río Rin: muchos contagios —y subiendo— al sur, salvo en Italia; bastantes menos —aunque también creciendo—, al norte. La recidiva está siendo especialmente acusada en España, Francia y Bélgica, mientras Alemania se está librando. Por ahora: esta misma semana la canciller Angela Merkel urgía a no bajar la guardia. Esta diferencia en los índices de contagio está dificultando la recuperación en el sur, pero la pauta viene de muy atrás: prácticamente desde el minuto cero de la pandemia, las economías meridionales han encajado peor el croché que las manufactureras, por naturaleza más resistentes.

“Incluso durante el confinamiento, el shock fue todo menos simétrico”, esboza Daniela Ordóñez, analista de la consultora Oxford Economics en París. “Alemania sufrió mucho menos que España, Italia y Francia. Y esa tendencia se está agravando en la recuperación: está siendo más fácil para ellos”. Las cuarentenas también se prolongaron más, y de manera más severa, a orillas del Mediterráneo, lastrando aún más la actividad. Sin embargo, lo que explica el rumbo divergente posterior no es eso sino el reparto sectorial: “Hay una enorme diferencia entre los países industriales y los que no lo son”, remarca Ordóñez. A estas alturas, añade André Sapir, del think tank bruselense Bruegel, ya es “inevitable” una salida de la crisis desigual.

El prestigioso IFO alemán ha sido el último en constatar que el rebote germano en la segunda mitad del año será bastante más robusto de lo que tenía en su hoja de ruta. El PIB caerá poco más del 5% en 2020, frente al 7% que llegó a prever en su día. Unas cifras, reconoce, “más favorables de lo esperado”. La producción manufacturera, que crece al ritmo más rápido en casi tres años, tiene mucho que ver con esa mejora. En el lado contrario, el FMI mantenía su previsión de desplome de la española en el 12,8% para 2020 y, aunque elevaba el rebote en 2021, también alertaba de los riesgos a los que se enfrenta la senda de recuperación y animaba a mantener los estímulos. “Ante la duda”, decían este viernes los analistas de la aseguradora Allianz, “más expansivos”. Una máxima que vale tanto para la política monetaria —el BCE ya está en esas— como para la fiscal —donde aún se puede hacer más, FMI dixit—.

Los últimos indicadores adelantados de la eurozona apuntan en la misma dirección: Alemania y los países del este (que cuentan con importantes lazos con la industria germana) no solo han aguantado mejor el tipo sino que están saliendo más rápido del pozo de la recesión en esta primera fase. IHS Markit, la firma que elabora los PMI —un indicador seguido al milímetro por inversores como aperitivo de lo que está por venir— apuntaba explícitamente a una recuperación dual: “Es evidente que estamos ante una economía a dos velocidades: las fábricas apuntan a un crecimiento impulsado por las exportaciones mientras que el sector servicios vuelve a decrecer por la inquietud sobre el virus”.

Un vistazo a las principales partidas de exportaciones europeas resuelve cualquier atisbo de duda: solo las que tienen como destino final China —origen del virus y, al mismo tiempo, el país que mejor se ha repuesto— están por encima de los niveles de enero, y el 80% del alza se corresponde con productos alemanes. “Maquinaria, equipamiento de transporte, químicos, productos farmacéuticos... Por eso Alemania mejora: es casi el único socio del euro que se está beneficiando de la mejora china”, completa la analista de Oxford Economics.

La otra cara de la moneda es el turismo. ″Tras una temporada extremadamente decepcionante en el sur de Europa, la nueva tendencia en el norte de veranear en sus países por la pandemia ha dado un punto adicional de vigor al rebote allí”, valora Carsten Brzeski, jefe de análisis para el Viejo Continente del banco holandés ING.

Menos artillería fiscal

Con estos mimbres, la perspectiva de que Alemania tire del carro esta vez es menos clara que en crisis pasadas. “Ahora mismo todo depende de la integración que tenga cada país con la industria alemana, y en el sur, Italia tiene algo, pero España y Francia no tanto”, enfatiza Ordóñez. Solo un aumento del consumo y de los viajes al sur de Europa podría ayudar, aunque los rebrotes invitan a todo lo contrario. Y el ahorro, en máximos históricos, sigue siendo hoy el destino preferido para el dinero de los hogares.

La asimetría en la respuesta fiscal echa sal a la herida norte-sur: los países septentrionales, que contaban con mucho más margen —menos deuda y años de superávit sostenido—, han desplegado toda su artillería —rebajas fiscales incluidas— mientras sus socios del sur, con presupuestos mucho más constreñidos y déficits constantes desde la Gran Crisis, han dado una respuesta mucho más cauta. En España o Francia, por ejemplo, la mayor parte del dinero ha ido a parar a los ERTE, muy efectivos para evitar una gran destrucción de empleo, aunque no tanto para reactivar el consumo inmediato.

El fondo de recuperación europeo, que tendrá a España, Italia y Grecia como principales beneficiarios, es la pieza del puzle que falta por completar. Y que la sima norte-sur siga o no ampliándose dependerá de que llegue a buen puerto. “Ofrece algo de esperanza, aunque en el corto plazo sí que continuará aumentando la desigualdad”, apunta Brzeski. Y añade que “debería ayudar a estrechar el hueco a partir del año que viene”. Pero, también aquí, impera la incertidumbre: “Todo depende de los programas que los países envíen para obtener la parte que les corresponde”, cierra Sapir, de Bruegel.

Lejos del PIB precrisis

La recuperación se analiza en dos fases: la segunda mitad de 2020 por un lado, y 2021 y 2022 por otro. En la primera es donde residen las mayores diferencias: en el sur de Europa el hachazo fue mayor y la recuperación inicial, más lenta. Algo mayor será el rebote el año que viene y el próximo, pero en ningún país mediterráneo el PIB regresará a niveles precrisis hasta, al menos, 2023. Alemania 'solo' tendrá que esperar a mediados de 2022.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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