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Dos mujeres al rescate del sur

El apoyo de Lagarde y Von der Leyen a España e Italia reequilibra los poderes en la UE, donde la próxima batalla será decidir si ayuda con préstamos o transferencias

Lagarde, Merkel y Von der Leyen hablan durante un encuentro del Consejo Europeo, el 13 de diciembre de 2019 en Bruselas.
Lagarde, Merkel y Von der Leyen hablan durante un encuentro del Consejo Europeo, el 13 de diciembre de 2019 en Bruselas.Nicolas Economou (EL PAÍS)

Solo había seis mujeres entre los 32 participantes de la cumbre europea del jueves, la cuarta convocada para responder a la crisis del coronavirus, pero varias de ellas protagonizaron el encuentro. Al protagonismo habitual de la canciller alemana, Angela Merkel, se unió esta vez la beligerancia y contundencia de la presidenta de la Comisión, la también alemana Ursula von der Leyen, y de la presidenta del Banco Central Europeo, la francesa Christine Lagarde. Esta vez no hubo cruces tensos, como en marzo, entre otras cosas por el formato —había que llamar a un teléfono específico para pedir una réplica y no se negociaba un texto— pero sí hubo puyazos con intenciones claras, guiños y alguna sonrisa.

Von der Leyen y Lagarde salieron en defensa de una potente intervención europea para evitar que la pandemia resquebraje la UE y deje a los países más afectados sin recursos disponibles para la recuperación. La posición de las dos líderes comunitarias fue interpretada como un claro apoyo a la línea defendida por varios Gobiernos, en particular el de Pedro Sánchez.

Lagarde marcó la cumbre con un arranque inquietante que recordaba a todos, también los nórdicos más resistentes a dar ayudas, la gravedad de la situación y el riesgo de un reparto muy desigual de la crisis. “Nos preocupa que están subiendo las primas de riesgo de algunos países. El riesgo es que hagamos demasiado poco demasiado tarde. Aún no ha pasado, pero hay un riesgo de contagio al sector financiero. Y sobre todo de una asimetría creciente en las deudas y de un fraccionamiento en el mercado”, sentenció, según varias delegaciones. Lagarde recogió el discurso en el que Von der Leyen reclamaba más firmeza y propuso una actuación con tres efes: “Fast, firm and flexible (rápida, firme, flexible)”.

Tanto Lagarde como Von der Leyen hablaban, sin citarla, de la ventaja comparativa que tendrán de nuevo las empresas alemanas, como en la crisis de 2008 —en realidad nunca la han perdido— al endeudarse a tipos mucho más baratos que las del sur.

La alusión a los planes masivos de ayuda de Berlín eran evidentes. Y Merkel encajó el ataque con deportividad. “Está claro que se refieren a Alemania, pero si nosotros no hubiéramos reaccionado otros países también se hubieran visto salpicados por el daño a nuestra economía”, señaló. Merkel pidió a sus socios más margen para ayudar a empresas alemanas porque eso redundaría en beneficio de todos. “Si lo hacemos nos critican, pero tenemos margen y lo que no podemos es no hacer nada”, se justificó.

Varias delegaciones vieron a Merkel mucho más flexible que otras veces. Incluso bromeó con el hecho de que ya esté asumido que se parte de un fondo de un billón de euros. “Sé que Alemania tiene que asumir su cuota de solidaridad y estoy dispuesta a hacerlo. El destino de Alemania está muy vinculado a Europa”. Habló, como Macron, de armonización fiscal, un golpe a semiparaísos fiscales como Holanda.

La gran discusión que protagonizará las próximas semanas y se apuntó en la cumbre no se centra tanto en las dimensiones del fondo de ayuda, sino qué porcentaje será en forma de transferencias y cuánto en forma de préstamos. Países como España, Francia e Italia reclamaron que sean todo ayudas, mientras otros como Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca —estas dos últimas gobernadas por socialdemócratas— exigen que sean todo préstamos.

Macron y Sánchez hicieron una clara pinza esta vez. El francés dijo que está de acuerdo con las propuestas de España e Italia y se mostró tajante: “Lo que no vamos a aceptar es un MEDE suplementado con un fondo que sean todo préstamos, eso no es solidaridad”. Ahí está la negociación clave. Sánchez remató en ese punto. “Es muy importante que el fondo se haga con transferencias” insistió el español. Merkel no se opuso de forma tajante, aunque de su discurso y de sus apelaciones al artículo 122.2 de los tratados era evidente que apuesta por los préstamos.

El más duro hasta ahora, el holandés Mark Rutte, se encuentra cada vez más aislado. En la cumbre del jueves, Finlandia, próxima a los llamados frugales, se desmarcó de la línea más tajante y también abrió una vía hacia el entendimiento. La primera ministra del país, Sanna Marin, señaló que el plan de recuperación debería ser “primordialmente a base de préstamos”. Pero al igual que Merkel, no se cerró en banda a la posibilidad de que una parte de los futuros fondos sean subsidios sin reembolsos. Von der Leyen también dejó claro durante la cumbre que tendrá que ser una combinación de ambos (créditos y subsidios).

Pero el grupo de Rutte no se dio por vencido. Y maniobró para el contraataque. El liberal neerlandés cedió el protagonismo a un socialista. “El primer ministro de Suecia pasó a ser el portavoz de los frugales”, señala una fuente. La delegación española se vio sorprendida por la virulencia de Stefan Löfven.

Esta vez no hubo cruces, más bien monólogos de tres o cuatro minutos, todos en inglés, salvo el del búlgaro, Boris Borissov.

Al final, Charles Michel elaboró un resumen para evitar la tensión de negociar unas conclusiones. Pero al primer ministro italiano, Giuseppe Conte, no le convenció.

—Quiero que se ponga que el fondo es necesario y urgente, dijo Conte.

—De acuerdo, Giuseppe, tomo nota, trató de zanjar el belga.

—Michel, ¿puedes leer por favor las conclusiones otra vez para ver cómo han quedado?, desconfió el italiano.

Pero la anécdota más llamativa llegó entre Merkel y Von der Leyen, que fue su ministra de Defensa. La presidenta de la Comisión planteó que las propuestas podrían estar listas el próximo 6 de mayo.

—¿El 6 de mayo?, replicó Merkel, como si algo hubiera escapado a su control.

—Sí, Angela, el 6.

—¿Estás segura de que es el 6? ¿Las dos propuestas, el fondo y el MEDE?

—Sí, sí, seguro. Es un paquete.

—De acuerdo. Pero asegúrate de que nos llamas antes.

Las risas aparecieron en las pantallas de las distintas capitales. Había dos interpretaciones posibles de ese “nos”. O la alemana estaba recordando a su exministra que antes de moverse tendrá que consultar con Berlín, o estaba planteando que hay que hablar con todos los miembros del Consejo antes de hacer públicas las propuestas de la Comisión. La respuesta llegará en breve.

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