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El vino chileno quiere jugar en primera división

Las bodegas del país sudamericano intentan mejorar su imagen como producto de calidad para atraer a un consumidor más sofisticado

Rocío Montes
Enólogos en un viñedo de la bodega Villasenor, donde se produce el vino Puelo Patagonia, en la región de Los Lagos (Chile). 
Enólogos en un viñedo de la bodega Villasenor, donde se produce el vino Puelo Patagonia, en la región de Los Lagos (Chile). Martin BERNETTI (AFP)

Fue en los años noventa, con la apertura económica de Chile y la firma de diversos tratados de libre comercio, cuando explotó la exportación de vinos del país sudamericano, reconocidos a nivel mundial por su concentración y sus variedades de uva cabernet y carmenère de alta calidad. Si en los años ochenta, en dictadura, vendía al exterior unos 15 millones de dólares en promedio anual, la exportación de este producto en 2018 llegó a los 2.000 millones de dólares (unos 1.800 millones de euros). Pero ese crecimiento le sabe a poco a la industria local. Ahora quieren mejorar su imagen de productora de vino de calidad.

Con miles de viñas funcionando a lo largo de 1.500 kilómetros, con un clima privilegiado por ser un territorio arropado por la cordillera de los Andes y el océano Pacífico, Chile actualmente es el primer productor del nuevo mundo, solo superado en volumen por las grandes potencias vinícolas europeas: Francia, Italia y España. Aunque tiene un alto nivel de penetración en diversos mercados internacionales, sin embargo, el desafío actual de Chile consiste en que lo consuman quienes buscan un vino premium y de mayor sofisticación.

“Todavía somos vistos como el vino de todos los días, de batalla, pero queremos que, por ejemplo, el consumidor chino que quiera pagar por un vino bueno, elija uno nuestro”, explica Angélica Valenzuela, gerente comercial de Vinos de Chile, que agrupa a unas 85 firmas nacionales, que representan cerca del 90% de las exportaciones. Actualmente, el país sudamericano envía sus productos sobre todo a China, Estados Unidos, Japón y Brasil, donde el vino chileno es líder, con el 45% del mercado de los importados.

Chile tiene una fuerte vocación internacional en la producción de vino: de los 960 millones de litros que se producen al año, apenas un 25% se consume localmente y el resto se comercializa en el exterior. Ocupa el cuarto lugar entre los exportadores mundiales de vino embotellado, pero al observar la clasificación del precio promedio, queda en la novena posición, incluso por debajo de su vecina Argentina. Es decir, Chile tiene buen volumen de exportación, pero el precio de su botella podría mejorar, sobre todo considerando el alto nivel que han alcanzado las producciones nacionales en las últimas décadas.

Características

Producción. La superficie total de viñas para vinificación ocupa 141.000 hectáreas con un potencial cercano a 1.200 millones de litros. Las exportaciones de vinos y mostos el año rondan los 1.000 millones de litros (966 el año pasado) con un valor de alrededor de 2.000 millones de dólares.

Regiones y variedades. Hay cuatro regiones principales Coquimbo, Aconcagua, Valle Central y Región del Sur. A su vez se dividen en 13 subregiones que coinciden con los valles que van desde los Andes al Pacífico. Las uvas tintas más comunes son la cabernet sauvignon (mezclada a menudo con merlot), carmenère, syrah y pinot noir; y sauvignon blanc y chardonnay en blancas junto a la moscatel de Alejandría para la producción de pisco.

Mejores precios

“Apostamos por crecer un 3% en volumen y un 6% en valor”, señala la gerente comercial de Vinos de Chile. El año pasado, sin embargo, el volumen exportado cayó un 7% aunque el precio del vino con denominación de origen subió un 3,7%. Con miras a 2025, la estrategia consiste en que se masifique el consumo de los vinos chilenos de al menos unos 15 dólares y que Chile se convierta en el primer productor del nuevo mundo con un producto premium, diverso y sostenible: “Nosotros certificamos la viña, la bodega y trabajamos con la comunidad. Cuidamos el medio ambiente y tenemos un robusto código de sostenibilidad”. Valenzuela explica que Chile busca expandirse sobre todo en China, Brasil y Estados Unidos.

La desigual geografía chilena y los distintos climas ayudan a que el vino sea, igualmente, diverso. “Chile es un país muy delgado, que tiene el océano Pacífico y la cordillera de Los Andes a unos 150-160 kilómetros de distancia, lo que provoca que tenga un clima muy especial que no se encuentra fácilmente en otras latitudes”, describe Felipe Tosso, enólogo jefe Viña Ventisquero. “En las zonas costeras se dan muy bien los pinot noirs, chardonnay, sauvignon blanc y syrah. En las zonas medias se dan bien los tintos y en las zonas de altura algunas variedades, como la garnacha, la cariñena y monastrel”, indica el especialista de Viña Vestisquero, que produce en los sectores de la costa del desierto de Atacama, en el norte chileno, y exporta a cerca de 60 países.

De acuerdo con Aurelio Montes, enólogo chileno y uno de los dueños de Viña Montes, el éxito de la producción nacional se explica, en parte, “por su calidad y la relación entre su calidad y su precio”. Montes, presidente de Vinos de Chile, indica que “comparado con un vino californiano o italiano de la misma calidad, el chileno es sumamente competitivo. “Por ejemplo, un vino chileno de 10 dólares la botella, equivale a 30 dólares el mismo vino si es americano o 50 si es francés”. Los buenos precios se explican porque, dadas las privilegiadas condiciones geográficas y climáticas, se requiere menos trabajo por un producto similar. Llueve en invierno y casi nada en la temporada primavera-verano, así que la viña se encuentra aislada por sus barreras naturales. El valor de la tierra es mucho menor a los desorbitados precios que se pueden encontrar en Burdeos o la Toscana, lo que ha impulsado a firmas extranjeras a instalarse en territorio chileno, como es el caso de Miguel Torres, firma española.

“Prácticamente la totalidad del vino que se produce en Chile es orgánico”, señala el enólogo, cuyo cabernet Montes Alpha M, de unos 150 dólares por botella, se puede encontrar en lugares tan diversos como las islas Cook, el hotel Burj Al Arab de Dubái, las Malvinas, en los almacenes Harrods de Londres, Islandia o Afganistán.

En 2017, 1.900 millones de personas en el mundo probaron una botella con la leyenda escrita de Wine of Chile. “El vino es hoy en día el gran embajador de Chile. No hay un producto que se identifique mejor con el país que el vino. El cobre y la fruta son más bien commodities”, indica Montes. Para Constanza Cea, directora ejecutiva de la Fundación Imagen de Chile, “el territorio chileno posee condiciones privilegiadas para la producción, lo cual es una oportunidad para que se diferencie en el mercado de los productos sostenibles”. “En Imagen de Chile se han realizado estudios cualitativos sobre la percepción que se tiene internacionalmente sobre el país. Líderes de opinión de países como China (2017), Brasil (2015) y del Reino Unido (2019), manifiestan que el vino chileno es altamente reconocido y valorado. Es un producto que se asocia directamente a nuestro país”.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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