Bruselas pone fin a la tolerancia con la política fiscal de Italia
La Comisión Europa da los primeros pasos para iniciar la tutela de las cuentas públicas italianas
Bruselas ha constatado que solo los riesgos políticos amenazan con poner fin a una racha de 24 trimestres consecutivos de crecimiento económico. Y uno de ellos es el deterioro de las finanzas públicas italianas. Por ello, el Colegio de Comisarios se reunirá hoy con un informe, a cuyo borrador ha tenido acceso EL PAÍS, que constituye el primer paso para meter a Roma en el brazo correctivo de la UE tras constatar que “no ha cumplido” con el criterio de deuda en 2018 —al rebasar el 132,2% del PIB— ni lo hará en 2019 ni 2020. Bruselas recomendará hoy que España salga de ese procedimiento, no sin advertencias.
Bruselas propondrá hoy de forma oficial la salida de la UCI del último enfermo de la Gran Recesión. Tras una década, España saldrá por fin del llamado procedimiento de déficit excesivo. Lo hará, sin embargo, con una larga tarea de deberes por hacer. Según el informe de recomendaciones de España, a cuyo borrador también ha accedido este diario, el Gobierno de Sánchez deberá adoptar medidas si no quiere salirse de las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Y debe hacerlo compaginando otro reto: la reducción “de la población en riesgo de pobreza y exclusión social” y de la “desigualdad en los ingresos”. Aunque estas son inferiores a otros años, siguen “por encima de la media de la UE”.
Sin embargo, el principal quebradero de cabeza de Bruselas ya no se llama España, ni Grecia, ni Portugal, ni Irlanda. No es ninguno de los países que tuvieron que ser asistidos. Se llama Italia. Y los 28 comisarios hoy se reunirán para dar luz verde al informe que “representa el primer paso en el procedimiento de déficit excesivo”, aunque en esta ocasión —por primera vez— se aplicaría por la deuda pública. Según fuentes comunitarias, este documento se remitirá al Comité Económico y Financiero y podría llegar a manos de los ministros de Finanzas de la UE en julio.
Italia ya estuvo en el brazo correctivo de la UE por su elevado déficit. Pero salió en 2013. Entonces, tuvo un periodo de gracia que concluyó en 2015. Se suponía que a partir de ese momento debía empezar a rebajar su deuda pública, que el informe califica como la segunda más elevada de la UE y “una de las mayores del mundo”.
Sin embargo, la trayectoria de la deuda italiana ha ido creciendo, de modo que en 2018 equivalía al 132,2% del producto interior bruto (PIB). La Comisión recuerda que ello significa una carga de 38.400 euros por habitante, a la que deben añadirse los 1.000 euros por italiano que el Estado está pagando debido al incremento de los intereses de la deuda. Eso supone una brecha, según el documento, del 7,6% del PIB respecto al objetivo en el que debería estar si siguiera las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Las proyecciones italianas señalan que este año seguirá creciendo y que en 2020 bajará. Sin embargo, Bruselas prevé que se dispare por encima del 135% a causa del “efecto de bola nieve”, la “rebaja del déficit primario” y el fracaso en los procesos de privatizaciones planeados. El informe concluye que, “basándose tanto en los planes del Gobierno” como en las previsiones de la Comisión, no se espera que Italia cumpla con “el criterio de deuda” ni en 2019 ni en 2020.
Esta es la tercera vez en apenas un año que Bruselas recibe un informe negativo por su deuda. La última ocasión fue en noviembre, pero el Gobierno de Giuseppe Conte logró salvar in extremis su incorporación al procedimiento de déficit excesivo tras llegar a un pacto con el presidente del Ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker.
En este caso, sin embargo, el informe señala que ha tenido en cuenta factores relevantes como la desaceleración económica, que inevitablemente dificulta reducir el volumen de deuda. Sin embargo, el análisis concluye que a ello solo puede atribuirse una parte del incumplimiento.
La UE, flexible con Roma desde 2015
Bruselas descubrió el año pasado en el populismo italiano uno de sus mayores riesgos internos. Ante las advertencias de la Comisión Europea, desde Roma llegaban insultos y provocaciones. En esta ocasión, no ha sido diferente. El vicepresidente Matteo Salvini retó el Ejecutivo comunitario a mandar esa “cartita”. En un discurso tan airado como calculado, el primer ministro Giuseppe Conte pidió a la Lega y al MS5, los partidos de la coalición, que no se entrometieran cuando negociara con Bruselas.
Tal vez por ello, la Comisión insiste en la “flexibilidad” con la que ha tratado a Italia en los últimos años. En concreto, entre 2015 y 2018 la vista gorda de Bruselas ha supuesto una concesión que alcanza los 30.000 millones de euros, el 1,8% del PIB. Italia se ha escudado hasta ahora en argumentos como el ciclo económico, la crisis de los refugiados, la amenaza terrorista o catástrofes naturales. Y en 2018 la Comisión hizo uso de su “margen de discreción”. Si nada cambia, ya no valen excusas.
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