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Conte amenaza con dimitir si no cesa la guerra entre la Liga y 5 Estrellas

El primer ministro italiano lanza un ultimátum a los partidos que conforman el Gobierno exigiendo que cesen las hostilidades y se respeten los acuerdos con la UE

Daniel Verdú

El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, se plantó ayer. En un calculado golpe de efecto político convocó a los medios y lanzó un ultimátum: si la Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) no cesan las hostilidades, dimitirá. Además, exiigió una respuesta inmediata de sus dos vicepresidentes: Luigi Di Maio y Matteo Salvini. El órdago, sin embargo, iba claramente dirigido al segundo, cuyo poder se ha multiplicado tras su victoria en las elecciones europeas. Los ejemplos elegidos por Conte, un hombre escogido por el M5S, para ilustrar el clima de deslealtad se refirieron especialmente a las batallas del ministro del Interior.

El ministro del Interior y líder de la Liga, Matteo Salvini, y el primer ministro, Giuseppe Conte.
El ministro del Interior y líder de la Liga, Matteo Salvini, y el primer ministro, Giuseppe Conte.Guglielmo Mangiapane (REUTERS)

El ataque de dignidad del primer ministro italiano, que asumió el papel de hombre de estado responsable e independiente, quizá llegue demasiado tarde y en un momento excesivamente marcado por una debacle electoral para ser creíble. Conte fue elegido por el M5S y su gabinete y su equipo de comunicación lo conforman grillinos. Los ejemplos utilizados —las críticas a “coleccionistas de likes”, a querer sacar adelante proyectos como la alta velocidad o al clima de perenne campaña electoral— evidencian que el ultimátum iba dirigido a Matteo Salvini.

Conte, que no pudo garantizar “cuánto durará el Gobierno”, quería una respuesta rápida. Una exigencia, en parte, para recuperar la delantera en la contienda y marcar algo de músculo. Pero el líder de la Liga, acostumbrado a la explosividadj política, se la dio cuando ni siquiera había terminado su comparencia: siga adelante. Además, lo hizo a través de Facebook y un acto electoral, justo lo que acababa de criticar el primer ministro.

El primer impacto del golpe de efecto quedó así desactivado. Pero Italia escenificó claramente lo que podría ser el primer acto de un funeral político. Nadie dudaba de que las elecciones europeas marcarían un cambio de ciclo en el Ejecutivo. Pero pocos pensaron que la sangre llegaría al río tan temprano. Tras semanas de enormes tensiones, insultos, descalificaciones públicas al propio primer ministro y amenazas de ruptura, la crisis y la sombra de un adelanto electoral vuelven a Italia. Y con esa prospectiva, el relieve de Conte ha aumentado notablemente.

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La situación es difícil de sostener. Incluso en un país tan acostumbrado a la inestabilidad como modus operandi político. Los mercados no lo ocultan —la prima de riesgo roza ya los 300 puntos— y la economía del país no mejora pese al desafío a la UE llevado a cabo en otoño. La guerra salpica ya también a instituciones como la presidencia de la República y al propio Vaticano, señalado por Salvini como una institución fallida para defender los verdaderos valores judeocristianos de Europa. Pero nadie quiere dar el paso.

El líder de la Liga se negaba a romper hasta ahora con su socio. Sabe que quien hace saltar un Gobierno en Italia, lo paga luego en las urnas. Además, no estaba seguro del poder real que tenía y de la capacidad en un futuro de formar un gobierno en solitario. Tras la demoledora victoria en las europeas, donde obtuvo alrededor del 34% de los votos —dobló su resultado de hace un año en las legislativas—, cada vez más voces en la Liga piden divorcio. El partido podría, según todos los sondeos, recuperar un proyecto de centroderecha con Forza Italia y Hermanos de Italia y dejar en la cuneta a los grillinos.

Las relaciones con la UE siguen empeorando. La semana pasada Italia, consciente ya de que saldrá muy mal parada del reparto de cargos tras las elecciones, recibió una carta donde se le preguntaba por qué su deuda aumentó en 2018. Una cifra que pasó del 131,4% del PIB en 2017, al 132,2% en 2018, y se espera que en 2020 alcance el 135,2%, según previsiones de la propia Comisión.

La respuesta de Italia se convirtió en un nuevo sainete, con la filtración de un borrador de la carta de respuesta manuscrita por el ministro de Economía, Giovanni Tria. Conte se refirió a ello también ayer y exigió que si él y su titular negocian con la UE, no haya ningún tipo de interferencia de sus vicepresidentes. Una petición que refuerza el creciente poder que se le está otorgando a Conte desde el propio M5S.

Los grillinos han entendido ya que no pueden esperar a que Salvini, apoyado ya por los empresarios del norte, tome la decisión fatal de liquidar el Ejecutivo. Mientras llega ese momento, sostienen en el partido, la sangría de votos está siendo descomunal. También en el sur de Italia, donde la Liga ha obtenido un excelente resultado en los últimos comicios. El problema es que el líder del partido, Luigi Di Maio ha quedado muy tocado para plantar esa batalla y Conte podría ser el revulsivo que andaban buscando. Ayer, cuando le preguntaron si estaría dispuesto a ser el candidato de los grillinos en un hipotético adelanto electoral, se postuló para ser el entrenador de la Roma. Si es que en septiembre todavía está libre el cargo.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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