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El débil crecimiento de la zona euro confirma la tendencia a la desaceleración

La pérdida de fuelle de las principales economías augura otro año anémico para los socios de la moneda única

Lluís Pellicer

Dos de las principales economías de la zona euro, Alemania e Italia, han lastrado el crecimiento de los socios de la moneda única. Según el dato publicado este jueves por Eurostat, el Producto Interior Bruto (PIB) de los Diecinueve avanzó un 1,8% el año pasado, cinco décimas menos que en 2017. El dato confirma la senda de desaceleración que vienen advirtiendo todos los organismos internacionales por el contexto político y social dentro y fuera de la Unión Europea.

Fabricación del primer vehículo comercial Opel en la fábrica PSA Peugeot Citroën en Vigo
Fabricación del primer vehículo comercial Opel en la fábrica PSA Peugeot Citroën en VigoVÍCTOR CAMESELLE

Las dos caras del euro cerraron el año con dificultades. Italia, la segunda economía europea más endeudada, entró en recesión en el tramo final de 2018. Y Alemania, cuya política presupuestaria se aferra a la disciplina fiscal, la bordeó y quedó literalmente estancada. Pero el euro es una sola moneda y la economía que la respalda se dirige a una desaceleración más pronunciada de lo previsto tras un dato que supone el menor avance desde 2014.

EVOLUCIÓN DEL PIB EN LA ZONA EURO

Tasa de variación, en %

Fuente: Eurostat.

El globo al que se han subido las economías europeas sigue en el aire: lleva ya 23 trimestres consecutivos de crecimiento. Pero cada vez es más complicado que gane altura. Ya no soplan los mismos vientos que hace apenas un año, cuando el conjunto de la zona euro creció por encima de los Estados Unidos. Ahora Europa se enfrenta a otras corrientes que la Comisión Europea resumió la semana pasada: las guerras comerciales entre Estados Unidos y China y las tensiones políticas y sociales (Brexit, Francia o Italia) en el seno de la UE.

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Y con un clima más frío y volando a grandes alturas, las economías europeas no cuentan ya con el programa de compra de activos (PPA, en sus siglas en inglés) del Banco Central Europeo (BCE) para aumentar la presión del combustible. Mario Draghi, su presidente, puso punto y final a esa política a finales del año pasado. Pero con una inflación que a finales de año volvió a caer para situarse en el 1,6%, Draghi viene advirtiendo en sus discursos de que aún se necesita un “volumen significativo” de estímulos de la política monetaria para respaldar un aumento de los precios que se sitúe alrededor del 2%.

Y en ese contexto, los halcones ya advierten de que una zona euro cuyas costuras aún no están preparadas para una crisis ponen en riesgo la independencia del BCE al situarlo en la primera línea de la trinchera. Sin referirse a la situación actual, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, aseguró el pasado martes en una conferencia en Pretoria (Sudáfrica) que “ciertos asuntos, como la falta de credibilidad de las reglas fiscales o el nexo perjudicial entre los bancos y la deuda soberana aún deben ser abordados adecuadamente”, según informó Reuters.

Factores estructurales

Alemania e Italia explican el tímido avance del 0,2% que experimentó el PIB de la zona euro en el último trimestre del año. “La desaceleración en Europa se debe sin duda a una larga serie de factores transitorios, como la crisis de los chalecos amarillos en Francia o los problemas del sector del automóvil en Alemania”, sostiene el analista y exsecretario del Tesoro italiano Lorenzo Codogno. Aun así, Codogno ve complicado atribuir toda esa tendencia a factores temporales: la moderación del ritmo de las exportaciones es "considerable" y los indicadores apuntan a otra crisis en el sur, en esta ocasión en Italia.

EVOLUCIÓN DEL PIB EN 2018

Variación intertrimestral en %

Fuente: Eurostat.

El economista enumera una serie de circunstancias que siguen suponiendo un problema para la economía europea: debilidades estructurales, políticas fiscales erróneas, la situación del sector bancario y la falta de estabilización macroeconómica. Y aventura que esa desaceleración de la zona euro "probablemente" se traduzca en una "profunda recesión en Italia".

Los indicadores de producción industrial, de hecho, arrojan una atonía desde mediados del año pasado. Si bien la fabricación de vehículos en Alemania se vio interrumpida en el tercer trimestre por la entrada en vigor de nuevas normas medioambientales, el rebote esperado solo se vio en octubre. La industria volvió a dar señales negativas, según Eurostat, en noviembre y diciembre. El dato de creación de empleo, en cambio, fue una décima mejor en los últimos tres meses del año, con un avance del 0,3%.

En cualquier caso, las tensiones sociales y políticas, que van desde el Brexit hasta la crisis de los chalecos amarillos, siguen estando ahí. Por ello, el pasado lunes el presidente del Eurogrupo, Mário Centeno advirtió de que "los riesgos que arrastran hacia abajo el crecimiento son principalmente políticos" y llamó a la "acción" para reducirlos y para seguir con las reformas que aseguren los "fundamentos sólidos" que, a su juicio, tienen las economías europeas.

Reino Unido también pierde fuelle

El crecimiento del conjunto de la Unión Europea, incluyendo los países que no están en el euro, también perdió fuelle en la recta final del año. Si en el tercer trimestre se habia logrado mantener una décima por encima de los socios del euro, acabó avanzando lo mismo, un 0,2%. Según Eurostat, ello se debe a la desaceleración de dos de sus principales economías: Reino Unido, que pasó de un semestre a otro de expandirse el 0,6% al 0,2%, y Polonia (el 1,6% al 0,5%).

En los países del euro, Francia aguantó el tipo pese a la crisis de los chalecos amarillos, mientras que España aceleró una décima su crecimiento (+0,7%). También Holanda, Finlandia y Portugal vieron cómo mejoraba el pulso de su economía en los últimos tres meses.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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