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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Acierto y fracaso de los bancos centrales

Las entidades no alcanzan aún sus objetivos oficiales de inflación, en torno a un 2% sostenido y sostenible

Xavier Vidal-Folch
La sede del Banco Central Europeo en Fráncfort.
La sede del Banco Central Europeo en Fráncfort.EFE

Los bancos centrales han contribuido, como nadie, a rescatar a las grandes economías de la Gran Recesión. Acierto. Pero no alcanzan aún sus objetivos oficiales de inflación, en torno a un 2% sostenido y sostenible. Fracaso. O como con finura acaba de explicar al Fórum del BCE en Sintra el profesor de Ginebra Charles Wiplosz, “el objetivo de inflación se muestra siempre elusivo”. En números, la desviación estándar de los objetivos de cada banco central ha sido en el período 1999-2017 de 0,9 puntos en la eurozona y en Suiza, y de 1,1 en EEUU y el Reino Unido. Como la diana es el 2%, estas instituciones suspenden la mitad de la asignatura. O, si prefieren ser generosos, logran un aprobado raspado.

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En realidad, el resultado va por barrios y por sub-períodos. La eurozona, por ejemplo, prácticamente clavó el 2% antes de la crisis, entre 2001 y 2007, y luego capotó, para recuperarse al 1% en 2015. O sea que el BCE triunfó en este aspecto durante los años de vacas gordas, pero no en los de vacas flacas y siguientes.

“La precisión es inferior a la presumida, incluso a medio plazo”, concluía el respetado y crítico Wiplosz. ¿Consecuencia práctica? "Hay que conservar la inflación como objetivo", entre otras cosas porque no hay ninguno más relevante, “pero sería lógico ampliar su margen”. Flexibilidad que practican algunos, como el banco central australiano, cuyo objetivo de inflación es un abanico de entre el 2% y el 3%.

Ahora bien, ¿por qué sucede? ¿Por qué a los precios les cuesta remontar pese a la recuperación del PIB? ¿Por qué la neokeynesiana curva de Phillips —a más inflación, menos paro y viceversa—, que muchos economistas añoran, se ha aplanado, se escurre o desaparece del periscopio? En parte por la soledad de la política monetaria, sobre todo en Europa. Carece de la ayuda de una política presupuestaria común en paralelo, que empuje los precios hacia arriba (o hacia abajo, según la coyuntura).

Pero también porque algunos instrumentos de medición de estos envejecen cada minuto: “Probablemente la inflación real sea un 20% superior a la calculada", estima Aviv Nevo (Pennsylvania). "La inflación cíclicamente sensible está demasiado correlacionada con la vivienda, hasta un 63%”, sostiene Lucrezia Reichlin (London Business School).

Cambian rápidamente las conductas de los consumidores, son infieles a sus productos y fabricantes de siempre si encuentran alternativas más baratas, sobre todo en las recesiones. El comercio digital era inexistente en 2000; llegó al 10% del total en 2017 y no se sabe cómo incluirlo en la cesta de la compra. Grandes distribuidores segmentan sus facturas comerciales por grupos sociales de todo tipo, en orden disperso, camino de la individualización de muchos precios, posibilitada por los big data: ¿cómo se calcula su impacto, si apenas dejan traza oficial?

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