El gobierno argentino oferta 5.000 millones de dólares para sostener al peso
El billete pierde casi 7% de su valor en la víspera de un vencimiento de títulos públicos por 26.800 millones de dólares
La economía argentina no tiene paz. El banco central tuvo que ofertar hoy 5.000 millones de dólares para evitar una nueva disparada de la cotización en el mercado de cambios. Fue una decisión a todo o nada, para frenar con munición gruesa el desplome del peso, que en el inicio del día ya había perdido casi 7% de su valor, hasta los 25,50 pesos por cada dólar. La semana que comienza será complicada para el equipo económico del presidente Mauricio Macri. Este martes vencen títulos públicos (Lebac) por 671.875 millones de pesos (unos 26.800 millones de dólares) y de la confianza de los inversores dependerá cuántos se quedarán con los papeles y cuántos se pasarán al dólar. Mientras tanto, Macri apura un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que le de oxígeno al menos hasta las elecciones de 2019. Esta mañana, el Presidente argentino habló por teléfono con su par de Estados Unidos, Donald Trump, quien le dio su apoyo en las negociaciones.
Todas las miradas de los argentinos están puestas en la cotización del dólar, el termómetro que utilizan para medir la salud de su economía. Y las noticias que leen no son buenas. El peso perdió casi 34% de su valor desde enero, muy por encima de la inflación, estimada en casi 20% para todo 2018, según el FMI. El inicio de la semana se esperaba agitado porque este martes el Gobierno enfrenta el vencimiento de títulos públicos por 26.000 millones de dólares. La esperanza es que, al menos, el 80% de los ahorristas renueven esos papeles y esa masa de pesos no se vuelque al dólar. Hoy, en la víspera del día D, el banco central advirtió que estaba dispuesto a vender hasta 5.000 millones de sus reservas internacionales para sostener la divisa y en el arranque del día vendió 400 millones de dólares a 25 pesos, el nuevo valor que ahora considera de “equilibrio”. La divisa cerró finalmente a 25,50, pero sin que el banco hiciera apenas uso de sus reservas, como había amenazado. Hace sólo dos semanas, el dólar en las casas de cambio se vendía a 20,9 pesos.
La amenaza del banco central impactó en el corto plazo. Los ahorristas, sobre todo los grandes, se lo pensaron dos veces antes de comprar dólares caros, temerosos de un brusco descenso al final del día. Y mañana deberán decidir si apuestan por abandonar títulos que se colocaron hace un mes con una tasa del 26% y que ahora pueden llegar a pagar hasta 40%, que es la nueva tasa de referencia que puso el Gobierno hace dos semanas, cuando el dólar empezó a recalentarse. Tasas altas, intervenciones millonarias en el mercado de cambios y la promesa de una drástica reducción del déficit fiscal son las armas que hoy usa Macri. La apuesta a mediano plazo es, sin embargo, un rescate del FMI que de aire a la economía argentina.
La pelea de fondo es contra la inflación, descontrolada por el ingreso extraordinario de dólares del endeudamiento externo necesario para cubrir el déficit y mantener, al mismo tiempo, alto el valor del peso. El círculo en el que está atrapado el gobierno no es virtuoso: necesita dólares para financiar el gasto público, pero esos dólares mantienen alto el peso. El peso apreciado encarece la economía argentina, le quita competitividad y frena el crecimiento. Pero si lo deja caer, la devaluación presiona sobre la inflación. La estrategia, además, convirtió a Argentina en dependiente del crédito internacional, al punto que pidió 50.000 milllones de dólares entre 2016 y 2017. El modelo funcionó mientras hubo financiamiento y naufragó ahora que el dinero huye de los mercados emergentes tras las tasas más altas ofrecidas por Estados Unidos.
El Fondo ya analiza el caso argentino en Washington y la expectativa en Buenos Aires es que en no más de seis semanas se apruebe una línea de crédito stand by cuyo monto podría ascender hasta los 30.000 millones de dólares. La cifra es mayor a la que le corresponde a Argentina por su cuota de asociado, pero Macri apuesta a que el apoyo que su giro liberal cosechó en el frente externo se transforme en dinero en efectivo, aunque sea a plazos y con intereses. La Casa Rosada tiene el apoyo explícito de la directora del FMI, Christine Lagarde, quien durante su paso por Buenos Aires en marzo pasado, en el marco de la cumbre de ministros de Finanzas del G20, defendió sin fisuras el rumbo económico del país sudamericano. Macri sumó hoy el de Donald Trump, un aliado clave por el peso que tiene la Casa Blanca en el FMI. El argentino habló 10 minutos por teléfono con su par de EEUU en una charla que fue “muy positiva”, según dejaron trascender desde el macrismo.
Junto a la artillería del Banco Central, el Gobierno avanzó también en el apuntalamiento del frente político interno. Macri ocupó los últimos días en reuniones con empresarios, banqueros y senadores opositores, a los que les pidió su apoyo. Lo cierto es que la actitud que tome el peronismo será clave en la encrucijada macrista, sobre todo porque los inversores pedirán previsibilidad política para mantener su dinero en el país.
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