Gaza apuesta por la leche de oveja
El grupo lácteo de Zamora envasa tres millones de litros al año y se centra en la exportación
Las empresas lácteas no cesan en su búsqueda de nuevos productos. Una batalla que se centra en el valor funcional, un espacio en el que Gaza (Ganaderos de Zamora), ha destacado en la última década al irrumpir en el mercado con la leche de oveja de consumo de larga duración. “Nos escriben constantemente pediatras y dermatólogos por las ventajas que posee esta leche, que tiene el doble de proteínas y de calcio que la de vaca”, explica Heliodoro Rodríguez, presidente de Gaza.
Ganaderos de Zamora comenzó a envasar la leche de oveja en 2007 y son los únicos con la patente para hacerlo. Una década después, envasa tres millones de litros al año, una producción que se vende en España y el norte de Europa. “La mitad se comercializa en Francia, Alemania, Benelux y en los países escandinavos”, detalla José Luis Calvo, gerente de la compañía durante 27 años. Zamora destaca en este segmento como una de las mayores productoras. “Somos la provincia líder de leche de ovino en España, aunque se dedica la mayoría para la producción quesera. Nosotros probamos otras opciones e investigamos la forma en que se pudiera envasar”, recuerda Calvo.
Un proceso de investigación llevado a cabo por la Universidad de Salamanca y de Santiago de Compostela. “Financiamos ambos estudios. En Salamanca, para estudiar la capacidad nutricional de la leche de oveja. Y en Santiago, para desarrollar un proceso que permitiese su envasado en condiciones óptimas”, afirma el presidente de Ganaderos de Zamora. El problema que tenía la leche de oveja hasta entonces era que se coagulaba al someterse al proceso de esterilización, un hándicap que han conseguido sortear. “Muchas empresas lo habían intentado, pero nadie lo había conseguido”, asegura Félix Roncero, secretario del consejo de administración de Gaza. Un proceso del que tienen la patente, aunque no en todo el mundo. “Hay que pagar la patente por países, por eso solo lo tenemos en los mercados importantes que más nos interesan”, dice Roncero.
Pese a esta apuesta fuerte de Gaza por la leche de oveja, su principal activo sigue siendo la leche de vaca. De esta produce 46 millones de litros al año y es la responsable de que la empresa supere en 2017 los 30 millones de euros de facturación, máximo histórico de una compañía con más de media década. Unos números elevados que se asientan en su posicionamiento en Castilla y León, donde vende la mayor parte de su producción. “Somos la marca que más se consume en la comunidad, en disputa con Central Lechera Asturiana. Y si se cuentan las marcas blancas, solo por detrás de Mercadona”, asegura Heliodoro Rodríguez.
El objetivo es ser menos estacional
Ganaderos de Zamora sabe que tiene con la leche de oveja un producto único, aunque solo sea responsable de una parte minoritaria de su facturación. Tiene ventajas cualitativas, así como algunas desventajas: la mayor, el precio, ya que cuesta más del doble que la de vaca. ¿Por qué? “La producción de una vaca es mucho mayor a la de una oveja”, explican desde Gaza.
Para su crecimiento tienen además otra dificultad: “En noviembre nos cuesta mucho tener leche suficiente, siempre nos falta para abastecer a nuestros mercados”, reconoce Quintanilla. Por ello, uno de los objetivos de la compañía es aumentar el número de cabezas de oveja de raza assaf y tener una recogida de leche homogénea durante los 12 meses del año. “Tenemos margen para ampliar las granjas de ovino que ya tenemos y producir más leche de forma continua”, reconoce el presidente Heliodoro Rodríguez.
Por ello, Gaza ha conseguido ser la décima empresa que más facturó en la provincia de Zamora en 2015 (último año del que hay datos), según el Observatorio sectorial DBK de Informa, y la número 29 en España del sector lácteo. Un buen rendimiento basado en un ritmo de crecimiento constante, en torno al 5% anual. “Preferimos avanzar así, sin grandes picos, porque de esta forma controlamos la producción al completo. No buscamos crecer por crecer”, afirma José Luis Calvo, que ha pasado el testigo en la gerencia de la compañía a Ignacio Quintanilla.
Gaza nació a mediados de 1966 a través de la unión de varios ganaderos de la zona. Un formato que perdura todavía. La leche que se envasa proviene solo de las granjas asociadas. De hecho, a cada socio le corresponde de la empresa la parte proporcional a la leche que produce. Del mismo modo, su voto tiene ese mismo valor, al igual que con el reparto de beneficios. El valor añadido que introdujeron desde el inicio fue un certificado de calidad adicional para su leche. “No se envasa nada que no cumpla con los requisitos exigidos”, dice el presidente de Gaza, que defiende este sistema como la fórmula para mantener una calidad excelente en todo el grupo. Gracias a esto ha salido bien parada en los últimos años de los análisis realizados por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que considera la leche de Ganaderos de Zamora de “buena calidad”.
Auditoría interna
El proceso de auditoría se realiza en cada granja, de forma individual, lo que provoca que estén en constante mejora de sus instalaciones y de su producción para mantener el nivel de calidad. Si no lo hacen, pueden perder el certificado de calidad, lo que conllevaría pérdidas económicas, ya que no se envasaría bajo la marca Gaza. “Se cuida toda la producción. Hay un sistema de control trimestral con el que se valora la calidad a través de 150 aspectos. Si no se consigue un mínimo exigido, se le excluye del sistema hasta que lo recupere”, explica Ignacio Quintanilla.
Para conseguir este control de calidad, la estructura de la compañía ha cambiado con el tiempo. Llegaron a ser 700 granjas asociadas a finales de la década de los setenta, aunque ahora solo son 50 de vaca y 14 de oveja. Pese a ello, se produce hasta tres veces más leche que antes. “Hubo una concentración muy grande. Antiguamente era un modelo de subsistencia y ahora está profesionalizado”, insiste Calvo, que destaca la riqueza que le aporta a una zona que sufre una pérdida constante de población. “Hay un trabajador por cada 50 vacas de media. En todas las granjas hay al menos tres empleados. Si sumamos todo lo que mueve Gaza, contando el envasado y las granjas, trabajan con nosotros más de 300 personas”, defiende.
Un tipo de empleo que ayuda a paliar esa pérdida de población porque exige estar cerca de las granjas, ya que se trata de un trabajo diario. “Tiene que haber alguien 365 días al año. Los animales no entienden de fines de semana o festivos”, dice José Luis Andrés, propietario de una granja que pertenece a Gaza desde sus inicios.
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