Wall Street despide un año de euforia inesperada y de récords encadenados
El parqué neoyorquino firma su mejor año desde 2013 y a poco estuvo de rebasar la marca de 1995
El que se va fue un año eufórico e inesperadamente tranquilo para Wall Street. En la última jornada del año los principales indicadores cierran con leves bajadas, pero eso no ha empañado un año de fuertes subidas. El Dow Jones arrancó ya 2017 reclamando por primera vez los 20.000 puntos y récord tras récord escaló hasta acariciar los 25.000 puntos, en una remontada anual que supera el 25% y un cierre de 24.736 puntos. El Nasdaq acaba cerca de los 6.400 puntos tras apreciarse cerca del 30%, mientras que el S&P 500 se asentaba cerca de los 2.700 puntos (ha terminado 2017 en 2.674 enteros), tras un incremento del 19,5% en el año.
El parqué neoyorquino despide así su mejor año desde 2013 y a poco estuvo de rebasar la marca de 1995. El rendimiento superó con mucho margen las expectativas. El consenso de mercado anticipaba un incremento del 5,5% en el S&P 500. Hay múltiples factores que dieron sustento a lo largo del año a Wall Street. Hacía una década que la economía global no crecía de una manera sincronizada.
En el caso de Estados Unidos, el producto interior bruto progresó a un ritmo superior al 3% los últimos dos trimestres. La buena marcha de la economía nutre los resultados de las empresas, que a su vez se benefician de un incremento del optimismo gracias a la retórica del presidente Donald Trump favorable a la desregulación y en anticipación de la adopción de la mayor reforma fiscal en tres décadas.
El año en Wall Street se caracterizó, además, porque no hubo grandes sobresaltos. La calma llegó al extremo de que el índice de volatilidad está en mínimos. Y la fortaleza mostrada por el mercado de acciones contrasta con la curva plana en el de bonos, con los intereses en las letras a diez años estancadas en el 2,48%. Subieron solo cinco puntos básicos en el año pese a los tres incrementos de tipos de interés.
El Dow Jones marcó así 71 récords en 2017, batiendo los 69 en 1995. Por sectores, el tecnológico se apreció casi un 40%, el doble que el financiero y el industrial. El energético, el que peor rindió, perdió cerca de un 5%. Si se toma como referencia a las 50 mayores compañías del S&P 500, el incremento medio fue del 30%. En un extremo está Boeing, con un alza del 90%, y General Electric, que cayó un 45%.
El retorno medio del S&P 500 desde la Segunda Guerra Mundial fue del 8%. Son pocos los que se atreven a decir que esta remontada que dura nueve años esté llegando a su fin. Pero incluso si la economía y los resultados siguen mostrando solidez, no se espera un año tan extraordinario. La tendencia histórica también indica que el índice suele subir cerca de un 3% tras un año de baja volatilidad.
El dólar se depreció un 8% respecto a la cesta de divisas mientras que el petróleo se mostró estable. El barril de West Texas arrancó el año en los 56 dólares y lo cierra con un incremento que le lleva a los 60 dólares por primera vez en dos años y medio. Los estrategas juegan la baza de la estabilidad en el precio del petróleo en 2018. Parten de la base de que Arabia Saudí y otros países productores buscan un equilibrio.
Previsiones de más volatilidad
El consenso anticipa así un 2018 más normal, con más volatilidad y una rotación en las carteras de inversión. Los analistas dividen el año en dos partes. En la primera mitad, habría continuidad en la tendencia en 2017 por el efecto de la reforma fiscal en los beneficios de las empresas. En la segunda, sin embargo, hay más incertidumbre por las elecciones a medio mandato al Congreso.
La política monetaria puede ser también un elemento de riesgo. La presidencia de la Reserva Federal cambia de mando en un mes y hay otros puestos en proceso de relevo. El nominado, Jerome Powell, apuesta por el continuismo. Pero también se da el margen para modular la estrategia. Se esperan tres incrementos más de tipos de interés en 2018, aunque no se descarta que pueda ir más rápido.
La inflación sigue inusualmente baja. La cuestión crítica, en cualquier caso, está en saber si este experimento de añadir estímulos fiscales a una economía que marcha con solidez tendrá consecuencias no deseadas y forzarán la mano de la Fed. Los bancos centrales de Europa y Japón también están estudiando retirar los estímulos. Eso podría tener efectos en los países emergentes y en China.
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