“El proteccionismo crea un efecto dominó que se sabe cuándo empieza pero no cuándo acaba”
El diplomático brasileño cree que el cambio en Estados Unidos entorpeció las negociaciones de la XI cumbre de la OMC, pero no fue el único factor del fracaso
A sus 60 años, el brasileño Roberto Azevêdo (Salvador de Bahía, 1957) ha vivido su primer fracaso al frente de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Los 164 países del organismo se han ido con las manos vacías de la undécima cumbre, celebrada esta semana en Buenos Aires, a diferencia de los acuerdos globales cerrados en las dos anteriores, en 2013 (Bali) y 2015 (Nairobi). En una entrevista con dos medios argentinos y EL PAÍS, Azevêdo achaca la falta de consenso a la postura intransigente de algunos países, entre ellos Estados Unidos. "No fue un país apenas. Por supuesto que la posición americana ha cambiado y cuando un actor de peso, como EEUU, cambia de posición, hay una necesidad de reorganización de la discusión y eso seguramente no facilita", admite, diplomático.
"No tenemos una ola proteccionista dramática, tenemos un proteccionismo muy moderado"
Donald Trump llegó al poder con un discurso proteccionista que caló hondo en las clases medias golpeadas por la crisis de 2008. Esa amenaza ha sobrevolado también el encuentro de la OMC, pero Azevêdo cree que sus efectos son más retóricos que prácticos. "Después de 2008, tuvimos medidas restrictivas al comercio que fueron implementadas por los países, pero desde 2008 hasta 2017, menos del 5% del comercio mundial fue afectado por esas medidas. En los años 30 del siglo pasado, dos tercios del comercio mundial desapareció en dos años", compara el director general de la OMC, en referencia al crack de 1929.
"No tenemos una ola proteccionista dramática, tenemos un proteccionismo muy moderado y creemos que es moderado porque tenemos un sistema de control en el que cada país mira lo que está haciendo el otro. En los años 30 no había líneas rojas bien claras, un país podía aumentar sus aranceles, otro contestaba, hoy no", responde.
En su opinión, "hoy hay mucho discurso, pero no tantas acciones" proteccionistas, ya que "la introducción de medidas proteccionistas, la mayoría de las veces supone autoflagelarse" y la mayoría de países dan marcha atrás una vez que ven los resultados. Aún así, cree que el riesgo existe y hay que estar atentos: "Cuando uno adopta medidas proteccionistas, afecta a los discursos de otro y si responde con sus propias medidas, entonces puede afectar un tercer país. Entonces el otro adopta medidas para contrarrestar y entramos en una espiral, en un efecto dominó que uno sabe cuándo empieza, pero no cuando acaba".
Decisiones por unanimidad
Azevêdo defiende el rol del árbitro del comercio mundial para evitar que los países levanten barreras comerciales y también su actual sistema de toma de decisiones, por unanimidad, aunque en la práctica suponga avanzar a un ritmo muy lento y sujeto a la amenaza permanente de bloqueo. Sin embargo, explica que se abren paso también otras formas de diálogo para sortear la parálisis. "Aquí en Buenos Aires se inició una dinámica distinta. Tenemos grupos de países importantes, que equivalen a tres cuartos del comercio mundial, dispuestos a avanzar sin necesariamente estar comprometidos con un resultado multilateral que pase por consenso", subraya. Puso como ejemplo el acuerdo para la expansión de las tecnologías de la información, suscrito por países que mueven 1,3 billones de dólares en la materia.
Estados Unidos cuestiona el multilateralismo que caracteriza a la OMC y arremetió con dureza contra el mecanismo de solución de diferencias durante las sesiones plenarias. Muchos expertos achacan a Washington el retraso en completar tres de las siete plazas que han quedado vacantes. "Tenemos dificultades por el órgano de apelación por nombramiento de los miembros y este es un tema que puede empeorar la situación con la velocidad del sistema", admite Azevêdo. Aún así, defiende el mecanismo de resolución de conflictos de la OMC como "uno de los más rápidos y eficientes del mundo". Según el director general, "no es perfecto", pero sí efectivo, ya que "el 90% de las decisiones son implementadas". En Buenos Aires "no fue posible cruzar el puente", lamenta, pero confía en que será posible hacerlo en la próxima cumbre, de aquí a dos años.
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