El Senado mexicano da luz verde al presupuesto de ingresos de 2018
Las amenazas opositoras de bloquear su votación se desvanecen, y PRI y PAN sacan adelante la ley
Las amenazas de la oposición de retrasar la tramitación de los presupuestos mexicanos en el Senado se quedaron en eso: simples amenazas. El pleno de la Cámara Alta ha dado la noche de este jueves su visto bueno, con los votos del PRI —el partido en el Gobierno—, el conservador PAN y el Partido Verde —socio del PRI—, a las cuentas públicas de 2018 y ha zanjado las dudas sobre su aprobación. Horas antes, la comisión de Hacienda —la misma que había bloqueado su votación 24 horas antes— dio luz verde a las cuentas con los mismos apoyos parlamentarios.
El plazo máximo para que la ley de ingresos obtuviese la luz verde de los legisladores ha podido más que las amenazas por la destitución de Santiago Nieto, el fiscal que denunció presiones del exdirector de Pemex Emilio Lozoya, y el método elegido para su votación por parte del Senado. Con esa crisis todavía abierta y sin visos de solucionarse a corto plazo, el "no habrá ley de ingresos hasta que se resuelva" que entonaban los senadores opositores mutó, en menos de un día, en aprobación holgada de las cuentas públicas. 90 senadores votaron a favor del texto y solo 24 lo hicieron en contra.
La semana pasada, la Cámara de Diputados ya había aprobado, polémica mediante, la ley de ingresos de 2018. Los legisladores de PRI, PAN y PRD votaron a favor de las cuentas públicas tras acometer dos ajustes que no sentaron nada bien a los economistas independientes: elevaron el tipo de cambio previsto para el cierre del año (los 18,1 pesos por dólar iniciales pasaron a ser 18,4) y, sobre todo, aumentaron su proyección del precio de exportación del petróleo para 2018 hasta los 48,5 dólares, 1,5 más de lo que pronosticaba el Gobierno en el texto inicial. Aunque la importancia del crudo en las cuentas públicas mexicanas se ha reducido en los últimos años, algo más de uno de cada 10 pesos ingresados por el Estado todavía depende directamente del petróleo. Ambos cambios han permanecido en el texto votado este jueves en el Senado.
En el primer caso, los últimos movimientos en el mercado de divisas —el peso ha perdido fuelle en las últimas semanas, a medida que han ido creciendo las dudas en torno a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) con EE UU y Canadá— permiten pensar que la previsión del Congreso será más atinada que la del Ejecutivo. En el segundo, el pronóstico parece menos plausible: aunque la mezcla mexicana ha ganado brío a medida que el precio del crudo se recuperaba en los mercados internacionales, los expertos no esperan que esta tendencia se prolongue indefinidamente.
Los especialistas creen, más bien, que se trata de una maniobra para integrar los costes de reconstrucción tras los terremotos del pasado mes de septiembre, que asolaron el centro y el sur de México, sin tener que recortar ninguna partida de gasto ni verse abocado a acudir al endeudamiento para financiar este imprevisto que, lógicamente no contemplaban las cuentas originales —elaboradas antes del segundo sismo, el que más daños humanos y materiales causó—.
Con los ajustes, casi por arte de magia, todo cuadra: gracias a los cambios en las previsiones de tipo de cambio y de cotización del crudo, la previsión de ingresos se dispara en 43.300 millones de pesos (2.250 millones de dólares), monto equivalente al 90% del coste previsto de reconstrucción de las zonas más golpeadas por los sismos. Una solución artificial que, según los economistas especializados en política fiscal consultados, no soluciona el problema de fondo: si los astros no se alinean, harán falta más ingresos o se incurrirá en un déficit mayor del previsto. Todo ello, en pleno debate sobre la necesidad de un Consejo Fiscal que vigile y emita recomendaciones sobre el manejo de las finanzas públicas, una eterna petición del Fondo Monetario Internacional (FMI) que no termina de cristalizar en México.
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