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La inversión extranjera en América Latina y el Caribe cayó un 8% en 2016

La CEPAL, el brazo de Naciones Unidas para el desarrollo de la región, prevé que la tendencia siga este año con un descenso cercano al 5%

Ignacio Fariza
La secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.
La secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.E. G. (EFE)

2016 no fue un buen año para la inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe. Los flujos inversores cayeron un 7,9% en 2016 respecto al año anterior, lo que representa una bajada del 17% desde el pico máximo de 2011, arrastrados por los bajos precios de las materias primas, el lento crecimiento económico en algunos de los países más importantes del área –fundamentalmente Brasil y México– y por el escenario global de “sofisticación tecnológica y de expansión de la economía digital”, que tiende a concentrar las inversiones en las economías más desarrolladas del planeta. Las previsiones para el ejercicio en curso no son mucho mejores: la CEPAL, el brazo de Naciones Unidas para el desarrollo económico en la región, pronostica que la inversión extranjera directa caiga un 5% a cierre de 2017.

América Latina y el Caribe recibieron la décima parte de la inversión extranjera directa mundial en 2016, cuatro puntos porcentuales menos que en el periodo 2011-2014, que fue uno de los más prolíficos en términos de inversiones en la región. Sin embargo, su peso económico sigue siendo superior al que representa sobre la economía global: del 3,6% del PIB frente al 2,5%. Cabe destacar que la inversión extranjera directa es un indicador muy volátil, en tanto que una gran operación corporativa –o, por el contrario, una desinversión de calado– puede provocar grandes cambios en ambos sentidos.

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De entre las grandes economías de la región, Brasil y Argentina fueron la cara y la cruz en términos de inversión. Pese al revés económico de la mayor potencia regional, que solo ahora empieza a ver la luz al final del túnel tras una de sus recesiones más severas, los flujos inversores repuntaron un 6% en 2016 y le permitieron mantener el cetro regional en este ámbito: con el salvavidas de China, casi la mitad de la inversión recibida en toda la región tuvo como destino Brasil. En el lado opuesto, Argentina fue el país en el que más cayeron los flujos inversores en 2016: un 64% respecto al año anterior, arrastrada por el bajo dinamismo de la economía nacional (-2,2%) y por un cambio regulatorio que aceleró la salida de capitales pero que este año dejará de afectar a las cifras de inversión exterior.

 A mitad de camino entre ambos gigantes sudamericanos quedó México: con más de 32.000 millones de dólares de inversión extranjera, el país norteamericano sufrió una caída del 7,9% pero logró mantenerse en niveles históricamente altos. México sigue siendo, además, el país de América Latina y el Caribe que más capital recibe en el sector manufacturero. Cabe señalar, no obstante, que el estudio solo tiene en consideración dos meses (noviembre y diciembre) desde que Donald Trump, con su retórica proteccionista, ganó las elecciones en EE UU, por mucho el primer inversor en México. En Colombia, el tercer país por llegadas, la inversión extranjera repuntó casi un 16% y en Chile descendió un 40%.

Menor peso de las materias primas

“Los países asociados al sector extractivo son los que más sufren”, ha subrayado este jueves la secretaria ejecutiva de la CEPAL, la mexicana Alicia Bárcena, en la conferencia de prensa posterior a la publicación del estudio. La inversión extranjera directa dirigida al sector de los recursos naturales pasó de suponer un 18% en el pasado lustro a solo un 13% en 2016, en línea con el fin del auge de los precios de las materias primas. Por el contrario, el peso de las manufacturas y los servicios aumentó hasta llegar al 40% y 47%, respectivamente.

El grueso de las nuevas inversiones se concentró en energías renovables, telecomunicaciones e industria automotriz. En el primer caso, los proyectos de energías limpias –el rubro más dinámico con diferencia– representaron casi la quinta parte del monto anunciado en 2016, el triple que en el periodo 2005-2010. El acelerón inversor queda especialmente patente en dos países: Chile y México.

Pese a lo negativo de los datos en términos generales, Bárcena ha destacado el caso de Panamá, una economía que apenas depende de la exportación de materias primas, que mantiene su pujanza y en la que las inversiones extranjeras crecen a un ritmo cercano al 16% anual. Panamá, la gran estrella del crecimiento económico regional en los últimos años, ya concentra el 44% de las nuevas inversiones en Centroamérica.

Europa y EE UU, grandes actores de la inversión regional

Pese al aumento de las posiciones chinas en Latinoamérica, Estados Unidos (20% del total) y, sobre todo, los 28 países de la Unión Europea (53%) siguen siendo los principales puntos de origen de la inversión extranjera directa: más de 7 de cada 10 dólares desembolsados tienen origen en estas zonas geográficas. “No ha habido diversificación por origen”, ha incidido la jefa del CEPAL. El acelerón del gigante asiático en los últimos años, en los que ha redoblado su interés por la región, no es suficiente: su posición inversora apenas supera el 1% de la IED. “Es de esperar que esta participación aumente el próximo año, incluso hasta el 3%, pero estos datos subestiman la presencia de capitales chinos en los países de América Latina y el Caribe”, inciden los técnicos del ente dependiente de la ONU.

La inversión extranjera directa es una palanca de crecimiento especialmente relevante en América Latina y el Caribe, y su caída es una mala noticia para la economía de la región. “Ha sido un factor importante para el desarrollo de actividades exportadoras clave para el crecimiento, pero dadas las elevadas brechas de productividad y los nuevos escenarios tecnológicos que planeta la cuarta revolución industrial, hacen falta nuevas políticas para aprovechar sus beneficios en los procesos nacionales de desarrollo sostenible”, ha reclamado Bárcena. “La región tiene que moverse cada día más a la parte de telecomunicaciones y de tecnología digital”.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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