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Argentina apuesta por endeudarse de nuevo: 22.000 millones de dólares en 6 meses

El gobierno de Macri deja atrás la política de desendeudamiento del kirchnerismo

Federico Rivas Molina
El ministro de Hacienda argentino, Alfonso Prat-Gay, en Washington, donde participa de la asamblea conjunta del FMI y el Banco Mundial.
El ministro de Hacienda argentino, Alfonso Prat-Gay, en Washington, donde participa de la asamblea conjunta del FMI y el Banco Mundial. Telam

Desde que el gobierno de Mauricio Macri llegó al poder hace 10 meses, la deuda de Argentina con el exterior creció en 22.000 millones de dólares. La última emisión de bonos fue el miércoles 5 de octubre: 2.500 millones de euros en dos títulos a 5 y 10 años, por los que pagó una tasa de entre 3,8% y 5% en Europa, un mercado de capitales que el país sudamericano no visitaba desde hace 15 años. Argentina puso fin a una década de políticas de desendeudamiento impulsadas por el kirchnerismo. Si bien la deuda total supera apenas el 40% del Producto Bruto Interno (PIB), economistas de diferentes corrientes advierten que la financiación con del déficit fiscal, hoy en torno al 5% del PIB, con endeudamiento no se puede sostener a largo plazo.

"Argentina confirmó la recomposición de una de sus relaciones financieras más antiguas a través de la colocación de dos bonos denominados en euros en el mercado europeo", informó el ministerio de Hacienda en un comunicado de tono claramente optimista. El ministerio dijo que la demanda de bonos argentinos superó en tres veces las expectativas, lo que permitió pagar tasas más bajas. A partir de ahora, “las compañías argentinas contarán con una tasa de referencia clara y transparente para los financiamientos que puedan obtener para sus proyectos de desarrollo", agregó el texto oficial.

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El gobierno de Macri celebra como un gran éxito cada nueva colocación de deuda en el exterior. Lo hizo cuando emitió títulos por 16.500 millones de dólares para pagar a los fondos buitre el 22 de abril pasado y lo repitió ayer con la colocación en euros. Las diferencias con el kirchnerismo se ponen en evidencia con cada decisión. La visita a Buenos Aires, la semana pasada, de una misión del FMI después de una década fue presentada como un gran éxito, tras años de un discurso oficial que achacaba a los organismos una parte de responsabilidad en la debacle económica de 2001. Ayer, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, se reunió en Washington con la directora gerente del organismo, Christine Lagarde, una foto inimaginable sólo un año atrás.

Con todo, los problemas no han desaparecido y el endeudamiento no siempre es una buena noticia. “Es bueno que te presten porque si necesitas dinero puedes pedir, pero también es una trampa porque a Argentina le prestan a tasas muy altas. Para pagar a los holdouts se pagó el 8%, cuando la tasa de referencia de EEUU es 0,25%. El mundo está interesado en Argentina porque sus bonos tienen rendimientos más altos”, dice Alan Cibils, investigador del Instituto de Industria de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). La coincidencia es que el gran problema a resolver es el déficit fiscal. Argentina pasó de un superávit primario del 4% en 2005 a un déficit primario del 5,4% en 2015. Como los indicadores económicos no reaccionan (el último informe del PIB registró una caída del 3,4%) y las demandas sociales aumentan, el macrismo apenas encuentra espacios para hacer recortes al gasto público. “Los caminos de financiamiento son sólo dos: por un lado internos, a través de liquidez pero con consecuencias sobre la inflación y por el otro el endeudamiento externo. Este gobierno eligió el camino del endeudamiento basado en la idea de que lo que dejó la gestión anterior fue bajo y tiene para oxigenarse”, explica Juan Latrichano, catedrático de historia económica en la Universidad de La Matanza (ULaM).

Argentina espera cerrar este año con una inflación interanual del 40%, un escenario que deja poco margen para imprimir dinero. Por eso decidió no usar al Banco Central (BCRA) como financista. “Subir impuestos tampoco se puede porque tenemos una de las presiones tributarias más altas del mundo,” dice el economista Fausto Spotorno. La única alternativa, entonces, es pedir prestado afuera. Spotorno aclara que por el momento la deuda no es para preocuparse porque “22.000 millones de dólares es una cifra baja para el mercado”. “Argentina tiene poca deuda, 45% del PIB, y un buena parte colocada en otros organismos del gobierno como el Banco Central. Por ahora hay margen, pero si esto sigue por muchos años sí será un problema, por eso hay que bajar el déficit fiscal”, dice. Cibils advierte que el escenario futuro dependerá de la evolución de la economía. “Si este año no crecemos y el año que viene crecemos poco cambiará la relación entre deuda y PIB”, explica. La coincidencia es que el país ya no crecerá al 8% y 9% que marcaron los primeros años del kirchnerismo. El FMI, de hecho, anticipó una caída del PIB del 1,8% para 2016, aunque estimó que subirá 2,7% el año próximo. A ese índice se aferra el macrismo para pronosticar el éxito de su política económica.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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