Dios escribe recto…
El cuadro macroeconómico del Gobierno para 2015 parece razonable, pero no las cifras presupuestarias
Sin duda, el tema económico más importante de la semana ha sido la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2015 (PGE-15). También hemos conocido otros datos que merecen un comentario: el paro registrado y las afiliaciones a la Seguridad Social. Ambos datos fueron algo mejores de lo anticipado por los modelos de previsión. El paro aumentó en 19.720 personas, pero este aumento se explica sólo por razones estacionales. Corrigiendo la estacionalidad, se obtiene una baja de 25.000, cifra superior a la de los tres meses anteriores. En cuanto a las afiliaciones, se esperaba una ligera caída, pero se produjo un crecimiento de 12.182. La cifra desestacionalizada también mejora respecto a la original, con un aumento de unas 40.000. El buen dato de septiembre compensa en gran parte el bache de agosto, así que el conjunto del tercer trimestre se cierra con un crecimiento respecto al segundo sólo ligeramente inferior al que registró ese periodo respecto al anterior [gráfico superior izquierdo].
El tercer trimestre parece que va a ser algo mejor de lo presentido con los datos de julio y algunos de agosto, algo que se deduce no sólo de las afiliaciones y el paro, sino de otros muchos indicadores conocidos esta semana. La reducción del ritmo de crecimiento del PIB respecto al 0,6% registrado en el segundo trimestre podría concretarse al final en una décima.
El déficit de la Seguridad Social podría superar
Sobre los PGE-15 cabe preguntarse cuáles serían los idóneos para la actual coyuntura de la economía española y a partir de ahí analizar si los del Gobierno se adecuan a ello. La respuesta es difícil. Podríamos decir que España necesita unos presupuestos públicos que consigan avanzar lo más posible en el objetivo de reducción del déficit para estabilizar la deuda (que el próximo año alcanzará el 100% del PIB), pero sin perjudicar sustancialmente la incipiente recuperación. Un difícil equilibrio, como casi todo en economía. Dependiendo de a qué demos más prioridad o de las restricciones financieras y de otro tipo con que nos encontremos, se podrá estar más o menos de acuerdo con la opción del Gobierno y de las autoridades de la UE, que en el último Programa de Estabilidad fijaron un déficit público del 4,2% para 2015, frente a un 5,5% en 2014.
Las previsiones del Gobierno para el cuadro macroeconómico parecen razonables, como ha informado la recientemente creada Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), que tiene que informar de casi todo lo relacionado con las cuentas públicas. Estas previsiones coinciden en alto grado con las del consenso de analistas del Panel de Funcas. Hay riesgos, sobre todo en el contexto internacional, pero la mejora prevista de las condiciones financieras internas y el efecto de las rebajas fiscales son argumentos de peso para que el crecimiento medio anual del PIB se acelere desde el 1,3% en 2014 hasta el 2% en 2015.
Las cifras presupuestarias ya no parecen tan razonables, al menos algunas. Los ingresos por impuestos, sobre todo el IVA, parecen sobreestimados, y podrían ser inferiores en unos 3.300 millones de euros a los previstos. Ahora bien, hay dos capítulos de gasto que aún parecen más elevados: los pagos por intereses de la deuda y por prestaciones de desempleo, que en conjunto podrían ser unos 8.000 millones inferiores a los presupuestados y compensarían de sobra los menores ingresos por impuestos. El presupuesto de la Seguridad Social aún parece más alejado de lo razonable, especialmente la previsión de ingresos por cotizaciones sociales. Su déficit podría superar en unos 9.000 millones los 6.444 previstos. En conjunto, el déficit de las Administraciones centrales podría desviarse al alza en unos 4.300 millones. Es previsible que también se desvíe al alza el déficit de las comunidades autónomas (0,7% del PIB), pero ello podría compensarse con el mayor superávit de las corporaciones locales, como ocurre en los últimos años.
En resumen, el déficit público total podría situarse unas cuatro décimas porcentuales del PIB por encima del objetivo del 4,2%. Pero habrá muchos que considerarán esta desviación soportable e incluso deseable, dados los riesgos de enfriamiento de las economías europeas. Podría aplicarse, por tanto, a los PGE-15 aquello de que “Dios escribe recto en renglones torcidos”.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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