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El Gobierno argentino elude revelar la nueva cifra del nivel de pobreza

La corrección al alza de la inflación obliga a admitir una mayor indigencia

Alejandro Rebossio
La presidenta argentina. Cristina Fernández
La presidenta argentina. Cristina FernándezVictor R. Caivano (AP)

El Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner reconoció el pasado 13 de febrero una inflación muy superior a la que venía anunciando hasta entonces. Entre 2007 y 2013 admitía alrededor del 1% mensual, frente al 2% aproximado que calculaban las agencias provinciales de estadística y las consultoras privadas. En cambio, para el pasado enero, cuando se produjo la devaluación del peso que impactó en los precios, el Ejecutivo admitió un 3,7%, un nivel más cercano al calculado por provincias y consultoras. ¿Reconocería también un aumento en el número de pobres? De momento, no.

Este miércoles estaba previsto que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) difundiera las cifras de pobreza e indigencia, pero no fue así. Ayer, el jefe de gabinete de Fernández, Jorge Capitanich, admitió que no se publicaron las cifras por “severas carencias metodológicas y la imposibilidad de empalme” del nuevo índice de precios al consumidor (IPC) con el anterior. “Cuando se dé a conocer nuevamente el índice de pobreza e indigencia, será porque se habrán resuelto estos problemas”, añadió.

El Gobierno argentino decidió corregir en los últimos meses las estadísticas de inflación y PIB, que estaba sobreestimado, por la amenaza de sanciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y por el interés de Fernández de volver a acercarse a los mercados en tiempos de escasez de divisas. En los siete años en que el INDEC informó de que los bienes y servicios se encarecían menos que lo real, también calculaba, por consiguiente, que los argentinos necesitaban menos dinero para evitar la pobreza. Por ende, se daba una cifra de pobres inferior a la real. Ahora el Ejecutivo ha postergado la difusión del nuevo dato. El FMI nunca le exigió que lo corrigiera.

La admisión de una pobreza mucho mayor que la calculada durante los siete años anteriores implicaría un trago difícil de digerir para el kirchnerismo. La propia Cristina Fernández se enorgullecía de la presunta bajada de pobreza informada por el INDEC. Así lo hizo, por ejemplo, en su discurso anual ante el Congreso en 2013: “En 2003 [cuando llegó al poder su antecesor y marido, Néstor Kirchner] el 54% era pobre en Argentina y el 27,7% [estaba] en estado de indigencia [pobres que carecen de suficientes ingresos para comer]; en 2012 estamos en el 6,5% (de pobreza) y en el 1,7% de indigencia. Esto obviamente es el producto de las políticas de inclusión social y también de un muy buen trabajo, porque hay sectores de pobreza, que son los que nosotros denominamos núcleos duros de la pobreza, a los que muchas veces el crecimiento económico con inclusión social, por la falta de capacitación, por muchas cosas, no llega”.

Sin embargo, ni el sindicalismo kirchnerista creía a su líder. El Centro de Investigación y Formación del ala progubernamental de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) informó por última vez su cálculo de pobreza en 2013. Entonces aseguró que el año anterior había llegado al 19,9%, es decir, el triple que lo admitido por el Gobierno de Fernández. La indigencia, según este centro, había llegado en 2012 al 4,3%, más del doble que lo reconocido por el Ejecutivo.

La Universidad Católica Argentina (UCA) también admitió en su informe 2013 que la pobreza había bajado, pero la cifró en el 24,5% de la población y la indigencia, en el 4,9%. En el Gobierno de Kirchner la pobreza cayó, pero, de ser correcta la estadística de la Universidad Católica, solo habría bajado tres puntos desde que Fernández llegó al poder, en 2007. La mejora sería muy inferior a la lograda por Brasil, Venezuela, Uruguay, Colombia o Perú.

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