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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Confianza y expectativas

José Carlos Díez

En el año 2012 cuando España volvió a entrar en recesión un gran economista latinoamericano me advirtió “las depresiones también empobrecen el debate intelectual y complica la salida de la crisis”. Lamentablemente España no es la excepción que confirme la regla. La sociedad en una depresión no quiere realidades, prefiere promesas. Rajoy vendió promesas, ocultó realidades y ganó.

Pero la realidad es como un grifo mal cerrado. Al principio mancha el fregadero pero con el tiempo perfora el acero inoxidable. Tras dos años de realidad, la popularidad del Presidente está en mínimos históricos. La obsesión ahora es que se recupere el consumo y para ello han pensado que lo mejor es una campaña para mejorar la confianza. Pero el consumo, según los datos de ventas de la agencia tributaria, está estancado desde el verano y la confianza de los consumidores en la situación de su propio hogar, según la Comisión Europea, ha caído a mínimos históricos.

¿Por qué? Principalmente porque su renta disponible, salarios menos inflación, menos subidas de impuestos y recortes de prestaciones sociales empeora. Además, hay emigración, sobre todo de jóvenes, y el número de compradores disminuye. Hay restricción de crédito, los tipos de interés de las hipotecas han pasado de Euribor más 0,5% a Euribor más 3%. En créditos al consumo el aumento de los tipos de interés reales ha sido muchísimo mayor. El aumento de tipos comenzó en el año 2011 y ha sido muy intenso. La tasa de ahorro está en mínimos históricos.

Además, la dureza y duración de la crisis, la elevada tasa de paro, junto a los efectos de inseguridad en el empleo, deflación de salarios y precarización ha desplomado las expectativas de renta futura. Los coches se estropean y con el incentivo de la subvención recuperan parte del desplome. No obstante, se compran los mismos coches que a mediados de los años ochenta y la producción de vehículos es un 20% inferior a 2008. Pero las ventas de viviendas se desploman, las nuevas operaciones de hipotecas finalizaron 2013 con caídas del 50% y los precios de las casas siguen cayendo. Los bancos son inmobiliarias, su activo pierde valor y eso explica la restricción de crédito que es determinante para explicar la debilidad del consumo.

¿Cómo se sale de este círculo vicioso? Pretender salir de una situación de sobreendeudamiento con una recuperación del consumo interno es como cruzar un desierto sin agua confiando en que llueva. La salida es vía exportaciones que activen un ciclo de inversión y de creación de empleo en la industria. Entonces y sólo entonces empezará a subir la renta disponible y aumentará el consumo. El problema es que las exportaciones, según la contabilidad nacional, están cayendo desde el pasado verano, la producción industrial registró una fuerte caída en 2013 y continúo destruyendo empleo. Pero la campaña de generación de expectativas positivas ha ocultado el problema y ha complicado la solución.

La solución a corto plazo es frenar la apreciación del euro, especialmente contra países emergentes, y luego depreciarlo. Es necesario que el Eurogrupo determine que el euro está sobrevalorado y fuerce al BCE a depreciarlo. Si el BCE sigue con problemas morales para comprar bonos de países europeos puede comprar bonos del Tesoro de EE UU y la depreciación del euro será mucho más fulminante. Ya lo hizo en el año 2000 para frenar una excesiva depreciación y funcionó. Japón lo hizo en 2013 y ha depreciado el yen un 25%.

Ser políticamente correcto es fácil, lo difícil es ser eficaz. El problema es que las depresiones no se solucionan siendo políticamente correctos. Y en democracia es clave decirles la verdad a los ciudadanos o los planes serán muy ineficaces.

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