Cumplir para exigir
El autor considera que parte del futuro del sector sigue poniéndose en una unión bancaria que da pasos confusos
Las conclusiones preliminares de la troika tras la última misión a España para supervisar los avances de la reestructuración y recapitalización bancarias son breves, pero los mensajes son claros. El FMI emitió su propio comunicado y el BCE y la Comisión Europea lo hicieron conjuntamente, con apreciaciones muy similares. La evaluación general sería algo así como: “Lo estáis haciendo muy bien, con permiso de la macroeconomía”.
El cumplimiento con el Memorando de Entendimiento (MoU) aparejado a la “asistencia financiera a la banca española” no solo está siendo bastante estricto, sino que está muy cerca de completarse en este mes de junio. Todo un viaje de vértigo desde julio de 2012 para curar las heridas pendientes, comenzar a cicatrizarlas y dar fuerza al paciente con importantes recapitalizaciones. A nadie se le escapa, eso sí, que el reto va más allá. Ni los examinadores ni los examinados se aventuran ya a realizar conclusiones sobre fotos estáticas. Si el desempleo ofrece un buen comportamiento después del verano y si pudieran confirmarse los mejores augurios, el sector podría poner el tapón necesario para que la morosidad hipotecaria y de empresas no rebose del nivel esperado. El comunicado sugiere que (bien fruto de la reclasificación de créditos o de nuevos requerimientos) puede que hagan falta nuevas provisiones… por si acaso. Pero sin exageraciones, señalan, para no dañar más el crédito. En todo caso ahora los pronósticos apuntan a un escenario manejable a corto y medio plazo para esas posibles nuevas provisiones.
El mejor feeling sobre la economía española y en su sistema financiero se retroalimentan sobre esas expectativas de “manejabilidad” en un escenario de riesgo-país más reducido. En todo caso, en los mensajes de la troika sigue estando ahí el incordio del “pero”, de la “persistencia de riesgos elevados”. Para que el sector financiero siga ofreciendo mayor confianza, gran parte de la responsabilidad va a seguir recayendo en la Sareb, la troika lo sabe y ayer lo dejaba caer. Porque parte de la corrección en el precio de los activos inmobiliarios, como síntesis de desequilibrios, sigue pendiente.
Lo que resulta tan revelador como inquietante es que parte del futuro del sector bancario sigue poniéndose en una unión bancaria que últimamente ha dado pasos confusos. El comunicado del FMI de ayer (curiosamente solo en este) apuntaba a esa unión como esencial. Al final, no todo estará solo en las manos de España o de su macroeconomía. Cumplimos progresivamente con un MoU que va quedando atrás, pero con un control y supervisión externos que persiste. Quizás es hora de pedir más a nuestros socios europeos, pero para ello tendremos que saber primero qué clase de unión bancaria se está gestando. Cumplir para exigir.
Santiago Carbó Valverde es catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School (Reino Unido) e investigador de Funcas.
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