Bruselas dicta los plazos de las reformas
La Comisión Europea estrecha la vigilancia sobre Madrid, pero da más margen para cumplir el déficit y evita abrir un expediente por desequilibrios excesivos
No hay rumbo claro: Europa sigue en un mar de dudas. Abrumada por una segunda recesión autoinfligida por el exceso de recortes, la Comisión Europea certificó hoy un viraje que se basa en levantar el pie del pedal del freno de la austeridad para pisar el acelerador de las reformas. En realidad, ese nuevo Consenso de Bruselas es básicamente un giro retórico, aliñado con alguna que otra medida, como la del paro juvenil: 6.000 millones de euros para siete años en 27 países, en un continente con 26 millones de parados y subiendo. España, campeona europea del desempleo, es el ejemplo paradigmático de que la nueva política económica europea da una de cal y otra de arena. La Comisión dictó hoy estrictos plazos para las reformas del Gobierno y anunció que estrechará la vigilancia sobre Madrid para evitar incumplimientos, con medidas de gran calado político en pensiones, mercado laboral e impuestos. Pero a la vez aflojó la mano con el déficit y evitó abrirle expediente sancionador por desequilibrios excesivos. Bruselas, en fin, aprieta pero no ahoga.
Y no solo con España. Con una mano, la Comisión dio más tiempo a un total de siete países para cumplir el déficit; con la otra exigió una agenda reformista que en algunos casos, como el francés o el español, puede provocar serias dificultades a los Gobiernos y va por el mismo camino que ha metido a Europa en una dolorosa recaída. A cambio de los dos años extra para el déficit, Bruselas impuso al Gobierno una docena de fechas límite en otras tantas reformas, con medidas peliagudas como una nueva vuelta de tuerca a las pensiones (que puede terminar en una rebaja de prestaciones en 2014) y una evaluación de la reforma laboral con las consiguientes medidas si es necesario (que lo será, en septiembre), y decreta nuevas subidas fiscales.
Pensiones, reforma laboral, impuestos y liberalizaciones, en la agenda
El paquete completo español difumina aún más la opción de una salida rápida de la crisis. La economía española sigue gripada, y sin estímulos de Fráncfort, de Berlín o de donde sea está casi condenada a un cuadro depresivo, a la japonesa. Podía haber sido peor: al menos el Ejecutivo sacó margen para el déficit (que podrá llegar al 6,5% del PIB este año y al 5,8% el próximo, dos y tres décimas más de lo previsto, respectivamente) y evitó la apertura de un expediente. Pese a sus desequilibrios excesivos. A pesar de los incumplimientos del Gobierno con las reformas. Y a pesar de que una parte de la Comisión y algunos socios querían más castigo.
No habrá escarmiento porque Bruselas necesita que se visualice el viraje acometido con permiso de Berlín. La Comisión valoró las reformas aprobadas por España —al igual que hizo con Eslovenia, el otro país con graves desequilibrios— y el hecho de que Rajoy haya diseñado, a medias con Bruselas, un plan de reformas “convincente”. Pero no se fía: las recomendaciones para España son más detalladas que para el resto. Solo en el caso de Eslovenia hay tanto lujo de detalles. Fuentes comunitarias explicaron que a cambio de evitar el expediente, Bruselas estrechará aún más la vigilancia. Madrid debe acometer “una aplicación rigurosa y puntual” de las recomendaciones, avisó el vicepresidente Olli Rehn.
Para eso está el calendario, pese a que al no abrir expediente su cumplimiento depende de la buena voluntad del Ejecutivo. La Comisión juega con el compromiso en firme de España, pero también el memorando de condiciones asociado al rescate bancario era de obligado cumplimiento y sin embargo aún no se han aprobado muchas medidas.
El objetivo de desfase para este año se queda en el 6,5%
El análisis de Rehn sobre España es serpenteante. Por una parte, “el esfuerzo fiscal estructural de los últimos años se ajusta a las recomendaciones”. Por otra, España no ha cumplido con el déficit y hay serios riesgos de tampoco lo haga en el futuro. La conclusión de Rehn no es que su receta haya empeorado la recesión y por tanto las posibilidades de equilibrar las cuentas públicas, sino que la pesadilla es fruto de una “inesperada degradación de la situación económica”. Pese a la declaración de intenciones sobre la austeridad, los planes de Rehn para Madrid se parecen peligrosamente a los del pasado: “Es importante que España siga haciendo esfuerzos y refuerce el marco fiscal para favorecer el crecimiento, con revisiones sistemáticas del gasto público”. Eso suena a nuevos recortes. Bruselas critica, además, la baja presión fiscal: reclama medidas antifraude, pero también cierra la puerta a bajadas de impuestos; apunta a nuevas subidas. La Comisión quiere una “revisión sistemática” del sistema tributario para marzo de 2014; “explorar una mayor limitación de la aplicación de IVA reducidos” y subidas de los impuestos sobre carburantes. Es decir: alzas en al menos dos tributos en plena recesión.
El examen de la reforma laboral debe llegar en julio, y Bruselas emplaza a “presentar modificaciones, si es necesario, en septiembre de 2013”. Pero quizá lo más impactante sea el capítulo de pensiones: España debe “culminar a final de 2013 la regulación del factor de sostenibilidad estableciendo, entre otras cosas, que la edad de jubilación vaya aumentando en función de la esperanza de vida”. Eso apunta a un aumento adicional de la edad de jubilación, algo que no se plantea el informe de los sabios encargado por Rajoy.
Los deberes incluyen ajustes de gasto y subidas de impuestos
España, en definitiva, obtiene margen de maniobra. Y Bruselas, a la vez, estrecha la vigilancia sobre Madrid. Todo el mundo gana, algo relativamente habitual en Bruselas: el ministro Luis de Guindos podrá ir presentando las reformas a su ritmo, pero la Comisión y los socios podrán agarrarse al calendario para meter presión. El Ejecutivo tiene ahora una ventaja: hay otras economías enfermas, desde esa Francia que se resiste a las reformas hasta una Holanda que era adalid de esa política protijera y que ahora prefiere retrasar las medidas dolorosas. “El impacto en la sociedad de varios años de escaso o ningún crecimiento es de gran alcance", señaló el presidente José Manuel Barroso. La UE ha despertado e inicia “un cambio de paradigma”, indicó Ricardo Barbieri, economista de Mizuho. Aunque ese cambio sea, en realidad, minúsculo.
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