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El coste de ser demasiado optimista

El pronóstico económico del Gobierno hace un boquete en la credibilidad de las cuentas públicas. Fallar en la previsión de ingresos tributarios, el mayor riesgo

Alejandro Bolaños
Christine Lagarde, directora del FMI. El organismo prevé que el PIB español caiga un 1,2% en 2013
Christine Lagarde, directora del FMI. El organismo prevé que el PIB español caiga un 1,2% en 2013REUTERS

Desde que presentó su proyecto de Presupuestos para 2013, hace una semana, el Gobierno está a la defensiva. El Ejecutivo de Mariano Rajoy ha hecho de reducir el déficit la prioridad de su estrategia. La idea es persuadir a los inversores de que la financiación del Estado es viable; también, convencer a los socios europeos de que no serían necesarios más ajustes si las dudas de los mercados arrecian, en caso de tener que pedir otro rescate al Eurogrupo. Y el Gobierno era consciente de que servía la crítica, las dudas, en bandeja: porque lo primero que mira cualquiera (inversor, analista, alto funcionario de Bruselas) en un proyecto presupuestario son las previsiones que lo sustentan. El dictamen, unánime, es que son demasiado optimistas, que distorsionan las estimaciones de ingresos y gastos.

Al presentar el proyecto de Presupuestos en el Congreso, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dedicó buena parte de su exposición a justificar por qué mantenía un pronóstico económico que, como era previsible, había concitado las críticas al proyecto del Gobierno. “No tenemos que ajustarnos a la media de las previsiones económicas, no nos resignamos”, “un presupuesto es un instrumento al servicio de una determinada política”, “solo nosotros sabemos cuál puede ser el impacto de las reformas que ponemos en marcha”, fueron algunos de los argumentos.

FMI y servicios de estudios coinciden en anticipar una recesión más aguda

La explicación oficial tiene boquetes de consideración. Las previsiones económicas de otros organismos sí fueron determinantes en julio, cuando el Gobierno revisó su cuadro macroeconómico y fijó en el -0,5% su pronóstico de variación del PIB para 2013. Entonces, el mismo Montoro aseguró que las estimaciones del FMI habían servido de guía. Unos días después el Fondo cambió su pronóstico —del -0,6% que sí sirvió de guía al -1,2%, que el Gobierno desestima ahora —, al incorporar el impacto de la subida del IVA y la supresión de la paga extraordinaria de los funcionarios. El goteo de revisiones a la baja en las previsiones de analistas privados ha sido incesante. Casi todos ellos, además, respaldan la reforma laboral y los ajustes presupuestarios, en los que recaen las mayores expectativas del Gobierno para recuperar crecimiento. Casi todos ellos, incluida la patronal CEOE, creen que su efecto, a corto plazo, es justo el contrario.

“Los analistas consideran que los supuestos económicos en los que se apoya el Presupuesto son excesivamente optimistas”, recalca el último informe de FocusEconomics, publicado esta semana. El informe de la consultora tiene la virtud de recopilar las últimas estimaciones de 25 servicios de estudios españoles y extranjeros: la predicción media es que el PIB español caerá un 1,5%, el triple de lo que anticipa el Gobierno. El contraste será aún más completo la próxima semana, cuando el FMI (-1,2%) y los 18 centros de predicción españoles que aglutina el panel de la Fundación de Cajas de Ahorros (-1,1%) publiquen sus nuevos pronósticos.

"Lo más probable es que el Presupuesto no se cumpla", avisa el exministro Piqué

El nuevo gobernador del Banco de España, Luis María Linde, también lo tuvo claro al hacer este jueves el preceptivo análisis sobre las cuentas públicas en la comisión de Presupuestos del Congreso. “La previsión del Gobierno es ciertamente optimista”, señaló Linde, quien estimó que el desvío respecto al -1,5% que pronostican buena parte de los expertos puede traducirse en un desfase de unos 3.000 millones (tres décimas del PIB), cálculo que algunos analistas privados elevan a 5.000 millones.

Linde hizo otras consideraciones de calado. En los últimos años, los Presupuestos han tendido a infravalorar el impacto de la recesión en la recaudación de impuestos. Y es en la previsión de ingresos impositivos donde más influye que se opte por un pronóstico económico más o menos realista. Aquí cuenta también de dónde se parte: el Gobierno, tras subir el IVA, confía en alcanzar los objetivos de recaudación presupuestados para este año. El gobernador del Banco de España dudó de que eso vaya a ser posible sin “medidas adicionales”.

La insistencia de Linde en “mantener una proyección prudente de los ingresos públicos” tiene más motivos. “Ni el aumento de las exportaciones ni la caída de las importaciones generan, por sí mismos, incrementos de los ingresos impositivos”, advirtió. En las previsiones del PIB, el buen comportamiento del sector exterior compensa, solo en parte, la debilidad de la demanda interna, que es la variable clave para anticipar cuál será la recaudación. El Banco de España calcula que, sin las medidas para subir impuestos, la recaudación caería un 0,5% en 2013. Las estimaciones de los analistas privados apuntan a un descenso de la demanda interna del 2%, corregido el efecto de los precios.

El otro daño colateral de un pronóstico económico demasiado optimista puede producirse en la estimación del gasto en prestaciones por desempleo y de los ingresos por cotizaciones sociales. Ambas partidas están muy relacionadas con el empleo. Las diferencias entre el pronóstico del Gobierno y el de expertos españoles y extranjeros es, si cabe, mayor. El Ejecutivo de Rajoy cree que la tasa de paro bajará al 24,3% en 2013, tres décimas menos que este año. La inmensa mayoría de los pronósticos anticipan que seguirá creciendo y rondará el 26%. El Gobierno no ha variado su estimación de julio a aquí, pese a que en el camino se ha perdido la rebaja en un punto de la cotización de las empresas a la Seguridad Social, una medida con la que pretendía incentivar la creación de empleo.

El uso de previsiones optimistas pavimenta el camino a desvíos presupuestarios, y, por tanto, a nuevos ajustes. Josep Piqué, presidente del Círculo de Economía y exministro del Gobierno de José María Aznar (PP), lo resumió así este viernes: “El Gobierno tiene que tener en la recámara medidas adicionales, porque lo más probable es que no se cumpla lo que prevé en los Presupuestos”.

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