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Draghi alaba los ajustes aprobados en España pero se niega a comprar deuda

El presidente de la institución suaviza el tono con el Gobierno a la espera de las medidas de 2013 Defiende su independencia ante el debate desatado a raíz de las elecciones francesas

Claudi Pérez

Fráncfort rebaja el tono. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ha suavizado hoy la extrema dureza que ha venido usando el Eurobanco con España en las últimas semanas, en las que la presión en los mercados no ha dejado de aumentar, empujada por los rumores de intervención, por la sensación de extrema debilidad de la banca española y las dudas que despiertan en Bruselas las comunidades autónomas. Hace unos días, en la sede del BCE, el responsable del instituto emisor dijo que la tensión a la que se enfrenta la deuda española “no es por fragilidad financiera: los mercados exigen reformas y consolidación y España no está entregando lo necesario”, pese a que el Gobierno había anunciado ya el drástico recorte en los Presupuestos y las controvertidas reformas en sanidad y educación. Nada ha cambiado desde entonces, al menos aparentemente, pero el mensaje lanzado esta mañana en el Parlamento europeo supone un giro de 180 grados: “El Gobierno español está haciendo un esfuerzo importante, extraordinario, y ciertamente ha logrado y está logrando progresos notables. No tenemos ninguna razón para dudar del compromiso absoluto del Gobierno español para acometer las reformas necesarias”.

Hemos tenido el pacto fiscal, ahora lo que está más presente en mi mente es que haya un pacto de crecimiento"

Draghi se ha visto en apenas 10 días en dos ocasiones con el ministro de Economía, Luis de Guindos: el martes pasado, en Fráncfort, y este fin de semana, durante la reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington. Según distintas fuentes, el mensaje del BCE a Guindos ha sido extraordinariamente duro: hay que hacer más, sobre todo en 2013, para rebajar el déficit desde las alturas del 8,5% del PIB con el que se cerró el año pasado.

Pese a que España no ha enviado aún a Bruselas el plan de estabilidad para 2013 y 2014, que probablemente estará listo en los próximos días, varias fuentes en Bruselas aseguran que ese paquete incluirá ya las principales medidas —recortes de gastos, subidas de impuesto: posiblemente, el IVA— que exigen Bruselas y Fráncfort (o Berlín): ahí puede estar la clave del nuevo mensaje de Draghi.

A pesar de todo, solo cabe destacar ese cambio de tono. El BCE considera que ha hecho ya lo que debía con las barras libres de liquidez: la inyección de un billón de euros en dos subastas (a finales del año pasado y en enero), que han salvado a Europa —y a España— de un grave accidente en la banca. Fráncfort considera que ahora llega el turno de los Gobiernos. Es poco probable que haya un tercer bufé libre para la banca, y el BCE ha cerrado también el grifo a las compras de bonos para rebajar la presión en el mercado de deuda.

No haría ningún bien a la UE ni a la credibilidad de la integración actuar fuera del Tratado" Mario Draghi

Al no usar esa medida, somete a los países más atacados a la disciplina de los mercados: a la necesidad de más y más reformas y recortes, según la interpretación del BCE y de Alemania. Y pese a que las palabras acerca de España son ahora conciliadoras, eso no tiene visos de cambiar: Draghi ha rechazado reactivar el programa de compra de deuda soberana. “Ese programa no es eterno ni infinito”, ha explicado, pese a que el activismo de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra (los bancos centrales de EE UU y Reino Unido) ha sido mucho mayor que el del BCE. Nada nuevo bajo el sol: el BCE lleva seis semanas sin comprar un solo bono, y en ese tiempo los intereses de la deuda de Italia y España se han disparado hasta niveles insostenibles si esa presión no se modera.

Esta mañana, tras las conciliadoras palabras de Draghi, la prima de riesgo española (los intereses que paga España con respecto a los que paga el país más seguro, Alemania) ha llegado a bajar de los 400 puntos. Las Bolsas han vuelto a subir. Un remanso de paz después de unos días de marejada.

Campaña electoral francesa

La campaña electoral francesa ha puesto en marcha un debate sobre cuál debe ser el papel del BCE, que durante la crisis ha cuidado bien de los bancos pero se resiste a hacer lo mismo cuando se trata de suavizar la presión de los mercados sobre los Estados.

Hay una forma de detectar inmediatamente cuándo el BCE quiere resistirse a las presiones políticas o de los analistas para activar una determinada medida: su presidente apela a la independencia o a la credibilidad del Eurobanco, y el debate queda zanjado. Algo así ha hecho esta mañana en la sede del Parlamento Europeo: “Tenemos que caminar por esa fina y delicada línea, en la que queremos preservar la credibilidad del BCE. Tenemos que actuar dentro de los límites del Tratado. No haría ningún bien a la Unión, ni al BCE, ni a la credibilidad de nuestro proceso de integración si actuáramos fuera de los límites establecidos en nuestros mandatos”.

Merkel respalda un pacto basado en las reformas estructurales

Angela Merkel, máxima defensora de la austeridad en la eurozona, ha respaldado la propuesta de Draghi, aunque destacando los aspectos más próximos a la necesidad de reformas que propugna la canciller alemana. Europa necesita volver al crecimiento “en la manera en que ha dicho el presidente del BCE y que pasa por las reformas estructurales", ha dicho la diirgente alemana ante los miembros de su partido.

Pero esos tratados pueden cambiar. De nuevo las elecciones presidenciales en Francia y la crisis de Gobierno en Holanda han dejado a Alemania (y a la Comisión Europea) muy sola en su defensa a ultranza de la austeridad, una píldora que Draghi ve absolutamente necesaria. Aunque puede que no sea la única.

Ante la eventual ola de cambio que llega desde estos países, el economista italiano también ha reconocido en el último tramo de su intervención ante los eurodiputados que se necesita un "pacto de crecimiento". "Hemos tenido el pacto fiscal, ahora lo que está más presente en mi mente es que haya un pacto de crecimiento, que fue anticipado hasta cierto grado en el six pack —-el acuerdo que prevé reforzar la gobernanza económica—, de manera que tenemos que volver y hacerlo un pacto", ha declarado. Esta apuesta por recuperar vigor económico, en cualquier caso, pasa en su opinión por una receta conocida: las reformas estructurales. "Hay que complementar al mismo tiempo las reformas estructurales con la consolidación", ha insistido.

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"La eurozona tiene que seguir siendo un área creíble de estabilidad en materia de precios, fiscal y crecimiento. Eso es algo que todos los actores deben tener en su mente. Si no están todos estos elementos presentes su credibilidad disminuirá", ha resumido.

El presidente del BCE se ha permitido aportar al debate abierto sobre el pacto europea para la austeridad una imagen tan poética como cargada de significado desde el punto de vista político e ideológico: “Estamos en medio de un río que debemos cruzar”, ha dicho para justificar que Europa solo está viendo, de momento, los efectos negativos de la austeridad: más recesión, más paro, más pobreza. Se supone que en la otra orilla está una recuperación de la economía europea asentada sobre bases más firmes. Pero no hay una base científica que avale esa posibilidad, y de lo momento todo lo que se ve es un frenazo en seco de la economía europea.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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