Solucionar sus propios problemas
España pone de manifiesto los agujeros del plan de crisis europeo
El aumento de los rendimientos españoles ha empujado otra vez a Europa a la crisis. Los legisladores pensaron que con los préstamos a tres años del Banco Central Europeo (BCE) habían ganado algo de tiempo para la eurozona, pero los mercados se están poniendo al día rápidamente.
El punto crítico es España. La aparente incapacidad del país para controlar su déficit fiscal —que superó su objetivo en 2,5 puntos porcentuales el año pasado— y su decisión de incrementar el objetivo de déficit de este año del 4,4% al 5,3% han asustado a los inversores. La compra de bonos por parte de los bancos españoles ayudó a mantener los rendimientos bajo control durante un tiempo, pero el estímulo financiado por el BCE está perdiendo fuerza. Los rendimientos de los bonos a 10 años del país han vuelto a superar el 5,8%.
La decisión del Gobierno de relajar los objetivos fiscales le ha enfrentado a la Comisión Europea. Sin embargo, la obsesión por la austeridad puede ser contraproducente. Al Gobierno le está costando controlar el gasto de las comunidades autónomas, que fueron en gran parte responsables del desbordamiento del presupuesto. Mientras tanto, a los mercados les preocupa el crecimiento, el desempleo juvenil es terriblemente elevado y supera el 50%, y las exposiciones al sector inmobiliario siguen lastrando el sistema bancario. Los bancos podrían enfrentarse a unas pérdidas de 203.000 millones de euros en un caso extremo, según Citigroup.
Hay pocas soluciones fáciles. El BCE podría inyectar más dinero en los bancos para ayudarlos a comprar deuda del Gobierno, pero las entidades crediticias españolas están sobrecargadas de deuda pública al haber aumentado sus carteras en 52.000 millones de euros en los dos meses anteriores a enero, según Citigroup. Un rescate generalizado también parece difícil, ya que agotaría el fondo de rescate recientemente ampliado de la eurozona.
Una opción es un rescate dirigido a los bancos españoles, quizá junto con una auditoría externa, como ya ha sucedido en Irlanda. Eso, al menos, aliviaría las preocupaciones constantes sobre la exposición inmobiliaria, lo que a su vez podría reducir un poco la presión sobre las finanzas del Gobierno. Al final, sin embargo, España tendrá que solucionar sus propios problemas. Los inversores tolerarían probablemente una relajación de los objetivos fiscales con tal de que se dieran muestras de que las comunidades autónomas despilfarradoras están bajo control. España también tiene que seguir adelante con las reformas para fomentar el crecimiento. Eso significaría llevar a cabo una reforma laboral y reducir la carga sobre los empresarios disminuyendo sus contribuciones a la Seguridad Social. Hay algunos puntos positivos: España ha recaudado cerca de un 47% de su financiación para este año, lo que limita el impacto de los elevados rendimientos de los bonos. Sin embargo, Madrid y la eurozona se encaminan hacia otro periodo de inestabilidad.
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