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La concentración del gasto aceleró el déficit en el tramo final del año 2011

En los tres últimos meses del año, las Administraciones ejecutan hasta un tercio del gasto anual

Alejandro Bolaños
El ministro de Economía, Luis de Guindos.
El ministro de Economía, Luis de Guindos.EFE

El Gobierno socialista mantenía, hasta pocos días antes de las elecciones generales del 20 de noviembre, que cerrar el ejercicio presupuestario con un déficit cercano al 6% del PIB, el objetivo pactado para 2011, era posible. Y, hasta septiembre, las cuentas autonómicas reflejaban un saldo negativo del 1,18% del PIB, elevado, pero todavía dentro del 1,3% que se les había asignado. Según los datos avanzados el lunes por el nuevo Ejecutivo del PP, el déficit conjunto cerró en el 8,5% y el saldo de las comunidades casi se triplicó hasta llegar al 2,94%. La pregunta es automática: ¿Qué pasó en el cuarto trimestre? La respuesta, también: lo mismo que en años anteriores.

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El saldo presupuestario se deteriora en los tres últimos meses del año, porque es en este periodo cuando las Administraciones ejecutan hasta un tercio del gasto previsto para todo el ejercicio. La evolución de las cuentas, según recogen los datos del Banco de España, ha sido muy similar en esta etapa de crisis: en el cuarto trimestre se acumula cerca de un 37% del déficit en el que se incurre en todo el año. Es, también, lo que ha pasado en esta ocasión.

El juego político del Gobierno con las estimaciones —del “entorno del 8%” en enero, al 8,5% ahora—, ha alentado el debate sobre la naturaleza del desequilibrio en el cuarto trimestre.

También que 2011 fue un año electoral, en el que muchas comunidades cambiaron de manos (del PSOE al PP), lo que ha llevado a algunos de esos nuevos Gobiernos autónomos a aflorar gasto de este año sin computar (las facturas que se guardaban en los cajones) para adjudicar a los anteriores responsables la herencia recibida.

Entre el anuncio y la ejecución de medidas de recorte de gasto suele transcurrir más tiempo del que parece

Pero lo que más pesa es la naturaleza de la ejecución presupuestaria, que concentra gastos en el cuarto trimestre. Es más llamativo aún en el caso de las comunidades autónomas, donde casi el 60% del desequilibrio se apunta en los meses finales del año. Aquí hay que tener en cuanta que los datos hasta septiembre son en términos presupuestarios, no según la contabilidad nacional, diferencia que siempre suma algunas décimas.

Que la respuesta sobre lo que ocurrió en el cuarto trimestre sea similar a la de años anteriores es todo menos tranquilizador. Porque, en teoría, hay drásticos planes de ajuste en marcha, cuya eficacia queda en entredicho. Aquí caben varias explicaciones: entre el anuncio y la ejecución de medidas de recorte de gasto suele transcurrir más tiempo del que parece. Como muestra, el empleo público solo ha empezado a bajar, en la comparación anual, a finales de 2011.

Además, los ingresos tuvieron que resentirse con la recaída de la actividad económica (-0,3% en ese cuarto trimestre). Y parte del efecto del ajuste se habría compensado con la práctica, nada habitual en los últimos años, de consignar todos los gastos de 2011… en 2011.

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