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"Les invito a que vengan a verlo"

Internos y profesionales de una residencia de discapacitados concertada instan a la Generalitat a que no castigue al sector más débil

Blanca Cia

Es la hora de la comida y varios trabajadores organizan las mesas en la residencia Esclat Marina, en la que viven 45 discapacitados físicos o psíquicos; además, 10 acuden a ella como usuarios del centro de día. Los internos que pueden valerse por sí mismos bajan por las rampas con la silla de ruedas, otros son acompañados. Algunos pueden comer solos, a otros hay que darles la comida y la medicación. En esa residencia trabajan 40 profesionales en tres turnos diarios, incluido el fin de semana. Es un trabajo duro física y emocionalmente porque muchos residentes necesitan ayuda para una infinidad de movimientos: lavarse los dientes, vestirse...

Los profesionales están al cabo de la calle de que la Generalitat ha decidido recortar por el área social retrasando la partida de los centros sociales concertados para este mes y el que viene -si no hay cambios-, y están muy preocupados. "Tú verás, están en juego nuestros sueldos", comenta una enfermera.

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Entre los internos, una mujer, Maria Luisa Garrido, lo dice con toda claridad: "Les invito

[en referencia al Gobierno catalán] a que vengan y vean. Y que luego piensen". Tiene 58 años y una discapacidad física que la condenó hace décadas a la silla de ruedas. Vivía con sus padres -de más de 80 años y con problemas para seguir cuidándola- hasta julio pasado, cuando obtuvo una plaza en Esclat Marina. La residente no entiende que los recortes puedan poner en peligro centros como este en el que ella vive: "¿No hay otras cosas antes en las que ahorrar?".

En el vestíbulo, los padres de Hugo, un joven con parálisis cerebral que está en el centro durante el día, también comentan la noticia. La consideran injusta para los centros y entidades sociales, y sobre todo para los trabajadores: "El Gobierno no es consciente de la problemática de estos casos y de la dedicación que exigen las personas discapacitadas. No puede ser que recorten por el más débil", sostienen.

En el despacho de la directora, Lola de la Fuente, el teléfono no para. La noticia les cayó como un jarro de agua fría. "Es difícil asumir que no se puede recortar en otros gastos. Además, de forma tan precipitada. Si tú sabes que el mes que viene no puedes pagar la hipoteca, te mueves antes para ver cómo lo resuelves. A nosotros nos lo dijeron cuatro días antes de pagar las nóminas de este mes", explica. A ella y a otros representantes del sector, el consejero de Bienestar y Familia, Josep Lluís Cleries, les dijo el martes que intentaría arrancar del Departamento de Economía que este mes les pudieran abonar un 25% y que el mes de noviembre la cosa estuviese arreglada. Y en eso confía. "Lo que sigo sin entender es cómo algo así no se planificó de otra manera", apunta. El módulo que abona Bienestar y Familia a Esclat por cada residente es de 101 euros diarios (ya les recortaron un 3% hace unos meses). Es decir, cada plaza tiene un coste de unos 3.000 euros mensuales. Es el coste de las necesidades básicas. Puede parecer mucho, pero hay que tener en cuenta que se trata de grandes discapacitados. La asociación -en la que están las familias de los residentes- hace otras aportaciones para costear actividades complementarias. "Ahora las entidades y los centros están haciendo números como locos", añade la directora, "todos solemos tener una reserva, pero es limitada y puede servir para cubrir un mes, pero más....". Por eso confía en que la Generalitat revise sus cuentas.

JOAN SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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