En nombre de Dios
Llegué a Barcelona para un breve descanso, antes de continuar con la gira del libro, saboreando la idea de escribir algo acerca de la seguridad que proporciona tener un lugar al que volver. Un hogar, una ciudad, un entorno amado. Pero ya en el taxi, el conductor, que es un amigo -jamás me arriesgo a hacer el viaje del aeropuerto a casa a merced de la Cope-, me señaló un cartel publicitario. Al principio creí que era el título de una obra teatral, una de esas astracanadas que, de vez en cuando, se estrenan, para solaz de matrimonios mayores y de viejos verdes: "Com més avortaments, menys pensions de jubilació". Traduzco, aunque me parece bastante innecesario: "A más abortos, menos pensiones de jubilación".
"Su última campaña es para alertar de que el aborto es negativo para la sociedad"
Han leído bien. Las peregrinas teorías del Tea Party estadounidense han llegado hasta aquí. Los rouquidos de Rouco han llegado hasta Catalunya. Pero esta vez lo han hecho por iniciativa de Josep Miró i Ardèvol, un català com cal, un catalán como es debido, un biempensante salido del cogollito de Convergència i Unió, en donde ingresó tras una trayectoria catalanista con calabozo y todo. Entre 1984 y 1989 fue ministro de Agricultura del señor Jordi Pujol. También fue diputado del Parlament y concejal del Ajuntament de Barcelona. De este cargo dimitió para formar una asociación que velara por los valores que estamos, según él, perdiendo: E-Cristians.
Desde entonces ha publicado libros defendiendo esas señas identitarias moralistas suyas, se ha opuesto al matrimonio gay, y etcétera. Ahora viene lo mejor: preside la Convención de Cristianos por Europa, es miembro del Consejo Pontificio para los Laicos, dirige el Institut d'Estudis del Capital Social de la Universitat Abad Oliba.
Tiene un año menos que yo, el señor Miró i Ardèvol, pero muchas más dotes de clarividencia, porque está convencido de que la crisis actual está causada por la pérdida de los valores cristianos, materializada en la aceptación pública de la homosexualidad y el aborto, por lo que denuncia que las creencias religiosas se limiten al ámbito privado. Detesta el Estado y las leyes aconfesionales que nos rigen.
Su última hazaña es esta campaña publicitaria -3.500 carteles, 10 vallas publicitarias de 24 metros cuadrados- "para alertar de que el aborto es un hecho negativo para la sociedad", y que "tiene efecto sobre la riqueza de la población y la seguridad en la vejez". Calcula el buen hombre -supongo que ayudado por un informe elaborado por una de las sacras instituciones que preside- que desde 1985 y contando hasta 2020 -hay que pensar en el futuro- los catalanes habremos perdido, por causa de las interrupciones de embarazo, unos 211.000 millones de euros, que en pesetonas ya saben ustedes que resulta una barbaridad.
Enterada de todo ello, me desplomé en mi sofá haciendo cuentas con los dedicos para averiguar, en el hipotético caso de que las cuentas se hubieran realizado desde 1974, cómo habrían influido mis dos abortos completa y profundamente voluntarios en las pensiones de mis contemporáneos.
Ah, no se pueden ustedes ni imaginar el efecto que produjo el remordimiento. Me eché un siestón de tres horas.
Dice David Simons -creador de las series The Wire y Treme-, en una entrevista cuyo link me ha proporcionado José Luis Ágreda, autor de la ilustración que suele acompañar esta página -pueden buscarlo por el nombre del autor o por el título, La América abandonada-, que cualquier cosa que te inventes para medrar o para influir en los demás, en cuanto alcanza categoría estadística -y eso es fácil de "fabricar": estamos rodeados de aprendices de brujos-, consigue personas que se ponen a trabajar en ello "para desarrollar un método". Sea para parecer que se hace un progreso o que se vive en retroceso. La unión de peras y botellas, o de abortos y pensiones es una aberración y un insulto a la inteligencia, pero no importa, ellos adelante.
Están crecidos, sin complejos y sin vergüenza, decididos a hacernos perder los derechos conquistados, las libertades adquiridas. Empecemos con la porra contra los pacifistas, sigamos con las estadísticas extemporáneas. ¿Por qué no crear un delito fiscal que permita encarcelar a los involucrados en la práctica de interrupciones de la maternidad perfectamente legales? A por ellos, y en nombre de Dios.
Que es así como actúan los peores pervertidos.
www.marujatorres.com
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