Agricultura natural

Bernardo Estévez, un labriego de Coia como gusta presentarse, es un bodeguero atípico. En primer lugar porque Coia no es zona de viñedos, sino un combativo barrio obrero de Vigo. Allí ha trabajado 38 años como mecánico de coches. Pero los fines de semana se escapaba a Rumuiño, un pueblo a cuatro kilómetros de Ribadavia, para trabajar la viña, su gran pasión. Allí aprendió a tratar la cepa con respeto y admiración.

Finalmente, ha conseguido hacerse con dos hectáreas en las que vuelca su pasión de viticultor responsable. Aplica con rigor y entusiasmo los fundamentos de la agricultura natural de Masanobu Fukuoka, que se basa en el conocimiento profundo del suelo, respetando el equilibrio de todo lo que en él vive y se desarrolla, sin descuidar los ritmos vitales y planetarios. Biodinámica en estado puro. Pero lo más interesante de su proyecto estriba en la recuperación y uso exclusivo de variedades autóctonas del Ribeiro, siguiendo la estela del genial Emilio Rojo. Completa su concepción enológica la fermentación en barricas de 500 litros de roble francés, a baja temperatura. Así consigue un excelente blanco gallego, dotado de una personalidad arrebatadora: fina y elegante, aunque discreta, melodía aromática a base de fruta carnosa madura, flor de árbol, la balsámica aportación de las hierbas aromáticas y una leve mineralidad. Que se corresponde con el paladar untuoso, de gusto amplio y fresco, donde se contrapuntean armoniosamente los sabores golosos con la percepción amarga.