Werner Herzog rumbo al Paleolítico
El director alemán cumple su deseo utópico de rodar en Chauvet, tesoro del arte rupestre - 'La cueva de los sueños olvidados', en 3D, abre el festival Documenta Madrid
Hasta los 11 años Werner Herzog no sabía que existía el cine. Lo conoció gracias a un proyeccionista itinerante que le mostró un documental de pigmeos y otro de esquimales. El realizador alemán -al que Truffaut definió como "el cineasta vivo más importante" y Antonioni describió como alguien "entre la realidad y el surrealismo"- no quedó especialmente impresionado con su primera experiencia. Quizá por eso siempre quiso ir más lejos: exactamente a los confines del planeta con el documental Encuentros en el fin del mundo, a lo más profundo de la selva virgen con Aguirre, la cólera de Dios (con su íntimo enemigo, Klaus Kinski) y al borde de la locura de Nicolas Cage con Teniente corrupto: puerto de Nueva Orleans.
"No he hecho un ensayo científico, sino algo que te llega dentro"
"Soy un escéptico del estereoscópico, pero aquí era imperativo usarlo"
Poner una voz en 'Los Simpson' es para el director su "apoteosis final"
Lograr los permisos para filmar pinturas de hace 32.000 años fue una dura tarea
Un universo que expande ahora aún más con su último trabajo, La cueva de los sueños olvidados, documental en 3D sobre la cueva de Chauvet-Pont-d'Arc (Francia), descubierta en 1994 con 32.000 años de historia en su interior: un verdadero tesoro del arte rupestre del Paleolítico, cerrada durante 20.000 años a los ojos del hombre debido a una avalancha que preservó su pasado. Una "cápsula del tiempo" donde solo un puñado de profesionales ha tenido acceso, "un grupo más pequeño que el que sube a la cima del Everest a la semana", apunta el realizador, parte ahora de ese club. Werner Herzog ve, así, cumplido un sueño, casi una utopía: arrancar a los responsables del Patrimonio francés el permiso de filmación en la cueva fue una tarea tan ardua como el propio rodaje. "No es un ensayo científico, es algo más profundo, que te llega dentro", resume sobre su mirada a una cultura cuyas huellas y pinturas quedaron selladas decenas de miles de años atrás. La película inaugura esta noche el festival Documenta Madrid.
En su casa de Los Ángeles, escondida entre las montañas de Hollywood y donde vive desde que contrajo matrimonio con la fotógrafa Lena Herzog, el director alemán recuerda el sentimiento de "reverencia" que sintió al entrar por primera vez en una cueva que describe como "protocinematográfica", porque podría parecer una cuna del cine donde cada irregularidad en las paredes de la caverna fue aprovechada para dar sensación de movimiento a sus pinturas. De ahí la utilización del estereoscopio por el realizador menos interesado en tecnología. De hecho, no le importa declararse "un escéptico del 3D", y más aún después de la filmación. "Aquí su utilización me pareció no solo necesaria sino imperativa", afirma. Herzog se complico así una tarea ya de por sí harto difícil rodando contrarreloj en solo seis jornadas de cuatro horas, únicamente con un equipo de tres personas y utilizando el material que podían llevar en mano. La modestia no existe en el vocabulario de un director que se considera como "cofundador del cine". Aunque es cierto que nunca se arredró ni nunca podría rendirse alguien como él, capaz, por ejemplo, de surcar un barco por las montañas de Perú en Fitzcarraldo. Lo suyo son los extremos: "Siempre nos encontramos elementos que no están en el libro de lo que uno puede esperar".
Al borde de cumplir los 69 años, el espíritu de aventura de este muniqués no ha cambiado. Y eso, incluso aunque el director no está de acuerdo con la definición estándar de aventura. "Se trata de un concepto que pertenece a otro siglo, aquel en el que las mujeres se desmayaban en el sofá y los caballeros se batían en duelos al amanecer", dice. Si alguien le habla ahora de aventura, el interlocutor se convertirá en un sospechoso de "fraude, de lavado de dinero o un idiota". Werner Herzog se busca solito sus retos. A veces hasta vienen a buscarle, como cuando le dispararon en esta misma casa de Los Ángeles mientras le entrevistaban para la BBC. "Para que luego digan que me invento las cosas", afirma disfrutando del recuerdo. Algo sí ha cambiado en Herzog, o al menos en la percepción que los demás tenían de su obra: su humor. "Supongo que porque hago cosas inusuales y se necesita un rato para entenderlas", explica con gran orgullo ante lo que ve como su "apoteosis final": haber sido invitado a poner una voz en Los Simpson.
Mientras continúa con su carrera cinematográfica, más activo que nunca con un nuevo largometraje y una miniserie de cuatro entregas sobre la pena de muerte, además de otros trabajos de ficción y lo que considera su mayor contribución al arte, sus libros ("es lo que me sobrevivirá"), Herzog también siente "el deber" de pasar el testigo a nuevas generaciones. Para ellas ha creado su escuela rogue (pícaro) de cine, una "experiencia intensa" donde la lista de lecturas obligadas incluyen las Geórgicas de Virgilio, "en latín a ser posible"; poesía islándesa clásica; Historia verdadera de la conquista de la nueva España, el libro de Bernal Díaz del Castillo, cronista de Indias y ayudante de Hernán Cortes, o el informe de la comisión Warren. Además de solicitar a sus estudiantes que vayan andando a este "circo ambulante" que es su escuela y que, como anuncia en su web (www.roguefilmschool.com), no enseña nada de técnica relacionada con hacer cine. "Para eso que vayan a su academia local", zanja Herzog.
Imágenes reales
- Documenta Madrid 2011 arranca esta noche con 60 películas de 26 países en sus ciclos principales: 30 son estrenos mundiales.
- Entre los creadores con ciclo están el italiano Vittoria de Seta o el húngaro Péter Forgács.
- En las secciones a concurso podrán verse los nuevos trabajos de Santiago Zannou
(La puerta de no retorno), Lucina Gil
(Los amores difíciles) o un corto dirigido por Lou Reed
(Red Shirley), en el que entrevista a su prima de 100 años.
Babelia
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