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Reportaje:SHANGHÁI

Real ciencia-ficción

La capital financiera ofrece mil incomodidades, pero también la mayor esperanza de vida de China.

Tomar el metro en hora punta, pasear por la comercial calle Nanjing un día de fiesta nacional o intentar comprar unos raviolis al vapor en el restaurante Nanxiang, cerca de los jardines Yuyuan, bastan para palpar hasta qué punto Shanghái es una de las ciudades con mayor densidad de población del mundo.

Cuando China realizó su primer censo en 1953 tenía 594 millones de habitantes. A finales de 2010 alcanzó la cifra récord de 1.341 millones; de ellos, más de 23 millones viven en la capital económica y financiera del país, según las últimas estimaciones, publicadas en febrero. Nueve millones son inmigrantes llegados de otros lugares de China. En buena parte, son ellos quienes han hecho de Shanghái la urbe futurista y moderna que es hoy, en la que se alternan los pisos de lujo de cientos de metros cuadrados con las infraviviendas en las que se aprietan las familias.

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Si lo que le gusta a uno es lo macro en vez de lo micro, para captar el enjambre de seres humanos en que se ha convertido la en otro tiempo llamada Perla de Oriente, hay dos lugares claves. Uno es el Centro de Planificación Urbana, en la plaza del Pueblo, donde una gigantesca maqueta permite abarcar de un vistazo el tsunami de rascacielos que ha inundado la urbe. Otro es una visita a la plataforma de observación del rascacielos World Financial Center, en el piso 100º, a 474 metros de altura. Desde allí, es difícil ver a la gente; pero, si el tiempo lo permite, la Shanghái real se transforma también en una maqueta imaginada, con un paisaje superpoblado de ciencia-ficción, que recuerda a la película Blade Runner, de Ridley Scott (1982), y su mundo de androides humanos, los replicantes. A mediados del siglo XVIII, la ciudad tenía 50.000 almas; en 1900, un millón; a finales de 2009 eran 20 veces más.

La urbe sufre una tremenda presión demográfica, con distritos muy poblados como Huangpu y Hongkou, y crecientes dificultades en los servicios sanitarios, de educación y vivienda. Ello a pesar de la política de hijo único, implantada a finales de la década de los setenta, y que, según el Gobierno, ha evitado el nacimiento de 400 millones de personas en todo el país. A pesar de tanta incomodidad, los habitantes de Shanghái son los más longevos de China. Tienen una esperanza de vida de 82 años (84,4 años, ellas; 79,8 años, ellos).

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