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Intervención aliada en Libia

EE UU ha cargado hasta ahora con casi todo el peso militar

Washington solo mantendrá la 'guerra electrónica'

Antonio Caño

Para que la doctrina Obama sea viable es preciso una comunidad internacional dispuesta a llenar los espacios que Estados Unidos deje en la defensa de valores o intereses colectivos. En el caso de Libia, para que el experimento de esa doctrina tenga éxito es necesario que los países de la OTAN que desde mañana asumen la responsabilidad de la operación sean capaces de sustituir los medios que hasta ahora ha utilizado el Ejército de EE UU.

El Pentágono ha advertido que si se reduce la potencia de fuego ejercida sobre las tropas de Muamar el Gadafi, este podría fácil y rápidamente recuperar el terreno perdido. Los rebeldes consiguieron avanzar gracias a la intensidad de los bombardeos de la coalición desde mar y tierra, lo que frenó las columnas de tanques libias y anuló la operatividad de sus fuerzas desde el aire.

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Esa presión se logró gracias al despliegue de recursos de EE UU, que ha cargado con el peso fundamental de la operación. Según datos de la Secretaría de Defensa norteamericana, de los 199 misiles de crucero Tomahawk usados hasta ayer, 192 fueron disparados desde barcos norteamericanos y siete por el resto de países de la coalición.

EE UU ha cargado con el 100% de las misiones de la llamada guerra electrónica, destinada a anular las comunicaciones del enemigo, con el 80% de las misiones de espionaje y con el 75% de las maniobras de reabastecimiento en vuelo. En los primeros cinco días, el 90% de los aviones que salieron para atacar Libia o controlar su espacio aéreo eran norteamericanos.

Aviones de bajo vuelo

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Esa cifra se ha ido equilibrando algo en los días posteriores, pero todavía es del 60%. Además, desde el fin de semana, el Ejército norteamericano está utilizando aviones de bajo vuelo AC-130 y A-10, mucho más eficaces en la destrucción de tropas en tierra, pero más vulnerables.

Aunque Barack Obama ha prometido que la implicación de su país se reducirá considerablemente una vez que se transfiera por completo el mando a la OTAN, el Pentágono admite que todavía no se ha establecido una fórmula clara sobre qué misiones va a asumir cada país. EE UU está dispuesto a continuar con las misiones de espionaje y de guerra electrónica cuando ceda el mando, pero Obama ha advertido: "No serán nuestros aviones los que patrullen el espacio aéreo libio ni nuestros barcos los que vigilen el embargo de armas".

Será ese, por tanto, un momento clave para comprobar si la OTAN es capaz de responder a las necesidades militares. Para Obama es esencial que así ocurra. Su doctrina se vendría por los suelos si, tras replegar sus tropas, Gadafi avanza y consolida su poder. Mayor sería el golpe para Europa y la OTAN, que sencillamente se mostrarían inútiles sin la tutela del gran socio americano.

Mantener la ayuda militar a los rebeldes es importante para conservar influencia política sobre ellos. Nadie sabe bien aún qué rumbo tomarán, pero el almirante norteamericano James Stavridis, comandante supremo de la OTAN, informó ayer al Congreso que se habían detectado "guiños" de parte de Al Qaeda.

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