Gadafi: "El Mediterráneo será un verdadero campo de batalla"
El líder libio declara la guerra a todos los objetivos civiles y militares de la región - Promete poner los arsenales a disposición de sus partidarios
Llegaron los aviones franceses a Bengasi, por la tarde, y Trípoli se llenó de banderas verdes. Miles de partidarios del régimen tomaron por la noche las calles de la capital y se concentraron junto a las zonas militares para convertirse en escudos humanos y tratar de impedir el ataque de las fuerzas extranjeras. "¡Alá, Muamar, Libia ubes! (Dios, Gadafi, Libia y nada más)", gritaron los jóvenes pro-Gadafi en Bab el Azizia, el cuartel general y residencia del coronel Gadafi. Hubo disparos al aire, bocinazos de coches, cohetes, derrapes y atascos kilométricos que colapsaron los accesos a la vieja ciudad de Trípoli. Hasta allí acudió Asha, la hija del dictador, que cruzó en coche la carretera saludando a una masa que hasta hoy no se había creído del todo la posibilidad real de ser atacada.
Partidarios del tirano sirven de escudo humano en zonas militares
Los seguidores del presidente toman las calles de Trípoli en señal de apoyo
El dictador respondió a sus acólitos con un mensaje telefónico en la televisión libia que duró unos cuatro minutos: "Es necesario abrir ahora los arsenales y dar a las masas todo tipo de armas para que defiendan la independencia, unidad y honor de Libia". Gadafi llamó a los ciudadanos de las naciones islámicas y árabes, de Latinoamérica, Asia y África a apoyar a los "heroicos libios en su lucha contra la agresión", y amenazó con convertir el Mediterráneo en una zona de guerra y con atacar objetivos civiles y militares de los países de la región. Cuando terminó de hablar, el presentador retomó la palabra: "Este era el líder... el señor de Libia".
Sobre las dos y media de la madrugada en Trípoli (una hora menos en la Península), se oyó un gran estruendo, seguido de una luz resplandeciente que iluminó por unos momentos el cielo de la capital. Unos segundos después, se oyeron varias ráfagas continuadas de fuego antiaéreo libio contra los ataques de las fuerzas extranjeras. No se pudo determinar qué zona había sido atacada.
Horas antes, por la tarde, uno de los trabajadores del Gobierno deambulaba con preocupación por el vestíbulo del hotel Rixos, donde se alojan los periodistas, y preguntaba: "¿Han llegado los pájaros". Poco después él daba la respuesta: "Han atacado zonas militares a 30 kilómetros de aquí", decía. La televisión estatal libia informó del ataque contra zonas civiles de Trípoli y contra tanques de combustible en Misrata, informa Reuters.
Pese a la euforia de los rostros durante la tarde en la calle, en otros puntos empezó a brotar el nerviosismo. En algunos supermercados pudo verse a familias haciendo acopio de víveres. Muchos contrarios al régimen se encerraron en sus casas y siguieron por los medios disponibles el curso de los acontecimientos en una ciudad donde no hay Internet y algunos canales como Al Yazira no pueden verse fácilmente.
La alternativa a la información era la propaganda del régimen. La televisión libia emitió durante todo el día imágenes de maniobras militares, disparos de tanques en el desierto y desfiles para vender el poderío militar de su Ejército. Ya de madrugada, anunció que los ataques de la aviación internacional causaron la muerte de 48 personas.
En general, los disidentes, callados durante los últimos días, empiezan a expresarse con más libertad. "Yo estuve en las revueltas. Quemé banderas verdes. Pero no quiero que nadie de fuera me diga lo que tengo que hacer ni que bombardeen mi país", dijo un joven.
El nerviosismo también pareció apoderarse del Gobierno libio. En una carrera a la desesperada para evitar el inminente bombardeo de las tropas extranjeras, el régimen del coronel Gadafi lanzó hoy varios mensajes contradictorios. Primero atacó Bengasi por tierra y aire. Luego negó los hechos e insistió en que estaba cumpliendo el alto el fuego prometido el día antes. Luego dijo que todo había sido un teatro montado por los disidentes.
Con casi toda su capacidad de maniobra agotada, Gadafi envió dos cartas a líderes de las potencias extranjeras. La primera, dirigida al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tenía un tono conciliador: "Si Libia y los Estados Unidos de América entran en guerra, Dios no lo quiera, siempre serás nuestro hijo. Tu imagen no cambiará para nosotros. Tengo a toda la gente de Libia conmigo y estoy preparado para morir".
La segunda carta tuvo un tono más agresivo. Estaba dirigida al presidente de Francia, Nicolas Sarkozy; al primer ministro de Reino Unido, David Cameron, y al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. "Libia no es vuestra", escribió, "se arrepentirán de haberse metido en nuestro país".
La esperanza para los contrarios a Gadafi es que los ataques les den fuerzas para salir de sus casas y del escenario de terror impuesto por la policía del régimen. Los opositores confían en encontrar valor para copar la ciudad en los próximos días. Puede que se encuentren con sus compatriotas armados. En Trípoli, la última batalla podría librarse en las calles.
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